por Steve H. Hanke
Steve H. Hanke es profesor de economía aplicada en la Universidad Johns Hopkins y Senior Fellow del Cato Institute.
Estamos presenciando el nacimiento de dos movimientos de alta energía en EE.UU. El primero —conocido como el Tea Party— surgió en 2009. Este movimiento es un levantamiento esencialmente estadounidense en contra del establishment político. El segundo movimiento —Occupy Wall Street— apareció hace poco más de un mes. También se opone al mismo establishment. Pero, a diferencia del movimiento Tea Party, Occupy Wall Street tiene resonancia a nivel internacional. Tal vez por el hecho de que muchos de los remedios propuestos por el movimiento Tea Party implican un retorno a las virtudes individuales burguesas y un rechazo del Estado de Bienestar. En cambio, el remedio propuesto para los motivos de queja de Occupy Wall Street todos se resumen en un gran punto: una redistribución radical del ingreso a través del Estado.
De hecho, el mantra de Occupy Wall Street —cóbrenle impuestos a los ricos— es simplemente el segundo punto de los diez presentes en El manifiesto comunista: “Un impuesto sobre la renta considerable y progresivo o graduado”. A pesar de su compartida antipatía hacia el establishment, esto es como si los descendientes de los Padres Fundadores estuviesen en una batalla contra los hijos de Karl Marx y Friedrich Engels.
Pero apartémonos de las manifestaciones en las calles e identifiquemos el principal culpable de los gigantescos trastornos económicos que empezaron a darse en el cuarto trimestre de 2007. La aplicación de la teoría austriaca del ciclo económico permitió a los economistas anticipar el colapso. En cuanto al culpable, todos los indicadores señalaban a la Reserva Federal (la Fed). No obstante, los austriacos no fueron los únicos que anticiparon el colapso y señalaron a la Fed. Los seguidores del Profesor Hyman Minsky predijeron un Momento Minsky mucho antes del Pánico de 2008-2009. El libro del Dr. Bob Barbera, The Cost of Capitalism: Understanding Market Mayhem and Stabilizing our Economic Future (El costo del capitalismo: Comprendiendo el caos del mercado y estabilizando nuestro futuro económico), contiene un diagnóstico claramente parecido al de Minsky. Pero tal vez la predicción más impresionante la hizo el Profesor Fred Foldvary, un estudioso de Henry George, un economista político estadounidense y partidario del “impuestos único” sobre la tierra. En un artículo de 1997 titulado “El ciclo económico: Una síntesis basada en George y la Escuela Austriaca”, el Profesor Foldvary escribió: “El próximo e importante colapso [de bienes raíces], 18 años después de la recesión de 1990, se dará alrededor de 2008, si no hay una interrupción importante como una guerra mundial”. El análisis del Profesor Foldvary también anticipó el culpable de la posible recesión —la Fed.
Dicho esto, la teoría austriaca del ciclo económico es la más relevante porque da en el clavo cuando se trata de criticar precisamente aquello que estaba (y está) inspirando la política monetaria de la Fed: la fijación en metas de inflación. Para la Fed, y para la gran mayoría de los bancos centrales, la política monetaria consiste simplemente en atinarle a una meta de inflación, por ejemplo, un 2 por ciento anual de crecimiento en el índice de precios al consumidor. Esto es como si nada más importara. Pero una de las principales lecciones que nos dejó el fallecido Friedrich Hayek —uno de los pioneros en las investigaciones acerca del ciclo económico austriaco— es que depender de un índice mágico, como el índice de precios al consumidor, para guiar la política monetaria es una receta para el desastre. De hecho, Hayek —ganador del Premio Nobel— recalcó que los cambios en el índice general de precios no contienen mucha información útil. Él demostró que son los movimientos divergentes de distintos precios del mercado durante el ciclo económico lo que importa.
El gráfico adjunto de los precios relativos ilustra esta perspectiva. El ex presidente de la Fed Alan Greenspan y su sucesor el Profesor Ben S. Bernanke —partidarios de las metas de inflación hasta la médula— pensaron que la economía navegaba sobre aguas calmadas durante el periodo 2003-2007. Después de todo, el índice de precios al consumidor —IPC— (menos alimentos y energía) estaba creciendo al muy regular paso “fijado” de 2,1% al año durante ese periodo. En cambio, los austriacos vieron inmensas distorsiones en los precios relativos en grupos importantes de productos primarios y activos. Por ejemplo, los precios de las acciones estaban acelerándose a un 11% anual durante el periodo 2003-2007; los precios de los bienes raíces medidos por el índice Case-Shiller estaban aumentando a una tasa anual de 13% durante el periodo 2003-2006 (primer trimestre); y los precios de los productos primarios medidos por el índice CRB aumentaron a una tasa anual de 13% durante el periodo 2003-2008 (segundo trimestre). Para los austriacos, estos crecientes precios y distorsiones relativas de precios resultaban de la política monetaria extremadamente laxa de la Fed. Ellos anticiparon correctamente el problema que estaba por venir.
Incluso después del Pánico de 2008-2009, la Fed (y otros bancos centrales) sigue negándose a reconocer que la política monetaria tuvo algo que ver con la creación de las burbujas que reventaron y sus consecuentes dificultades económicas.
El Gobernador del Riksbank de Suecia, también conocido como pionero de la fijación de metas de inflación, el Profesor Lars Svensson, expresó claramente lo que tenían en mente los banqueros centrales que creen en la fijación de metas de inflación:
Mi opinión es que la crisis fue en gran parte causada por factores que tenían muy poco que ver con la política monetaria. Y mi principal conclusión acerca de política monetaria es que la fijación de metas flexibles de inflación —aplicada de manera correcta y particularmente utilizando toda la información acerca de las condiciones financieras que sea relevante para la predicción de la inflación y la utilización de los recursos en cualquier horizonte— sigue siendo la mejor política monetaria antes, durante y después de la crisis financiera.
Para los banqueros centrales, el juego se trata de culpar a otros por los problemas económicos y financieros del mundo. ¿Cómo se puede hacer esto, particularmente cuando el dinero está en el medio de todo?
Para entender por qué las fantásticas aseveraciones y negaciones de la Fed rara vez son sometidas a la humillación de la verificación empírica, consideremos al difunto Premio Nobel Milton Friedman. En un libro de 1975 con ensayos en honor al Profesor Friedman, Capitalism and Freedom: Problems and Prospects (Capitalismo y libertad: Problemas y prospectos), el Profesor Gordon Tullock escribió:
…debería señalarse que una gran parte de la información disponible acerca de la mayoría de las cuestiones relacionadas al Estado se origina en el Estado. En varias ocasiones (no se si está en sus escritos o no pero lo he oído decir esto en varias ocasiones) Milton Friedman ha señalado que una de las principales razones por las cuales la junta de la Reserva Federal ha tenido una cobertura positiva en la prensa durante muchos años ha sido porque la junta de la Reserva Federal es la fuente del 98 por ciento de todo lo que se escribe acerca de la junta de la Reserva Federal. La mayoría de las agencias tienen esa característica…
La aseveración del Profesor Friedman ha sido respaldada por las investigaciones del Profesor Larry White. En 2002, 74 por ciento de los artículos acerca de política monetaria publicados por economistas estadounidenses en publicaciones editadas en EE.UU. aparecieron en publicaciones auspiciadas por la Fed o fueron escritos por economistas que trabajaban en la Fed.
Ahora, frente a una creciente crítica y presión, la Fed propone elevar su capacidad para fisgonear, acosar y hacer travesuras a nuevos niveles orwellianos. En septiembre de 2011, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York (FRBNY, por sus siglas en inglés) solicitó propuestas de proveedores que podrían “recolectar información de varios medios sociales y fuentes de noticias y proveer un reporte que sea relevante para el FRBNY. Este pedido de propuestas (‘RFP’, por sus siglas en inglés) fue creado como parte de un esfuerzo para respaldar la Iniciativa de Plataformas de Monitoreo de Medios Sociales del FRBNY”. Si esto no es una invitación a problemas, no se lo que es. Puede que solo asegure la aprobación de las leyes para auditar la Fed, las cuales están pendientes en la Cámara de Representantes de EE.UU. (HR 459) y en el Senado (S 202).
Como parte del juego de culpas del establishment del dinero y la banca, el dedo acusador ha señalado a los banqueros comerciales. El establishment asevera que los bancos son demasiado riesgosos y peligrosos porque están “sub-capitalizados”. Por lo tanto, no debería sorprender que el Banco de Pagos Internacionales ubicado en Basilea, Suiza, haya emitido las nuevas reglas para capitales —Basilea III. Estas elevarán los requisitos de capital para los bancos de 4 por ciento a 7 por ciento de sus activos ponderados por nivel de riesgo. Y como si esto fuera poco, el Comité de Basilea acordó a fines de junio agregar un requisito adicional de 2,5 por ciento para los bancos que sean considerados “demasiado grandes para quebrar”.
Los oráculos del dinero y la banca han demandado de los bancos una razón capital/activos más alta. Y eso es exactamente lo que han recibido. Basta con mirar lo que ha sucedido en EE.UU. desde el inicio del Pánico de 2008-2009, los bancos estadounidenses, bajo presión política y anticipándose a Basilea III, han aumentado su razón capital/activos (ver gráfico abajo).
El establishment ha celebrado el aumento de la razón capital/activos. Ellos aseveran que una mayor capitalización ha fortalecido a los bancos y los ha hecho más seguros. Aunque a primera vista eso podría parecer una conclusión razonable, no lo es. Para un banco, sus activos (efectivo, préstamos y valores) deben ser iguales a sus obligaciones (capital, bonos y obligaciones que el banco debe a sus accionistas y clientes). En la mayoría de los países, gran parte de las obligaciones de un banco (alrededor de 90 por ciento) son depósitos. Como los depósitos pueden ser utilizados para realizar pagos, estos son “dinero”. De manera que las obligaciones de la gran mayoría de los bancos son dinero.
Para aumentar su razón capital/activos, los bancos pueden aumentar su capital o reducir sus activos de “riesgo”. Si los bancos reducen sus activos de “riesgo”, sus obligaciones en depósitos disminuirán. Como resultado, se destruirán los balances de dinero.
La otra manera de aumentar la razón capital/activos de un banco es consiguiendo nuevos capitales. Esto también destruye dinero. Cuando un inversor compra a un banco valores de renta variable recientemente emitidos, el inversor intercambia fondos de un depósito bancario por nuevas acciones. Esto reduce las obligaciones de depósitos en el sistema bancario y elimina dinero.
Así que, paradójicamente, la presión para capitalizar los bancos y encoger sus estados de cuenta, para hacerlos más seguros, destruye dinero. Esto, a su vez, reduce la liquidez de las empresas y los precios de sus activos. Esto también reduce el gasto en relación a lo que hubiera sido sin una razón de capital/activos más alta.
Al presionar a los bancos a que aumenten su razón de capital/activos para supuestamente fortalecerlos, el establishment ha debilitado a sus economías (y tal vez también a sus bancos). Esta seguramente es la medicina que no se debería prescribir cuando la economía está débil. La nueva medida de dinero amplio del Profesor Bill Barnett —Divisia M4— esclarece el estado de la oferta de dinero en EE.UU. (ver el gráfico abajo). Esta medida de dinero amplio basada en el mercado (en lugar de estar basada en la contabilidad) nos da la medición más precisa disponible.*
El gráfico de la oferta de dinero Divisia M4 muestra que el establishment lo ha logrado nuevamente. La presión para recapitalizar los bancos ha distorsionado la dinámica de la oferta del dinero. El dinero amplio (Divisia M4) se está contrayendo nuevamente. Esto es lo que ocurre antes de otra recesión. Es inevitable. Entre otras cosas, esto provocará la ira tanto del movimiento Tea Party como del movimiento Occupy Wall Street. Y ambos tendrán razón en oponerse al deplorable e inadecuado establishment.
*Nota: Para aquellos que quieran enterarse de los detalles de los índices Divisia, el mejor lugar para empezar es el nuevo libro del Profesor Barnett —Getting It Wrong: How Faulty Monetary Statistics Undermine the Fed, the Financial System, and the Economy (Equivocándose: Cómo estadísticas monetarias defectuosas socavan a la Fed, al sistema financiero y a la economía). Será publicado en diciembre por MIT Press. También, las nuevas mediciones Divisia de la oferta del dinero del Profesor Barnett estarán disponibles en el sitio Web del Center for Financial Stability desde principios de diciembre
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