16 noviembre, 2011

La inmoralidad del voto democrático

Por Kel Kelly.
Los empresarios, si son exitosamente "codiciosos", se hacen ricos  proporcionando a sus conciudadanos (es decir, los consumidores) cosas que mejoran sus vidas. En otras palabras, tienen que ganárselo. Sin embargo, muchos de los que defienden que la gente no necesita más que un nivel básico de subsistencia, atendiendo a su propia codicia, constantemente votan a políticos que se llevarán el dinero de los demás y se lo darán a ellos. Al igual que el hombre de negocios, quieren más de lo que tienen actualmente. Pero en lugar de ganarlo como lo hace el empresario o el capitalista, los socialistas lo roban a los que más tienen. Las actuaciones de los hombres de negocios son morales (a menos que hayan ganado su dinero mediante robo o si se le da privilegios por parte del gobierno), mientras que las de ellos no lo son.
La triste realidad es que esto es exactamente lo que es nuestro sistema político (la democracia). Es un sistema donde las masas, aquéllos que tienen menos dinero que el grupo minoritario que tiene una gran riqueza, votan por los políticos que se ofrecen a coger el dinero de la minoría rica y redistribuírselo a ellos a cambio de dar sus votos a los políticos
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El socialismo es votar por sacar la riqueza de los bolsillos de los que la tienen, ya que se hace por el "bien común", para el beneficio de ayudar a aquella parte de la sociedad que gana menos. Ésta es la razón por la democracia ha sido comparado con dos lobos y una oveja votando por lo que van a cenar. Es también lo que es conocido como "justicia social". Los políticos son simplemente personas que aprenden a ser buenos actores con el fin de ganar su voto. A la larga, les importa poco el progreso real del país o la vida de las personas, sino que se preocupan por sus carreras políticas.
La redistribución de la riqueza, por lo tanto, es un robo. Se trata de tomar por la fuerza de un grupo con el fin de dar a otro. La fuerza está involucrada porque a cualquier persona que no paga unos impuestos determinados - impuestos confiscatorios que en su mayoría van directamente a los bolsillos de otra persona - se le meterá en la cárcel. Las personas de las que se toma el dinero por lo general no han votado a favor de esta acción,[1]  pero los que querían recibir el dinero de otros por lo general sí han votado para cogerlo de ellos. Muchos socialistas discutirán esto y argumentarán que la mayoría de la gente quiere pagar la cantidad de impuestos que pagan. Esto implica, por ejemplo, que cuando el gobierno duplicó la tasa de impuestos durante la Gran Depresión, la gente, por casualidad, al mismo tiempo quería pagar voluntariamente el doble de la cantidad de impuesto sobre la renta. Esto implica que cuando las tasas marginales de impuestos hayan alcanzado el 90%, la gente realmente quiere trabajar y entregar el 90% de sus ingresos marginales. El argumento es demasiado débil para tomarlo en serio. Además, si la mayoría de la gente quiere pagar todos los impuestos que pagan, los socialistas no tendrán ningún problema en cambiar el pago de impuestos obligatorio por ley por uno que sea voluntario.[2]
La redistribución de la riqueza no se trata sólo de programas sociales tales como el bienestar, Medicaid y Medicare. Se trata de que cualquier ocurrencia de una parte recibe dinero, bienes físicos o servicios, de los que no paga el costo total, y de que otra parte lo hizo, en su nombre. Por ejemplo, el transporte público implica redistribución de la riqueza, porque la mayoría de los que lo usan no pagan la mayor parte del coste. A pesar de que contribuyen mediante la compra de sus billetes, el billete está altamente subsidiado porque los contribuyentes más ricos financian la mayor parte del coste.
Del mismo modo, la National Public Radio (NPR) es un programa de redistribución de la riqueza (en su mayoría de los ricos a la clase media). Muchos de los que la escuchan han pagado impuestos para ella, pero muchos de los que no escuchan también pagan por ella - y con frecuencia pagan más. Si NPR fuera un negocio viable que tuviera suficientes personas que quisieran utilizarlo, sería rentable por su cuenta sin fondos del gobierno. Si NPR no pudiera sobrevivir sin el gobierno, sería una empresa deficitaria que consumiría riqueza. Esta riqueza en su lugar podría ser utilizada para empresas rentables, que servirían mejor a la sociedad. Podemos ver en este último ejemplo que sólo al tener estados de pérdidas y ganancias podemos determinar si un producto o servicio es algo que los consumidores realmente quieren tener. Nunca hay estados de ganancias y pérdidas asociadas con cualquier cosa que el gobierno opera, por lo que no sabemos qué servicios son realmente beneficiosos en términos económicos.[3]
La mayor parte de los impuestos pagados en los Estados Unidos (y en la mayoría de los países) los paga un pequeño grupo de personas: los ricos. En 2005, el 53,7% de los impuestos sobre la renta en los Estados Unidos fueron pagados por los que ganan más de 200.000$. Los que ganaban entre 100.000$ y 200.000$ pagaban el 28,3% de todos los impuestos. Esto significa que el 82% de todos los impuestos los pagaban los que ganaban más de 100.000$.[4] Las personas con ingresos inferiores a 400000$, en total, no pagaban impuesto sobre la renta: su responsabilidad fiscal fue más que compensada por las devoluciones de impuestos del crédito fiscal. En otras palabras, muchos de ellos reciben dinero (de los ricos) "retornado" a ellos por impuestos no pagados.
Además, la mayoría de los impuestos, no van hacia los servicios públicos esenciales, tales como infraestructura vial, parques, la educación, el sistema legal, o la policía y los bomberos: van directamente a los bolsillos de otras personas. No más del 10% del presupuesto del gobierno federal de 2009 se destina a estos servicios públicos esenciales (y la mayoría de estos servicios son atendidos con impuestos diferenciados del estado y de los entes locales). Más del 65% del presupuesto se destina a programas sociales o de algún otro tipo de apoyo a los ingresos o asistencia. (La mayor parte de la porción restante se destina a financiar las guerras, o la llamada "defensa nacional").
Muchos afirman, sin una comprensión de lo que realmente está sucediendo, que de alguna manera los ricos quitan dinero a los pobres. Los hechos demuestran que es todo lo contrario, teniendo en cuenta los siguientes números. De acuerdo con un informe[5] detallado por la Tax Foundation,[6] en 2004, el 20% de los perceptores de ingresos más bajos recibieron 8,21$ del gasto público por cada dólar en total[7] de los impuestos que pagaron (y 14,76$ por cada dólar de los impuestos federales pagados). El 20% medio recibió 1,30$ por cada 1$ en los impuestos pagados. Sin embargo, el 20% más alto de los perceptores de ingresos recibieron sólo 0,41$ por cada dólar de impuestos pagados. (A pesar de que no dan las cifras de la parte superior del 5% de los contribuyentes, que pagan casi el 60% de todos los impuestos,[8] lo que perciben de los gastos del gobierno, por deducción lógica, debe estar por debajo de 0,05$ o menos por cada dólar que pagan).
En cantidad de dólares, los hogares del quintil de ingresos más bajos en el año 2004 recibió cerca de 31.185$ más del gasto público de lo que pagaron en impuestos, mientras que el quintil medio recibió 6.424$ más de lo que pagaron. Los quintiles superiores, sin embargo, pagaron 48.449$ más de impuestos de lo que recibieron del gasto público. En conjunto, la parte superior del 40% de los hogares que obtienen ingresos pagaron más o menos 1,03 billones de dólares más en impuestos totales de lo que recibieron del gasto público, mientras que el 60% inferior recibió 1,53 billones más del gasto público de lo que pagaron en impuestos (siendo la diferencia la cantidad gastada por el gobierno en exceso de lo que se llevó - un exceso en su mayoría financiado por los ingresos futuros de los asalariados más altos). Esta es la redistribución de la riqueza.
Podemos ver en estas estadísticas lo absurdo que es la frase "recortes de impuestos para los ricos". Los ricos en efecto, se benefician más de exenciones fiscales por el hecho de que pagan más impuestos. Las exenciones fiscales son la devolución a algunos ricos del dinero que fue previamente recaudado de ellos. ¡Sin embargo, los socialistas llaman a esto la redistribución de los pobres a los ricos! En otras palabras, si los pobres no tienen derecho a recibir tanto de los ingresos de los demás como antes, y a los ricos se les permite mantener más de sus ingresos, entonces, a los ojos de los socialistas, los ricos están tomando de los pobres. Esto es como decir que un ladrón que debe devolver un bolso de mujer tras ser pillado robando es redistribuir el dinero de sí mismo a ella.
Cuando el gobierno impone impuestos a los ricos o menos ricos con el  propósito de dar ese dinero a otros no es diferente que quitarles su coche, casa, finca o posesiones individuales. Es frecuente que las personas que heredan propiedades de sus familiares difuntos, incluso la propiedad que ha estado en su familia durante generaciones, tengan que vender la propiedad para poder pagar los impuestos. Realmente pierden sus propiedades físicas. Incluso cuando los impuestos se toman directamente del salario de la gente, el ingreso monetario detraído en su lugar pudiera haber sido gastado en comprar bienes físicos o activos. Es la propiedad familiar la que nunca existirá, pero que lo hubiera hecho en otro caso.
¿Dónde está la moralidad de forzar la riqueza de los que la tienen a los que menos tienen? ¿Cómo es que la gente se indigna cuando un CEO roba de su compañía, o un matón callejero roba un coche, pero no están molestos con ellos mismos y sus vecinos más pobres por robar a los que legítimamente han ganado más dinero que ellos? ¡Realmente apoyan activamente el robo de estos y votan por que  haya más!
Mi conclusión es que la sociedad realmente no se preocupa por la moral. Se preocupa por lo que es mejor para ella, definiendo los términos de diferente forma en situaciones diferentes, para satisfacer sus propios intereses personales o ideológicos. Los socialistas condenan el empresario que se enriquece por agradar a otros y crea puestos de trabajo para los trabajadores y que no hacen daño a nadie más en el proceso. Pero los socialistas afirman que los trabajadores (y los no trabajadores) a los que se les pagó el valor total de su trabajo por el empresario, pero siguen optando por la fuerza del gobierno para hacerles pagar más, son inocentes, justos y merecen "justicia social".
Como recordatorio de por qué los empresarios no toman nada de los demás, sino que simplemente se benefician de la creación de riqueza para ellos, pensemos por ejemplo en las redes de pesca desde el capítulo 1 de The Case for Legalizing Capitalism: si un hombre de negocios aislado crea una red de pesca, es capaz de cosechar la recompensa de más pescado (más riqueza). Si vende la red a los demás, se vuelve rico mediante el intercambio de las redes de pesca por dinero (que se intercambia por crear riqueza). Con otros que tienen una red, también ellos pueden tener más pescado a precios más bajos (menos horas de trabajo). Además, aquéllos que ayudan a los pescadores hacen que las redes paguen salarios que se obtienen en el proceso. El empresario crea riqueza para todos, sin quitar nada a nadie en el proceso. ¡Y todos beneficiados!
Cuando la gente elige a los políticos que hacen promesas de campaña para interferir en el mercado, implícitamente mandan al gobierno que tome el control de empresas privadas. Empresas de cualquier tamaño, cuyos propietarios voluntariamente entraron en negocios, para proveernos de bienes y servicios con el fin de obtener un beneficio se convierten en esclavos de la sociedad porque el gobierno, en representación del pueblo, dicta a las empresas cuánto producir, lo que debe producir, lo que no se le permite hacer, los precios a los que debe vender por encima o por debajo, los materiales que se les  permite o se ven obligados a utilizar en la producción, y la cantidad de sus ingresos deben ser enviados a otras personas o empresas.
Suponga que su familia decidió iniciar un negocio. Invierten tiempo, sudor, dinero, y costes de oportunidad al crear un nuevo producto o servicio. El producto de su compañía antes no existía, pero lo pusieron a disposición de los demás, sin dañar ni forzar a nadie a cambiar sus ingresos por el producto. Después de algunos años, el producto llega a ser tan popular que su familia se ha vuelto rica a través del intercambio voluntario. Otros, que se dedica al intercambio por la fuerza, no voluntario, por  celos, utilizan al gobierno para regularles. Obligan a vender parte de su compañía a sus competidores ( legislación antimonopolio) que no son capaces de competir con tanta eficiencia y eficacia; obligan a pagar a los trabajadores más allá de lo que tienen el lujo de permitirse (legislación laboral); le obligan a vender su producto a un precio inferior al de demanda del mercado y por un precio inferior al que le gustaría (control de precios), le obligan a producir de una manera que contamina menos, pero eleva los costes y reduce tu producción (legislación medioambiental), entonces imponen un "impuesto extraordinario sobre las ganancias” porque creen que usted está ganando mucho dinero este año. Su empresa comenzó siendo su propiedad privada que beneficiaba a la sociedad, pero la sociedad - a través de la regulación del gobierno - tomó el control de la misma y la chupó hasta secarla. Ahora su familia gana menos, sus trabajadores ganan menos, y menos de su producto está disponible para los consumidores, y a un precio más alto. Los consumidores consiguieron lo que votaron. Votar por el gobierno para mejorar la vida de uno casi siempre resulta lo contrario.
En 2008, la congresista Maxine Waters amenazó, en nombre de la "sociedad", con nacionalizar (es decir, robar) las empresas de propiedad privada de la industria petrolera,[9] debido a las "grandes" ganancias que estaban obteniendo, ya que el petróleo estaba en su precio más alto en años. Pero el Congreso obtuvo grandes ganancias al
1.                  aprobar la emisión de dinero por la Reserva Federal (aumento de la demanda) y
2.                  impedir nuevas perforaciones petroleras y el refino (reducción de la oferta).
Ciento cincuenta años atrás, el petróleo era una sustancia sin valor. Hubo empresas que voluntariamente lo extrajeron y refinaron, y lo hicieron útil, mejorando significativamente nuestras vidas en el proceso. Pero con la amenaza de la nacionalización, el gobierno ahora amenaza con quitarle la propiedad a los millones de individuos que poseen estas empresas, por la fuerza, contra su voluntad. Los estadounidenses deberían haberse sorprendido y espantado de que esta amenaza del gobierno pudiera suceder en su propio país "libre"; en cambio, era conforme  a la mayoría sentimientos. Si esto es moral, entonces prácticamente cualquier cosa puede ser argumentado como moral.


Kel Kelly ha trabajo más de 15 años como inversor en Wall Street, analista de finanzas corporativas y director de investigación de una empresa de consultoría de gestión Fortune 500. Los resultados de sus análisis financieros se han presentado en CNBC Europe, y en las ediciones en línea de CNN, Forbes, BusinessWeek y el Wall Street Journal. Es autor de The Case for Legalizing Capitalism. Kel es licenciado en economía por la Universidad de Tennessee, MBA por la Universidad de Hartford y doctor en economía por la Universidad estatal de Florida. Vive en Atlanta.
Este artículo es un extracto de El caso de la legalización del capitalismo , capítulo 7, "La inmoralidad del voto democrático".

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