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¿Qué hace falta para ser una potencia nuclear? Son imprescindibles tres cosas, todas ellas muy complejas: dominar el proceso de enriquecimiento de uranio, ser capaz de detonar una cabeza nuclear, y ser capaz de enviarla al sitio que se quiere bombardear. El primero de los puntos implica tener uranio, disponer de la tecnología de enriquecimiento y ser capaz de enriquecer hasta una pureza muy alta, la necesaria para las cabezas nucleares. El segundo punto implica una compleja tecnología de detonación múltiple con velocidades de sincronización muy precisas. El tercero implica disponer de misiles de largo alcance aptos para portar cabezas nucleares y que no sean detectados por los radares enemigos. La mala noticia es que, en los últimos años, Irán ha hecho grandes avances en los tres campos.
Cuando en 2002 un grupo de disidentes iraníes destapó los planes nucleares ocultos del régimen de los ayatolás, saltaron todas las alarmas en la Agencia Internacional de la Energía Atómica. En un clima de escasa colaboración por parte iraní, la AIEA descubrió que llevaban más de veinte años con un programa nuclear encubierto que violaba, de forma reiterada, el Tratado de No Proliferación que Irán había firmado en 1968. Este programa incluía plantas de enriquecimiento de uranio clandestinas, centrifugadoras compradas en el mercado negro a la red de A.Q.Khan, una planta para la fabricación de agua pesada, tecnología para la conversión de uranio y laboratorios de separación de combustible para la extracción de plutonio. Esto era únicamente el principio.
Ante la negativa de paralizar su programa de enriquecimiento, a finales de 2006 llegaron las primeras sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Cuando estas sanciones, y otras posteriores, comenzaban a hacer mella en Irán, la AIEA presentó documentos en los que se demostraba que Irán tenía muchas conexiones militares con su programa nuclear, supuestamente civil y con fines pacíficos. Esos documentos demostraban que el Centro de Investigaciones de Física y el Instituto de Física Aplicada (ambos de carácter militar) estaban muy implicados en el programa nuclear. Los documentos demostraban, también, que existían conexiones entre un programa clandestino de detonación nuclear y otro de misiles de largo alcance.
Las pruebas incluyen un documento, supuestamente comprado en el mercado negro, en el que se explica cómo convertir el gas de uranio proveniente del enriquecimiento en uranio metálico y colocarlo en moldes semiesféricos, necesarios para hacer una bomba nuclear de implosión. Pakistán, colaborando con la AIEA, corroboró que ese documento proviene de su antiguo programa nuclear y que así fue como ellos hicieron su primera bomba. Obviamente, ese documento fue cortesía del Dr. Khan cuando Irán compró a su red clandestina las centrifugadoras P-1.
Los documentos muestran también las modificaciones hechas a los misiles Shahab-3, con un alcance de 2.000 km, para acomodar cabezas nucleares en su interior. Se desconoce si el régimen de Ahmadineyad cuenta ya con el modelo Shahab-6, que tendría un alcance de 6.000 km, estando en su radio de acción todas las capitales europeas. Por si no fuera bastante, los citados documentos muestran pruebas con dispositivos de disparo simultáneo de varios detonadores necesarios para implosionar una cabeza nuclear y, lo que es más grave, una instalación para el ensayo de explosivos mediante un pozo de 400 metros y un detonador a una distancia de 10 km del pozo. Es decir, pruebas explosivas subterráneas activadas desde muchos kilómetros de distancia. ¿Les suena de algo?
Irán, por supuesto, no contesta a ninguna pregunta de la AIEA desde 2008 y ha prohibido la entrada de los observadores a muchas de sus instalaciones. Declara que todos los documentos son falsos y que se trata de una conspiración de Occidente. Tres años, 14 informes de la AIEA y 3 resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU después, seguimos en el mismo punto, o peor. La paciencia, sin embargo, parece que ha llegado a su fin. En Israel ya suenan tambores de guerra, EEUU y Reino Unido hacen planes conjuntos, Irán saca pecho y, mientras, China y Rusia miran para otro lado y es probable que veten nuevas sanciones en el Consejo de Seguridad. Cada vez más, suenan tambores de guerra en Oriente Medio, con la amenaza nuclear al fondo.
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