Desertores del ejército de Siria atacaron una de las principales bases militares del país, cerca de Damasco, en un golpe duro para el gobierno de Bashar al Asad, que atraviesa uno de los momentos más difíciles en la crisis política de su país.
Se trata del primer golpe significativo contra las fuerzas de Asad desde que comenzaron las sublevaciones en marzo, pero ¿quién está detrás y de dónde sacan las armas?El Ejército Libre Sirio (ELS) es una aglomeración de desertores del ejército oficial que se vale de tácticas de guerrilla. Este miércoles utilizó cohetes y ametralladoras en el ataque en la ciudad de Harasta, cercana a la capital, Damasco.
A consecuencia del asalto, que tuvo lugar temprano en la madrugada, parte de un edificio de la Inteligencia de la Fuerza Aérea quedó destruido.
De acuerdo a su comandante en jefe, que conversó este miércoles con la BBC desde Turquía, sus armas "provienen de dentro de Siria". "Somos de Siria y trabajamos en Siria", aclaró.
El gobierno sirio ha dicho en diversas ocasiones que tras el movimiento de protestas se encuentran gobiernos extranjeros.
La base que atacaron más temprano es la central de una de los brazos más temidos del gobierno desde que comenzó la represión de las protestas. El gobierno responsabiliza de la violencia desencadenada a milicias armadas y pandillas criminales.
Los enfrentamientos de los últimos meses han dejado alrededor de 3.500 muertos según cálculos de Naciones Unidas y noviembre ha sido hasta ahora el mes más sangriento. Pero la información que proviene de Siria es imposible de verificar en forma independiente, pues los periodistas extranjeros tienen prohibido el ingreso al país.
Cada vez más, pero no los suficientes
Todos los días se les suman nuevos militares desencantados, dicen los portavoces del ELS. En una entrevista de la BBC a su comandante en jefe, Riad al Asad, este miércoles, el líder de los desertores reveló que en los últimos días se disparó el número de soldados que se les une.Sin embargo, esta agrupación que según fuentes locales se consolidó en los últimos meses, se reconoce todavía débil como para enfrentar al ejército formal, que integran unos 200.000 efectivos.
Su misión es "trabajar con el pueblo sirio para derribar el gobierno y plantarle cara a la maquinaria militar irresponsable que protege al régimen", dicen.
Al Asad dijo hace un mes que su gente "seguirá dejando la sangre y el alma para que el gran pueblo sirio se libere del yugo de la mafia gobernante".
Pero el ELS no controla ninguna parte del territorio sirio. De acuerdo a varios informes de prensa, el líder del ejército rebelde y varios de sus hombres se alojan en un campo de refugiados en la provincia turca de Hatay, lo que no hace sino aumentar las rispideces entre los países vecinos, señalan los corresponsales.
Como fuerza minoritaria su estrategia hasta ahora ha sido la de la guerrilla tradicional: uso de armas ligeras, ataque puntual y retirada.
Asad dijo a un periódico turco a principios de octubre que su tarea sería más sencilla "con el apoyo de la comunidad internacional", y mucho más difícil sin armas. Aunque pidió el establecimiento de una zona de exclusión aérea como la impuesta en Libia, dijo rechazar la idea de una intervención militar directa en su país.
La postura hacia el ELS de otros grupos de la oposición al gobierno sirio pasó de la reticencia hacia la resignación. El Consejo Nacional Sirio, que agrupa a varias facciones rebeldes- ha manifestado en los últimos días cierta simpatía hacia el ELS, pero advirtió en contra "de socavar la naturaleza pacífica del levantamiento".
Los choques del ELS con las fuerzas del gobierno, y la represión de grupos de manifestantes dejaron más de 70 muertos en distintas ciudades en las últimas 24 horas, denunciaron activistas.
¿Al Asad contra las cuerdas?
Moscú acaba de recibir a una delegación de la oposición siria. El rey de Jordania le pidió a Al Asad que diera un paso al costado, el primer líder árabe que lo hace, señala el corresponsal.
Por su parte, Turquía habla de imponer sanciones, y ha llegado a manejar la posibilidad de cortar el suministro eléctrico.
Y la Liga Árabe, cada vez más impaciente por ver el fin a la violenta represión de las protestas contra el gobierno, se reúne en Marruecos este miércoles con una delegación turca para ver qué hacer.
Aunque Damasco ha dado algunas señales conciliadoras, como por ejemplo la reciente liberación de cerca de mil presos políticos, difícilmente vaya a ganar una extensión de plazos o a llegar a otro compromiso con la Liga ya que optó por no participar del encuentro, dice Leyne desde Rabat.
'Juegos' de frontera
"Turquía está particularmente enojada con el hecho de que Siria esté 'jugando' en su frontera, ya que según algunos informes Damasco está armando a los separatistas kurdos", dice Leyne.
"Claramente Turquía está considerando opciones militares, como el reforzamiento de la frontera. Han llegado a considerar la creación de una zona de seguridad dentro de la propia Siria, aunque todavía esto está lejos de concretarse", agrega el corresponsal de la BBC.
Pero Ankara ha descartado estar detrás del ELS.
El gobierno turco sostiene que no cobija grupos que se valgan de recursos militares para derrocar al gobierno de Al Asad. Sin embargo, reconoce que es muy difícil controlar quién se aloja en los campos de refugiados que se montaron para recibir a los que escapan de la violencia en el país vecino.
En cuanto a la posibilidad de que Turquía esté pasando armas a la guerrilla, Riad al-Asaad fue categórico: "Hasta ahora, ningún país del mundo ha ayudado. Todos se han negado, incluso Turquía. Ni siquiera Turquía nos ha dado una sola bala".
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