07 noviembre, 2011

La Economía hecha libro

POR FIN, EL CLÁSICO DE ROTHBARD EN ESPAÑOL

Por Juan Ramón Rallo

No creo equivocarme si digo que la obra que con más impaciencia estaban esperando los liberales hispanohablantes desde hace tantos años es el mejor libro del muy prolífico Murray Rothbard: Man, Economy, and State.

Recuerdo que, cuando era estudiante universitario, yo mismo consideraba incomprensible que esta magnífica obra, imprescindible para introducirse en las interioridades de la ciencia económica, no se hallara disponible en español. Por fortuna, este problema ya ha sido subsanado; una vez más, el mérito hay que anotárselo a la gente de Unión Editorial.

¿Cómo describir en pocas palabras este inmenso y exquisito libro? Pues como un manual universitario que traduce al lenguaje corriente la mayor parte de La acción humana de Ludwig von Mises, el tratado con el que muchos nos convertimos realmente en economistas. De hecho, el objetivo original del estadounidense fue publicar una especie de guía de estudio de La acción humana; pero se puso a escribir... y le salió un tratado económico completo. Por fortuna para todos, añadiría yo, pues Rothbard, con su implacable lógica, va formulando de una manera mucho más comprensible y sistemática los razonamientos que apenas 13 años antes había puesto negro sobre blanco su maestro Mises.

El tratado está compuesto por 12 capítulos, que cubren prácticamente todos los aspectos fundamentales de la Economía: las implicaciones básicas de la acción humana (fines, medios, tiempo, valor, utilidad, riesgo), las ventajas de la división del trabajo, la formación de los precios, de los costes, de las rentas, de los beneficios y de los tipos de interés; la organización del aparato productivo desde un punto de vista agregado, la competencia y los monopolios; los determinantes de la demanda y la oferta de dinero y los efectos perversos del intervencionismo.

Este primer volumen recoge los siete primeros capítulos, los dedicados a analizar y estudiar cómo a partir de las acciones humanas individuales (determinadas según la utilidad esperada de cada agente) pasamos a una complejísima estructura productiva, caracterizada por la interrelación y la coordinación de múltiples y cambiantes planes empresariales. El lector que se acerque a estas páginas comprenderá por qué es la utilidad de los consumidores lo que, a través del sistema de precios, determina los planes empresariales de un mercado no adulterado por el intervencionismo. Dicho de otra forma: el lector será capaz de entender cómo las acciones descentralizadas de cada individuo conforman una red de precios que permite la coordinación espontánea, continuada y mutuamente beneficiosa de millones de personas. Quedan para el siguiente volumen, de próxima aparición, los temas en que Rothbard muestra su mayor brillantez... y sus mayores carencias: pienso en su teoría de la competencia y en su teoría del dinero, respectivamente.

Cualquier estudioso de la Economía que desee acercarse a esta bella disciplina con rigor y profundidad debería leerse no sólo La acción humana de Mises, también –insisto– El hombre, la economía y el Estado. El primero es rico en detalles y erudición, pero flaquea en punto a claridad; y si el segundo es accesible, sistemático y riguroso, no puede decirse lo mismo en punto a originalidad y frescura. Se trata de obras que se complementan a la perfección; de hecho, sólo se termina de entender del todo uno cuando se ha leído el otro. No escoja, pues, entre Mises y Rothbard. Si realmente quiere dotarse de una poderosa herramienta de análisis económico, quédese con ambos. Sea como fuere, si fuera usted lego en la materia y gustara más de los modernos manuales universitarios que de los clásicos tratados decimonónicos, empiece por Rothbard y luego pásese a Mises.

En definitiva: si tiene dudas o alberga alguna reserva en relación con el funcionamiento de un mercado libre, lea El hombre, la economía y el Estado: disfrutará y aprenderá con un libro muy bien escrito, muy argumentado y muy didáctico. En momentos como los actuales, buena falta nos hace a la inmensa mayoría de los europeos.

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