Aquí va AMLO a toda velocidad después de haber aprendido prácticamente las mismas palabras del presidente venezolano Hugo Chávez.
Francisco Martín MorenoLa semana pasada asistí como invitado a la Feria Internacional del Libro, en Miami, Florida, oportunidad que me permitió leer los diarios locales, así como ver diversos noticieros de televisión que recogían las más sobresalientes notas caribeñas a las que, en México, tenemos muy poco acceso. Si algo llamó poderosamente mi atención fue el hecho de conocer de viva voz de Hugo Chávez sus conceptos espirituales en los que se apoyaba para encabezar la revolución bolivariana con la que está llevando a Venezuela, a ojos vistas, al más escandaloso de los desastres económicos y sociales, eso sí, con mucha bondad, ternura e insuperable amor al prójimo que, además, está matando de hambre.
Chávez, odiado y escupido por unos, adorado y defendido arrebatadoramente por otros, un incendiario que antes proclamaba el lema “Patria, socialismo o muerte, venceremos”, ahora eleva a diario sus plegarias para afirmar: ¡Cuánta falta nos hace hoy aquí en Venezuela y en el mundo, el respetar las diferencias, respetar los derechos del otro, para así garantizar la paz, la vida en comunidad, la solidaridad, la alegría! Con todo el amor que es capaz de sentir este otro horroroso Mico-mandante ha tomado la firme disposición de perpetuarse en el máximo poder de su país para asegurar la regeneración bolivariana, de la misma manera en que AMLO desea regenerar a México a través del Movimiento de Regeneración Nacional. Curioso, ¿no..?
Chávez agradecía las atenciones de sus seguidores en relación a su enfermedad afirmando que su presencia era “un baño de amor, es más medicina para mi espíritu, para mi alma, para mi cuerpo, medicina de la buena, puro amor, puro sentimiento”. Parafraseando a Nietzsche ¿?, como AMLO parafrasea a Alfonso Reyes, toda proporción guardada, Chávez solicita que “alimentemos el espíritu, alimentemos la espiritualidad porque esa es la raíz de todo. No nos podemos quedar sólo en el materialismo, no, eso ha sido la perdición de muchas revoluciones que se afincaron sólo en el materialismo y olvidaron la espiritualidad, olvidaron el sentido amoroso de lo que es ser humano, y que está plasmado en el cristianismo auténtico y verdadero, ama a tú prójimo como a ti mismo, el amor, el amor; el sentido amoroso de una revolución, el sentido amoroso de un pueblo, eso hay que alimentarlo, el amor es una fuerza indestructible”.
Chávez continúa: “Entonces, sigamos fortaleciendo con esta alegría, con estos cantos, con estas oraciones, esa profunda espiritualidad, de lo mejor del alma venezolana, de lo mejor de los siglos que pasaron, de lo mejor de lo que hoy somos y de lo mejor de lo que seremos, por esos niños, por esas niñas, a los que tenemos que darles una patria alegre, una patria feliz, una patria buena, una patria bonita.” Claro, en el contexto de una “República Amorosa” como la que pretende vendernos SS López Obrador.
El nivel de espiritualidad del líder de la revolución es impresionante, “el pueblo es la palabra de Dios en vida”, señaló, porque justamente una de las cosas que están sucediendo en el país es que esta revolución está llena del amor de Jesús caminando en la construcción del socialismo.
Por otro lado, López Obrador, quien perdió las elecciones en 2006, en las que un millón de mexicanos custodiaron las urnas para evitar un nuevo fraude electoral, el mismo que fue, es y será un peligro para México, el mismo que mandó al diablo a las instituciones de la República, ahora, este temerario tabasqueño reloaded cambia también su discurso, como si lo hubiera pronunciado el mismísimo Chávez, para incluir palabras como ‘el prójimo’, ‘la felicidad’, ‘la espiritualidad’ y ‘el amor’. “Hay que cambiar el estilo de vida, hay que cambiar la corriente de pensamiento por una nueva en donde el hombre y la mujer valgan por su trabajo, su generosidad, por sus buenas acciones…”
Aquí va AMLO a toda velocidad después de haber aprendido prácticamente las mismas palabras de Chávez: “Se debe entender que la felicidad es estar bien con uno mismo, con nuestras conciencias. Estar bien con el prójimo. O sea, ya no va a ser suficiente lo material. Hace falta recuperar la espiritualidad”. El provocador, fanfarrón, bravucón, pendenciero, el belicoso ex priista de mentalidad caciquil que acaba de salir por primera vez al extranjero para tratar de entender otros sistemas y acercarse a la fenomenología de la globalización, se nos presenta alegando “que la felicidad es estar bien con uno mismo, con nuestras conciencias, estar bien con el prójimo”, cuando todavía no explica el origen de sus ingresos ni exhibe el presupuesto del segundo piso en el DF ni su asombrosa capacidad de gasto e insiste en chicanear las leyes haciendo giras como líder “espiritual” de Morena y no como precandidato de la supuesta izquierda… Sweet Lord! Ahora resulta que López Obrador es un Mesías ya no de bulbos, sino de transistores. Ya no es un político amargado ni rencoroso ni resentido, sino un hombre conciliador, devoto, comprensivo, espiritual, tierno y amoroso, exactamente como Chávez, quien llora al expropiar, al perseguir, al aplastar a la oposición con todas las armas a su alcance, al clausurar la libertad de expresión y hundir amorosamente a su país en el atraso. Hay amores que matan… ¡Cuidado!
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