17 noviembre, 2011

Matthew Lynn: El oro, único ganador de la crisis del euro

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A medida que el euro se tambalea de una crisis a otra, no cuesta identificar a los perdedores. Los bonos de los países periféricos se han llevado un varapalo. A la bolsa le ha costado avanzar en lo que va de año. Los grandes bancos de la Eurozona han tenido que anotarse pérdidas por sus títulos de deuda griega y han visto cómo se derrumbaban sus acciones como resultado.
El propio euro ha empezado a perder valor contra otras monedas y no hay duda de que todavía va a bajar más. Pero ¿quién ha salido ganando? Porque, a fin de cuentas, todo ese dinero tiene que ir a alguna parte.



Los bonos alemanes han sido los beneficiarios más obvios de las perturbaciones. El rendimiento del bono alemán a diez años ha caído hasta el 1,7%, un mínimo histórico. En cambio, en abril de este año superaba el 3,5%. En 2008, se situaba por encima del 4,5%. Está claro que el dinero ha salido de los países periféricos de la eurozona y se ha aparcado en Alemania porque los inversores la consideran un refugio seguro en el continente.

Algunos interrgoantes

Pero, ¿es segura Alemania realmente? Sus propios índices de deuda/PIB no son demasiado boyantes. Según las últimas estadísticas de Eurostat, la deuda alemana se encuentra en el 83,2% del PIB, frente al 65 de 2007, y es mayor que la de Francia (82,3%, ya que lo pregunta) y la de España. La deuda española suma un modesto 65% del PIB. Y si Francia y España están siendo golpeadas por los mercados, ¿por qué no también Alemania? No parece desde luego un refugio tan seguro.
El Reino Unido ha acaparado parte del dinero que ha huido de la Eurozona. Los bonos del estado británico (gilts, en inglés) también se han hundido hasta mínimos históricos. El bono a diez años rinde apenas el 2,1%, el índice más bajo desde que se introdujeron los títulos a ese vencimiento en los años 50. El país se percibe como un lugar relativamente seguro, pero sigue ofreciendo a los inversores cierta exposición a Europa.
Y el país tiene sus propios problemas y una moneda que flaquea. El déficit presupuestario británico suma nada menos que el 10,4% del PIB este año. Casi como el griego, más que el español y el portugués, y mucho más que el italiano. La libra podría seguir cayendo más. De modo que la elección de Reino Unido como refugio tiene tanto sentido como escapar de un edificio en llamas saltando desde lo alto de un precipicio.

Dinero que vuela

Mucho dinero europeo se ha esfumado a Suiza, el eterno refugio para las malas épocas. Pero los suizos están manipulando su moneda para evitar que suba demasiado rápido. Y pueden seguir haciéndolo todo lo que quieran.
Como es lógico, mucho dinero huye ahora hacia los mercados emergentes. Un buen número de mercados de bonos de países emergentes resulta una apuesta mejor a medio plazo que cualquier otra cosa en la turbulenta eurozona.
Charles Robertson, economista jefe del banco de inversiones Renaissance Capital, comentó en un reciente informe que los préstamos de los bancos, empresas y Gobiernos de los mercados emergentes estaban alcanzando sus niveles máximos. "Jamás hemos visto tanta capacidad de los mercados emergentes para tomar prestado vía eurobonos", aseguraba.
Sin embargo, la cantidad de dinero que puede derivarse a esos países es limitada. Italia y Francia son dos de los cuatro grandes mercados de deuda del mundo. El dinero que huye de Europa no puede caer en su totalidad en Polonia o Indonesia sin que se cree una burbuja gigantesca y peligrosa en esos mercados.

El único ganador

En realidad, el único gran ganador de la eurocrisis será el oro. El culebrón que se está desarrollando tiene dos finales posibles. Uno es que el Banco Central Europeo, bajo las órdenes de su nuevo presidente, Mario Draghi, se olvide de sus restricciones legales y se ponga a comprar bonos de la eurozona a gran escala. El otro es que la moneda se deshaga de forma caótica y desordenada.
¿Y qué le ocurrirá al oro en cualquiera de los dos casos? Si el BCE imprime dinero, tendrá que hacerlo a lo grande. Algunos analistas predicen que necesitará dos billones de euros, aunque, ¿por qué detenerse ahí? La deuda italiana pendiente llega a 1,9 billones. La francesa se acerca a 1,6 billones. Si añadimos varios países pequeños (Grecia, Bélgica), nos ponemos en los cuatro billones. Cuando los inversores privados salgan pitando, al Banco Central no le quedará otra que comprarlo todo. Y eso es mucho dinero para imprimir.
Como comparación, pensemos que el programa de facilitación cuantitativa de la Reserva Federal en EEUU alcanzó un total de 1,85 billones de dólares, aproximadamente 1,35 billones de euros. Y ya sabemos que condujo directamente a una gran subida del precio del oro el año pasado y éste. Si el BCE empezara a comprar bonos de todos los países que necesitan apoyo, inundaría el mercado con tres o cuatro veces más dinero. Y eso inevitablemente disparará el precio del oro.
Alternativamente, supongamos que se produce una ruptura desordenada de la moneda única, uno o dos países se marchan y el sistema en sí se desintegra. De repente, se introducen nuevas monedas. Se imponen controles de capital en algunos países para evitar que el dinero se escape. En otros, los bancos se hunden cuando la magnitud de las pérdidas se haga obvia. En ese escenario, el oro subirá también porque el metal precioso siempre se beneficia del caos. Sin duda, en los países que abandonen el euro, el oro podría convertirse perfectamente en la única divisa viable durante un tiempo. Habrá que esperar para que las nuevas monedas se establezcan y consigan credibilidad, y mientras tanto o volvemos al trueque o al dinero de metal.
Incluso si el culebrón sigue dando tumbos durante dos o tres años más, sin solución real a la vista, al oro también le puede ir bien. La crisis sólo puede conseguir que se erosione paulatinamente la fe de la gente en el dinero de papel de cualquier clase. En estos momentos, el oro parece una apuesta de "cara, gano yo; cruz pierdes tú", o sea, sólo se puede ganar... Y parece la única manera segura de protegerse de la crisis del euro.
Matthew Lynn, director ejecutivo de Strategy Economics.

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