Manlio Fabio Beltrones: “No es legítimo ganar una elección para mantener el actual estado de la cosa pública”
Ricardo AlemánLa imagen fue histórica.
El escenario, el antiguo Colegio de Minería, en cuyo frontispicio pende reluciente el águila imperial, emblema que hizo suyo el proclamado presidente legítimo.
A la convocatoria llegaron puntuales tres ex candidatos presidenciales: Diego Fernández de Cevallos, Cuauhtémoc Cárdenas y Francisco Labastida, del PAN, del PRD y del PRI, respectivamente. Muchos años de historia de una clase política que recordó sus diferencias, exaltó las virtudes ajenas y hasta se dio el lujo de reconocer y reconciliar los equívocos del pasado.
Pero ayer, en Minería, no estaban los abanderados del PAN, del PRD y del PRI que fueron en el pasado Diego, Cárdenas y Labastida; no, estaban los políticos maduros, sensatos, lúcidos y capaces de anteponer sus diferencias ideológicas y, hasta sus rencillas, por una causa que, según el sentido común, debe ser “causa común”: la eficacia del Estado mexicano.
Allí estaba el primer candidato presidencial del PRI que fue derrotado en las urnas; el primer candidato surgido de ese partido que, ya fuera del tricolor, compitió como abanderado por la izquierda. Y estaba el candidato presidencial del PAN, vencido por el último presidente del PRI que llegó al poder. Así de compleja era la composición.
Pero, si no era suficiente, a los ex candidatos los convocó un precandidato presidencial priista que —debido a uno de los inentendibles alebrijes de la política mexicana— se puede quedar en la orilla de la carrera presidencial: Manlio Fabio Beltrones, el número dos en las preferencias del tricolor, pero el número uno en las propuestas de lo que algunos ya motejan como el “Estado mexicano moderno”.
Y es que las preocupaciones políticas del senador Beltrones van más allá de un partido, trascienden ideologías y, por eso, parece que calan hondo en los políticos que, por su experiencia, talento y talante, se niegan a ser del montón.
Beltrones presentó el ensayo El Futuro es Hoy. “¿Para qué queremos gobernar?”, que no es sino una variación del tema que lo ha ocupado durante meses y que poco a poco se abre camino entre los diferentes, antagónicos, y entre los irreconciliables. Nos referimos, claro, a la construcción de los llamados gobiernos de coalición que, sin ser la panacea, se han convertido en condición indispensable para —por un lado— volver eficiente al Estado mexicano y —por el otro— productiva la pluralidad que vivimos.
Por eso la imagen, de suyo histórica, de reunir a tres ex candidatos presidenciales, con uno de los productos más acabados del viejo partido hegemónico —como es Beltrones—, resulta mucho más que una coincidencia alegre. En realidad el encuentro al que convocó el PRI de Beltrones —y el debate de su propuesta de gobiernos de coalición, que fue corregido y aumentado por los talentos de Diego, Cuauhtémoc y Labastida— tiene todo para convertirse en el centro del debate rumbo a la contienda presidencial de 2012. ¿Por qué?
Porque, en efecto, como señaló Beltrones: “No es legítimo ganar una elección para mantener el actual estado de la cosa pública”.
El “Grupo de los Cuatro” —Diego, Cárdenas, Labastida y Beltrones— podía ser un grupo musical, una pandilla callejera, una tertulia de adultos mayores que juegan ajedrez en un parque público. Pero no, el “Grupo de los Cuatro” es un puñado de políticos que reúnen lo mejor del talento y el talante del ejercicio de la política, que atesoran la mayor lucidez y claridad en el ejercicio práctico del poder —eso que llaman experiencia— y pueden ser el motor para alcanzar “el Estado mexicano moderno”.
El “Grupo de los Cuatro” es muestra palpable, de carne y hueso, de que no toda la clase política mexicana, de principio de siglo, la integran un montón de mediocres y ambiciosos sin límite; de políticos sin memoria y sin vergüenza por el futuro. Esos cuatro son ejemplo de los políticos albañiles, arquitectos, diseñadores, estilistas…
Cada uno de los cuatro ya lo hizo en otros momentos: derribaron montañas, construyeron partidos, edificaron la alternancia electoral, acabaron con el partido único, cimentaron el IFE original… No ha terminado la tarea de Diego, de Cárdenas, de Labastida y mucho menos la de Beltrones.
Su tarea trasciende una vulgar candidatura presidencial; su responsabilidad es hoy y con la historia. Así que bienvenida “La Banda de los Cuatro”.
EN EL CAMINO
Dicen que está nervioso, irritable, que no acepta la crítica y menos tolera la dura realidad; que las encuestas nomás no le favorecen. Sin embargo, confía en que lo salve su amigo, el Presidente.
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