25 noviembre, 2011

La crisis mundial y El Salvador

Por Manuel Hinds
Las noticias internacionales no son nada halagadoras. Los sistemas bancarios de los países más sólidos de Europa se tambalean por los problemas de las deudas de los países de la periferia, los así llamados PIIGS: Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España.
La magnitud del golpe a los bancos todavía no se ha determinado con claridad, pero no hay duda que requerirá que éstos se recapitalicen, lo cual podría tener serias consecuencias en las finanzas públicas de estos países, si es que el sector privado rehúsa recapitalizarlos y los gobiernos deciden hacerlo ellos.

Hasta ahora se habla de una pérdida de entre 50 y 60 por ciento de la deuda en Grecia, pero nadie ha querido hablar, por lo menos públicamente, de las pérdidas que puede haber en otros países. Esto está sucediendo mientras las deudas de los países principales de Europa ya superan los niveles prudentes. En Estados Unidos hay varios problemas. Uno es que los partidos políticos no se ponen de acuerdo en una manera de reducir el déficit del Gobierno. Otro es que los bancos todavía tienen en sus libros enormes cantidades de activos tóxicos dejados por la crisis de la vivienda, que son, de una forma u otra, malos créditos que no se recuperarán o que se recuperarán sólo parcialmente. Un tercero es que los bancos tienen préstamos a los PIIGS por un volumen de al menos 645 mil millones de dólares, una cantidad que se aproxima al tamaño del cápita del sistema bancario en Estados Unidos. Esto significa, por ejemplo, que si hay que tomar en todos los PIIGS una pérdida similar a la de Grecia, los bancos norteamericanos perderían entre un 50 y un 60 por ciento de su capital. Esto no es muy probable, pero sí lo es que las pérdidas representen un porcentaje alto del capital.
Pero falta otro problema. Los bancos norteamericanos han prestado 1.2 millones de millones a bancos europeos, que a su vez han prestado a los PIIGS. Todo esto conforma un problema enorme que sin duda forzará a una recapitalización de los bancos norteamericanos.
Es decir, tanto los países europeos como los Estados Unidos tendrán que reducir sus gastos para evitar que sus deudas sigan subiendo. Esto afectará negativamente las exportaciones de China.
En China la inflación y los costos de producción están subiendo a tal punto que muchas empresas norteamericanas están planeando moverse a otros países, principalmente de regreso a Estados Unidos y a Latino América. En China también está reventando una burbuja de bienes raíces que está dejando sin vender cientos de miles de edificios de apartamentos y oficinas.
El ajuste de China afectará los precios de los productos primarios y golpeará drásticamente a Latino América. Los productos primarios son un porcentaje bajo de nuestras exportaciones, pero exportamos a países que dependen de ellos en Centro América y a Estados Unidos, que tendrá que hacer su ajuste. ¿Qué podemos hacer nosotros? Hay un borde plateado en las nubes negras. El éxodo de empresas que están dejando China y buscando nuevas localizaciones en América Latina presenta una gran oportunidad para el país, que fue (otra vez) planteada por representantes de los compradores más grandes de Estados Unidos en el área textil, durante el seminario que la Cámara de la Industria Textil, CAMTEX, llevó a cabo la semana pasada en San Salvador.
Nuestro país es tan pequeño que con la atracción de tan sólo un porcentaje bajo de las empresas que se están re-localizando, podríamos generar un crecimiento muy fuerte en la actividad económica y el empleo. Por supuesto, para lograrlo tenemos que trabajar en el mejoramiento de la competitividad del país, algo que de todos modos está entre los objetivos del Asocio Público-Privado que se firmó con Estados Unidos. Si lo hacemos, podemos lograr crecimiento en medio de la crisis. Es urgente hacerlo.

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