El esperado regreso de una de las series más exitosas de la televisión estadounidense, Two and a Half Men, al parecer ha decepcionado a más de uno y, aunque está casi por estrenarse en Latinoamérica a través de la señal de Warner Channel, los medios no paran de publicar los números que reflejan el descenso de popularidad de este show.
De 29 millones de espectadores con el que inició el primer capítulo de su novena temporada, y dada la expectativa del rol protagónico que Ashton Kutcher tomaría en el lugar del recordado Charlie Sheen, se pensó que tal vez esta cifra podría mantenerse o tal vez que no disminuyera tanto, pero no fue así, ya que hoy, a menos de diez capítulos, la audiencia ha bajado en un 50 por ciento y hasta Charlie Sheen manifestó su decepción por los cambios que ha tenido la historia desde la muerte de su personaje.
A continuación las razones por las cuales ha ido en descenso la popularidad de la serie, según un análisis hecho por el diario chileno El Mercurio:
La incorrección política desapareció
Ácidas, amargas y hasta cortopunzantes bromas sobre minorías sexuales, sobre inmigrantes, sobre razas y sobre roles sociales abundaron a lo largo de las ocho temporadas de emisión de la serie. Eso fue casi siempre en boca de personajes clave: primero, y en forma superlativa, a través de Evelyn Harper. Después vía Berta y en una menor medida por Charlie. Las opiniones sobre el cambio de giro señalan que en la nueva temporada de Two and a Half Men la acidez ha desaparecido y que la serie ya no está dedicada al público masculino, que hasta antes de la salida de Sheen gozaba con las gruesas y sistemáticas intervenciones misóginas.
Falta más odio
Cuando Charlie Sheen dominó la serie, todos los personajes odiaban a alguien. Charlie, a su madre y a su hermano; Alan, a su madre y su ex esposa; Berta, al hermano y a la madre de su empleador; Evelyn, a la ama de llaves de su hijo y a su ex nuera; Judith, a su ex esposo y al hermano de éste; y Jake, a veces a su padre y a veces a su tío. Ese equilibrio mantenía a la familia unida. Ahora los personajes se apoyan y nadie da muestras evidentes de hacerle daño a otro.
El guión se nota forzado
El sorpresivo despido de Sheen de la serie, que en el fondo era una sitcom sobre él mismo, aunque matizada (Sheen era infinitamente peor en la vida real), dejó en puntos suspensivos su futuro durante casi un año. En las redes sociales el pueblo se manifestó: sería imposible sustituir a Charlie Sheen. El personaje de Ashton Kutcher fue finalmente una solución de entrenador de fútbol contra la pared (entra un defensa discreto por centrodelantero goleador), más que un aporte a la continuidad de la historia: las nuevas aventuras parecen forzadas. La casa de Malibú perdió todo el brillo que tenía en la “era Sheen” y ni siquiera con la inclusión de un destacamento de señoritas en uno de sus últimos capítulos ha podido retomar el ritmo.
El elenco se redujo a tres
Charlie, Alan, Jake, Berta, Rose, Evelyn, Judith, Herb, Chelsea. Una galería de personajes que permitía todo tipo de combinaciones entre factores y personalidades, y alivianaba el trámite en la continuidad de capítulos. Si en uno de ellos se omitía a Berta, la ácida y brillante ama de llaves, su regreso al plató en el siguiente capítulo suponía todo un triunfo para los espectadores. En la novena temporada, ni Rose ni Evelyn han tenido minutos significativos en escena. Ni siquiera Jake aparece habitualmente. El elenco protagónico actual se limita a Alan (Jon Cryer), Walden (Ashton Kutcher) y Bridget (Judy Greer), la ex esposa del nuevo dueño de la casa de Malibú.
El protagonista es Alan Harper
De esa terna actoral, el ángulo de enfoque cambió. Los guionistas de la serie sugirieron al público que tras la salida de Charlie Sheen, el nuevo personaje de Ashton Kutcher lideraría el relato. Y de hecho lo tenía todo: era el nuevo dueño de la casa, era joven, millonario y guapo. Y, sin embargo, su excesivo perfil de “man-child” lo ha alejado de un protagonismo real. Alan Harper, el sobreviviente de los años Sheen, representa la continuidad de la narración. Si él no estuviera, la historia pierde todo el sentido. Pero por gran actor que sea Jon Cryer, difícilmente llegará a la estatura que alcanzó un astro absoluto como Charlie Sheen.
El medio es ahora un entero
Angus T. Jones tenía nueve años cuando la serie se inició en 2003, con el nombre de Dos hombres y medio, vale decir dos adultos y un niño problema. Jake Harper, uno de los personajes mejor logrados por un niño-actor que se tenga recuerdo, mantenía el balance en la casa de Malibú durante los fines de semana, cuando visitaba a su padre separado Alan. Jake Harper era una versión infantil del “white trash” americano: maleducado, perezoso, malagestado, inmediatista, autorreferente, glotón y despreocupado. Ahora que tiene dieciocho años ya no cuenta con el toque que le aportaba variedad al relato. Ni siquiera es un obeso como en las ocho primeras temporadas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario