14 noviembre, 2011

¡Malditas estadísticas!

Nunca un Presidente tuvo que reportar la muerte de un colaborador cercano. Me remito al presente.

Pedro Ferriz Esa maldita probabilidad y estadística. No recuerdo de la historia de sexenios anteriores, un solo evento que me lleve a la muerte accidental de un miembro del gabinete. Recorro tiempos idos. Ni con Alemán, Ruiz Cortines, López Mateos, Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, de la Madrid, Salinas, Zedillo. Con Fox empezaron a caer secretarios del cielo. Ramón Martín Huerta y su staff operativo en la SSPF fue el primero. Fox no hizo exequias.



El hecho es que nunca un Presidente tuvo que reportar la muerte de un colaborador cercano. Me remito al presente. De los cuatro secretarios de Gobernación del presidente Calderón, a dos quiso... a dos no. El primero y el tercero fueron separados por el Presidente. El segundo y el cuarto, amigos fraternales.

Juan Camilo Mouriño fue para Felipe un hermano. El aguerrido, el desmadroso. El alegre, el inteligente. El incondicional y el confidente. El apoyo cuando la fuerza flaqueaba. Ese alter ego de las buenas y las malas. El oído de lo inconfesable. La pared. Su muerte ha sido el precio más duro que el Presidente ha debido pagar en esta guerra sin cuartel.

José Francisco Blake Mora no fue tan cercano. Digamos que no estaba fundido en la misma hoja de acero, pero sí representó para Felipe un compañero de andanzas, retos e ilusiones. Las convicciones unieron sus vidas. Las coyunturas, su destino. Blake y Calderón compartieron los sueños de un país que no ha sido, aunque esperaban fuera. Un México ideal, cuyos brazos abrió a la fuerza de un momento de la historia. Calderón en Presidente, Blake a retomar el ímpetu del ausente Juan Camilo. José Francisco llegó al Palacio de Cobián a terminar la misión de Juan Camilo. Del hermano irreemplazable.

Esas malditas estadísticas. De dos hermanos. Dos accidentados. Dos secretarios de Gobernación... Dos muertos. Dos "accidentes" aéreos. Dos equipos de vuelo extraordinarios. Un Lear 45 de última generación. Uno de los aparatos más sofisticados de la industria. Del otro lado un Super Puma AS 332. Eurocopter de Aerospatiale. Francés. Un vejestorio de los ochenta. De esos que NUNCA dieron un problema. Uno solo. Desde los primeros comprados por José López Portillo.

Esas malditas estadísticas. ¿Cuántos accidentes aéreos se registran en la aviación civil en un año? ¿Cuántos en México? ¿Podemos decir que los accidentes aéreos son eventos frecuentes? En las rutas y misiones de vuelos oficiales... ¿Cuándo y cuántos han ocurrido en los últimos 50 años?

A Juan Camilo lo mató una "turbulencia", no tengo duda. Si no la tuve hace tres años, hoy ratifico lo que pensé entonces.

A FranciscoBlake, lo mató la "falta de visibilidad"... tampoco presentaré argumentos en contra de esa versión. Los dos funcionarios murieron en el pináculo de una operación política donde no cabía resquicio a concesión alguna. Los dos llegaron a pulsar el timón de una ruta marcada por su capitán. Cero respiro a la delincuencia. Cero claudicación. Cero desviaciones o dubitación. Inquebrantable el paso. Ni un ápice permisivo.

La administración de Felipe Calderón tiene sus días contados. Dentro de un año, por estas fechas, ya habrá habido mudanza en Los Pinos. La herencia política de su misión estará firmada y endosada a ¡quién sabe quién! Los cárteles de la delincuencia estarán de plácemes. Sabrán que se va un hombre total, absoluta, completamente inflexible. Los capos harán un recuento de daños. Evaluarán sus bajas y las que pudieron causarle a Felipe Calderón.

Sabrán que golpearon su alma. En lo más profundo. Que lo habrán hecho llorar de rabia. Pero también... Que no pudieron doblarlo... no obstante tanto dolor. Las estadísticas de la fatalidad llegaron al 100 por ciento. Y con éstas, las de la entereza.

En estos tiempos, para ser Presidente de un país con los retos de México, hay que estar preparado para todo, menos para claudicar. Las malditas estadísticas no dan espacio a nada. Ni al gozo ni a la derrota. Felipe Calderón sabe muy bien que si ahora pone una rodilla en el suelo, arrodillará a la República... Y eso no es congruente con la forma de ser de nuestro pueblo.

¡Es postura contra natura de nuestra raza!

Todos sabemos lo que pasó el viernes. Todos, lo sucedido hace tres años. Las estadísticas han hablado. Echamos 100 veces la moneda y siempre cayó águila. Sabemos que "los secretarios caen del cielo", como se dijo en Twiter. El 11 del 11 nos jugó una mala pasada.

Guardemos luto... y valor.

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