Mossad: Instituto de Inteligencia y Servicios Especiales
Anteriormente conocido como el Instituto Central para la Coordinación y el Instituto Central para Inteligencia y Seguridad, el Mossad se creó el 1 de abril de 1951, siendo por entonces primer ministro de Israel David Ben Gurion que fue a su vez el primer director del Mossad: "Para nuestro estado que desde su creación ha estado amenazado por sus enemigos. La inteligencia constituye la primera línea de defensa, debemos aprender bien a conocer lo que está pasando a nuestro alrededor".
Las misiones del Mossad son los servicios de inteligencia y contraterrorismo. Su sede esta en Tel-Aviv. También se responsabiliza del movimiento clandestino de judíos en Siria, Irán y Etiopía. Los agentes de Mossad están activos en muchos países. El Mossad tiene un total de ocho secciones, aunque muchos detalles internos de la organización permanecen oscuramente secretos.
El numero de personas que trabajaban en el Mossad en 1980, era de 1.500 a 2.000. La identidad del director del Mossad era tradicionalmente un secreto de estado en Israel , o por lo menos no públicamente conocido, pero en marzo de 1996, el gobierno israelí anunció públicamente el nombramiento del general Danny Yatom, como sustituto de Shabtai Shavit quien dimitió también durante 1996.
La sección más grande es la que se responsabiliza del funcionamiento del espionaje en las oficinas extranjeras bajo la tapadera diplomática y extraoficial. Esta sección produce los informes de situación diarios, resúmenes semanales e informes mensuales detallados. La sección consiste en varios grupos o estaciones que son responsables cada uno de 15 regiones geográficas especializadas, incluido EE.UU., Canadá, Europa Occidental, América Latina, la antigua Unión Soviética, China, Africa, el Magreb (Marruecos, Argelia, Túnez), Libia, Irak, Jordania, Siria, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos e Irán.
Anteriormente conocido como el Instituto Central para la Coordinación y el Instituto Central para Inteligencia y Seguridad, el Mossad se creó el 1 de abril de 1951, siendo por entonces primer ministro de Israel David Ben Gurion que fue a su vez el primer director del Mossad: "Para nuestro estado que desde su creación ha estado amenazado por sus enemigos. La inteligencia constituye la primera línea de defensa, debemos aprender bien a conocer lo que está pasando a nuestro alrededor".
Las misiones del Mossad son los servicios de inteligencia y contraterrorismo. Su sede esta en Tel-Aviv. También se responsabiliza del movimiento clandestino de judíos en Siria, Irán y Etiopía. Los agentes de Mossad están activos en muchos países. El Mossad tiene un total de ocho secciones, aunque muchos detalles internos de la organización permanecen oscuramente secretos.
El numero de personas que trabajaban en el Mossad en 1980, era de 1.500 a 2.000. La identidad del director del Mossad era tradicionalmente un secreto de estado en Israel , o por lo menos no públicamente conocido, pero en marzo de 1996, el gobierno israelí anunció públicamente el nombramiento del general Danny Yatom, como sustituto de Shabtai Shavit quien dimitió también durante 1996.
La sección más grande es la que se responsabiliza del funcionamiento del espionaje en las oficinas extranjeras bajo la tapadera diplomática y extraoficial. Esta sección produce los informes de situación diarios, resúmenes semanales e informes mensuales detallados. La sección consiste en varios grupos o estaciones que son responsables cada uno de 15 regiones geográficas especializadas, incluido EE.UU., Canadá, Europa Occidental, América Latina, la antigua Unión Soviética, China, Africa, el Magreb (Marruecos, Argelia, Túnez), Libia, Irak, Jordania, Siria, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos e Irán.
Elí Cohen |
La sección de acción política y la sección de enlace dirige actividades políticas y de enlace con los servicios de inteligencia extranjeras y con naciones con las que Israel no tiene relaciones diplomáticas normales. En las estaciones más grandes, como París, el Mossad tenía habitualmente bajo la tapadera de la embajada, dos directores regionales, uno servia en la sección de espionaje y el otro en la sección política y de enlace.
La sección de servicios especiales, también conocida como Metsada, dirige los asesinatos, actos de sabotaje, y los proyectos de guerra paramilitares, y psicológicos.
La L.A.P. (Lohamah Psichlogit Department), es responsable de la propaganda y la guerra.
La sección de servicios especiales, también conocida como Metsada, dirige los asesinatos, actos de sabotaje, y los proyectos de guerra paramilitares, y psicológicos.
La L.A.P. (Lohamah Psichlogit Department), es responsable de la propaganda y la guerra.
Su mas famoso espía, Eli Cohen, fue reclutado por el Mossad durante los años sesenta para infiltrarlo en la cima del gobierno sirio. Cohen transmitió por radio la información a Israel durante dos años antes de que fuera descubierto y públicamente ejecutado en Damasco.
Otro agente del Mossad, Wolfgang Lotz, se estableció en El Cairo y obtuvo de los técnicos alemanes que trabajan en el proyecto, la información de un nuevo cohete egipcio y de los lugares donde se guardaba. En 1962 y 1963, en un esfuerzo para intimidar a los alemanes, algunos los científicos importantes de ese programa fueron asesinados.
Adolf Eichman durante el juicio en Israel |
En 1960, el Mossad llevó a cabo uno de sus acciones más famosas, el secuestro del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann que se encontraba refugiado en Argentina, este fue juzgado y condenado a muerte en Israel.
Mordechai Vanunu
Otro secuestro, en 1986, fue el del técnico nuclear judío Mordechai Vanunu, este técnico israelí trabajó de 1977 a 1985 en la central nuclear de Dimona y en octubre de 1986 reveló a periodistas ingleses del Sunday Times lo que había podido observar allí. Explicó con detalles, y aportó fotografías que él mismo había tomado, cómo se producía el plutonio en la planta subterránea y cómo este era transformado en bombas. Dio la cifra de 40 kg de producción anual de plutonio, mucho más de lo que se había calculado hasta entonces, lo que permitió a científicos nucleares que asesoraron al periódico a calcular que el número de bombas en posesión de Israel estaría entre las 100 y 200 unidades. Vanunu también afirmó que Israel había producido bombas que usaban el principio de fusión nuclear, es decir, el que se emplea para las bombas H o termonucleares y que en Dimona se fabricaba tritio, un material usado para reforzar la potencia de las bombas atómicas ordinarias, por lo que pensaron que Israel había fabricado este tipo de bombas reforzadas.
Mordechai Vanunu
Otro secuestro, en 1986, fue el del técnico nuclear judío Mordechai Vanunu, este técnico israelí trabajó de 1977 a 1985 en la central nuclear de Dimona y en octubre de 1986 reveló a periodistas ingleses del Sunday Times lo que había podido observar allí. Explicó con detalles, y aportó fotografías que él mismo había tomado, cómo se producía el plutonio en la planta subterránea y cómo este era transformado en bombas. Dio la cifra de 40 kg de producción anual de plutonio, mucho más de lo que se había calculado hasta entonces, lo que permitió a científicos nucleares que asesoraron al periódico a calcular que el número de bombas en posesión de Israel estaría entre las 100 y 200 unidades. Vanunu también afirmó que Israel había producido bombas que usaban el principio de fusión nuclear, es decir, el que se emplea para las bombas H o termonucleares y que en Dimona se fabricaba tritio, un material usado para reforzar la potencia de las bombas atómicas ordinarias, por lo que pensaron que Israel había fabricado este tipo de bombas reforzadas.
Pocos días después de la publicación en el periódico londinense de las revelaciones de Vanunu, éste desapareció de Londres. Al parecer una agente de los servicios secretos israelíes lo sedujo y condujo a Roma, de donde fue secuestrado y llevado a Israel, donde fue juzgado por un tribunal secreto como espía y traidor y condenado en 1988 a 18 años de prisión. Sin duda, la decisión de Israel de secuestrar al técnico fue la mayor prueba de que lo que Vanunu había contado era cierto.
Durante los años setenta, el Mossad asesinó a varios árabes relacionados con el grupo terrorista palestino Septiembre Negro.
El Mossad asesto un severo golpe a la O.L.P. en abril de 1988, cuando un equipo asalto la residencia en Túnez del lugarteniente de Yasser Arafat, Abu Jihad, para asesinarle. Abu Jihad era considerado como el responsable de los actos terroristas contra Israel de la O.L.P.
Un científico canadiense que estaba desarrollando para Irak un cañón especial de largo alcance, fue asesinado también por equipos del Mossad en su apartamento de Bruselas en marzo de 1990 deteniendo así tal proyecto.
También el Mossad a tenido fracasos y equivocaciones. En la ciudad noruega de Lillehammer el 7 enero de 1974 agentes de Mossad mataron por error a Ahmad Boushiki, un mozo argelino que llevaba un pasaporte marroquí al que confundieron con Ali Ahmad Salameh, supuesto cerebro de la matanza de atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Munich en 1972 (Salameh resulto muerto en 1979 al hacer explosión un coche bomba en Líbano). Los agentes del Mossad fueron detenidos y juzgados. Se declararon culpables cinco agentes israelíes y fueron condenados a pequeñas penas de cárcel. Israel negó toda responsabilidad por el asesinato. En febrero de 1996 el gobierno israelí compenso a la familia de Ahmad Boushiki.
El 15 de noviembre de 1995, el primero ministro Itzjak Rabin fue asesinado por el judío Yigal Amir. Hubo gran controversia por el fracaso del Mossad en proteger a Rabin, a esto se añadió el asesinato por equivocación de un ciudadano sueco, por estos hechos el director general del Mossad, sólo conocido como "S", dimitió.
El 24 septiembre de 1997, miembros del Mossad asesinaron en Jordania, a Khalid Meshaal, un líder político del grupo palestino Hamas. Estos entraron en Jordania con un falso pasaporte canadiense, e inyectaron a Meshaal un veneno, pero los agentes del Mossad fueron detenidos. Jordania pudo obtener concesiones de Israel como consecuencia del fiasco, como el canje de los miembros del Mossad a cambio de la liberación del fundador de Hamas, Shaykh Ahmad Yasin, que se encontraba enfermo en una cárcel israelí.
El servicio secreto de Israel: Las mujeres del Mosad
Representan el 20% de los miembros del servicio secreto de Israel, el órgano de seguridad del país en el que más agentes femeninas participan en misiones especiales
El servicio secreto israelí, el Mosad, es el organismo de seguridad de Israel en el que más mujeres toman parte activa en misiones especiales. El 20% de sus alrededor de 2.000 agentes secretos son mujeres.
De hecho era una mujer, Aliza Maguén, quien hasta hace poco ocupaba el cargo de número dos. «El Mosad -en comparación con otros organismos como el Ejército o los Servicios Generales de Seguridad de Israel (el secreto Shabak o Shin Bet, según sus siglas en hebreo)- es una institución muy avanzada a la hora de nombrar a mujeres para cargos destacados y de incluirlas en misiones complejas y peligrosas», asegura a EL MUNDO su ex jefe máximo Dani Yatom, general retirado del Ejército y diputado laborista desde hace un año.
El Shabak actúa dentro de Israel y en los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza, a diferencia del Mosad, que lleva a cabo sus operaciones secretas en el extranjero.
«Sigue habiendo más hombres, por supuesto, pero vamos progresando», añade Yatom, que dirigió el servicio entre los años 1996 y 1998.
Pero Y. (agente en activo) no opina que exista esa igualdad. «Que no me cuenten cuentos; en general las mujeres son ayudantes o acompañantes», dice.
Casos brillantes
Y. era una estudiante de 30 años cuando fue reclutada y enviada a Sudán. Su misión era dirigir el centro de vacaciones que sirvió de cobertura a las actividades del servicio secreto para sacar a judíos etíopes de su país y trasladarlos a Israel, donde llegaron por miles en las dos últimas décadas.
«El Mosad le ha dado oportunidades a algunas mujeres brillantes, pero han sido excepciones. Y en ese caso o las convierten en mitos o interiormente se compadecen de ellas», comenta Y. «Resultó muy difícil convencer a mi jefe de que enviara a una mujer a Sudán. Pero recuerdo que cuando uno de los miembros del grupo que dependía de mí volvió de un viaje a Israel, contó que todos en Tel Aviv [donde están los cuarteles generales del servicio secreto se preguntaban dónde escondo yo mis testículos».
En el Mosad hay un considerable puritanismo a la hora de hablar de la utilización de la sexualidad por parte de mujeres en misiones especiales. La seducción «existe, no se puede negar, pero en dosis mínimas», dice Maguén, que sigue hoy en día desempeñando funciones importantes dentro del servicio secreto.
Y matiza: «No es que nunca entre en juego el elemento sexual a la hora de reclutar a un colaborador extranjero o de llevar a cabo otra actividad, pero en ese caso no será una mujer de las nuestras. Ninguna de nuestras mujeres se irá a la cama con un hombre como parte de su trabajo en el Mosad».
Pero Maguén aclara que «eso no quiere decir que, a fin de alcanzar un objetivo frente a un hombre, no se utilicen mujeres de pago, ya que la sexualidad puede desempeñar un papel».
Uno de los grandes mitos del Mosad -una suerte de Mata Hari moderna y más eficaz- fue Cindy, clave en el secuestro en Roma en 1986 del técnico israelí Mordejai Vanunu, que había vendido al diario británico The Sunday Times los secretos del reactor nuclear de la ciudad de Dimona, en uno de cuyos puestos de control había trabajado. De ese modo, Cindy, nacida en EEUU, evitó que se publicaran algunos de los secretos mejor guardados de Israel.
La guapa agente secreta sedujo a Vanunu en Londres haciéndose pasar por una turista estadounidense, y lo convenció para que hicieran juntos un romántico viaje a Roma, donde agentes del Mosad lo secuestraron y lo llevaron clandestinamente en barco a Israel. Vanunu fue acusado en Israel de «alta traición» y condenado a 18 años de cárcel, y permanece desde entonces confinado en una celda.
¿En qué se diferencia el trabajo de una mujer del de un hombre? «Yo creo en la intuición femenina, y éste es un trabajo en el que hace falta mucha intuición», explica Maguén.
Para la ex número dos del Mosad, asimismo, una mujer puede estar en un lugar en el que no es normal que esté un hombre. Además, «la información secreta que se obtiene suele ser a fin de cuentas un trabajo de persona a persona y se basa en la confianza mutua, y en esto las mujeres son mejores», afirma Maguén.
¿Y qué condiciones debe reunir un espía, mujer u hombre? Según el recientemente fallecido jefe máximo del cuerpo, Iser Harel -un virtuoso del espionaje-, un agente «tiene que ser curioso sin que se note, valiente, de reacciones rápidas, cuidadoso pero con iniciativa, atento a los detalles, y al mismo tiempo capaz de distinguir entre lo importante y lo que no lo es».
Además, «ha de ser paciente y metódico, atento a las formas de pensamiento y a las costumbres de otra gente, y capaz de actuar en situaciones muy tensas, así como disciplinado y discreto.Pero al mismo tiempo, tiene que ser una persona gris y normalísima que se parezca al dueño de la tienda de ultramarinos de la esquina».
Y. asegura que las agentes «deben ser mujeres normales, pero dispuestas a vivir situaciones de riesgo». «A quien necesita una vida muy ordenada y cómoda le resultará muy difícil dedicarse a esto. Luego está el tema de la familia. En el caso de los hombres no hay que renunciar ella», añade. «En cambio yo sí viví en carne propia esa renuncia. Me llegaron a decir: 'Si no te quedas, cuando vuelvas a casa no me encontrarás'» - El Mundo - 07/02/2004
Mossad de Israel
Fundado en 1937, su nombre completo es Mossad Aliyah Beth, u organización para la segunda Inmigración, el Mossad fue el primer órgano israelí de Seguridad. Su primera tarea fue llevar judíos de Europa al puerto de refugio en la tierra de Palestina.
Después de la fundación del Estado de Israel en 1948 se convirtió en el decano de todos los órganos de Seguridad, y su director, automáticamente en el jefe de los cinco.
Tendrá unos 1500 empleados. Y solo 40 katsas. La posibilidad de operar con un personal tan reducido y un presupuesto escaso es cuestión de dos factores: Capacidad de obtener cuantos datos deseen de la población israelí, que sigue siendo sorprendentemente cosmopolita y en el que se da una asombrosa variedad de talentos, lenguas y orígenes geográficos. El otro factor es una red internacional de ayudantes sayanim. Se tratan de judíos de la diáspora (deben de ser totalmente judíos tanto por lo paterno como lo materno), la calidad de judío se obtiene en el nacimiento por transmisión materna, la madre enseña su documento de judía, entonces el niño puede adquirir la condición de judío. quienes, probablemente serán leales al país en que residen, también simpatizan con el Estado de Israel. Sólo en Londres hay dos mil de esos auxiliares y cinco mil en toda Gran Bretaña y diez veces esa cifra en EEUU. Nunca se les hace intervenir en operaciones, sino todo lo que se les pide son favores, y deben de estar convencidos de que la ayuda que se les solicita no es para una operación contra su país natal o de adopción. No se permiten los conflictos de lealtades. Esas personas permiten reducir hasta la décima parte los costes de las operaciones.
Ejemplo:
Un equipo del Mossad llega a Londres para montar una operación contra un grupo palestino clandestino. Necesita un coche. A un sayan que trabaja en el ramo de la automoción se le pide que deje un coche de segunda mano y con las llaves bajo la esterilla. Lo devuelven más tarde después de la operación. El sayan nunca sabe para que ha sido utilizado. En el registro cuenta que se lo dejo a un posible cliente.
El mismo equipo necesita una tapadera. Un sayan propietario de locales comerciales les presta un local vacío, y otro dedicado a la confitería les surte de los caramelos y chocolates necesarios para llenar la tienda. Si necesitan una dirección a la que enviar correos, un sayan que trabaja en el ramo inmobiliario les presta las llaves de una oficina que aparece vacía en su registro.
Servicio secreto israelí, especialista en banderas falsas. Se dedica a la información del exterior.
Es el más pequeño, implacable y entusiasta de los principales servicios de inteligencia del mundo. Es indudable que haya cometido asesinatos, utilizando los equipos kidom. Los kidom están bajo la jurisdicción de los Combatientes o División Komemiute, el núcleo duro formado por hombres que permanecen en las sombras. Pero incluso el Mossad tiene sus reglas, aunque se las hayan impuesto así mismo.
Las eliminaciones son de dos categorías. Una es el requisito operativo, una emergencia imprevista en que una operación que implica a personas amigas corre peligro, y en la que la persona que está en medio tiene que ser apartada del camino rápida y permanentemente. En estos casos, el katsa supervisor, u oficial encargado del asunto, tiene derecho a desperdiciar al oponente que hace peligrar toda la misión, para lo cual obtendrá en Tel Aviv el apoyo retroactivo de sus jefes.
Los israelíes fueron en el pasado maestros en meter agentes en los grandes puestos de otros países objetivo. Esto se debía que cuando era un país recién creado, a Israel le llegaban súbditos de todo el mundo. Pero transcurrieron los años y inmigrantes originales israelíes envejecieron. Sus hijos sabras no estudiaban el árabe y no estaban en condiciones de intentar lo que Elie Cohen hizo. En 1990 el Mossad tenía muy pocos arabistas.
La penetración en los secretos árabes se logra más fácilmente en Europa y EEUU. Cuando un país compra un caza en EEUU, los detalles pueden ser robados con más facilidad y mucho menos riesgos en EEUU. Si un pez gordo árabe parece susceptible de abordaje, lo harían en Europa, cuando el jeque estuviera de viaje de placer. Por esta razón en 1990 casi todas las operaciones del Mossad tuvieran su escenario en Europa y EEUU.
La otra categoría corresponden a aquellos que ya están en las que han de ser ejecutados, una lista que se encuentra en dos lugares: la caja fuerte principal del primer ministro y la caja fuerte del jefe del Mossad. A cada nuevo ministro que ocupa el cargo se le dice que lea la lista, que puede contener entre treinta y ochenta hombres. El primer ministro nuevo puede hacer dos cosas: o bien marcar con sus iniciales cada nombre, dando al Mossad su visto bueno para que actúe si lo ve conveniente y cuando decida, o bien insistir que se le consulte antes de cada nueva misión. En cualquiera de los dos casos debe firmar la orden de ejecución.
En términos generales, lo que están en la lista son de tres clases. Están los pocos dirigentes nazis que aun siguen con vida, aunque esta clase casi a dejado de existir. Años atrás, si bien Israel montó un gran operación para raptar y juzgar a Adolf Eichmann porque quería hacer de él un ejemplo internacional, otros nazis fueron liquidados en silencio. La segunda clase está compuesta casi en su totalidad por terroristas contemporáneos, sobre todo árabes que ya han vertido sangre israelí o judía, o que les gustaría verterla con unos pocos de elementos no árabes.
La tercera categoría son los que trabajan con los enemigos de Israel y cuyas actividades comportan un gran peligro para Israel y sus ciudadanos si se les permite avanzar más.
El común denominador es que los señalados como objetivos deben tener las manos ensangrentadas, tanto de hecho como en perspectiva.
Se solicita un golpe, el primer ministro pasará el asunto a un investigador judicial tan secreto que pocos juristas israelíes, y por supuesto, ningún ciudadano han oído hablar de él. El investigador celebra un juicio en el que se lee la acusación en presencia de un fiscal y un defensor. Si la solicitud del Mossad se confirma, el asunto pasa de nuevo al primer ministro para que lo firme. El equipo Kidom hace el resto, si puede.
El problema de la teoría según la cual el Mossad liquidó a Bull es que presenta defectos en casi todos los niveles. Es cierto que Bull trabajaba para Sadam Husein, y estaba diseñando una nueva artillería convencional (que no podía alcanzar a Israel) y un programa de cohetes (que podían alcanzarlos algún día) y un cañón gigante que no preocupaba a Israel en absoluto. Pero había centenares de personas que trabajaban en la misma dirección. Media docena de industrias alemanas estaban detrás de la atroz industria del gas venenoso iraquí, con el que Sadam había amenazado a Israel. Alemanes y brasileños trabajaban a prisa en los nuevos misiles Saad 16. Los franceses eran los primeros promotores y proveedores para la investigación iraquí para obtener una bomba nuclear.
El Mossad tiene otro hábito cuando trata con científicos o industrial, pero jamás con terroristas. Siempre le da una advertencia final, que no es sencillamente allanar la casa donde vive, sino una advertencia verbal directa.
El Mossad dispone de algunos de los mejores servicios técnicos del mundo. Aparte de un ordenador central con casi dos millones de nombres y sus correspondientes datos, y de unos expertos excelentes en forzar cerraduras.
En el sótano y en el subsótano de las instalaciones del Mossad hay una serie de salas donde la temperatura está cuidadosamente controlada. Esas salas contienen papel, pero no sólo cualquier papel. Ahí se conservan originales de casi todos los pasaportes del mundo, junto con una miríada de carnets de identidad, permisos de conducir, tarjetas de la seguridad social y documentos similares.
Luego están los papeles en blanco, esto es, los carnets de identidad sin rellenar en los que los expertos calígrafos pueden trabajar a discreción, utilizando los originales como guía para producir falsificaciones de calidad soberbia.
Los carnets de identidad no son la única especialidad. Billetes de banco de un parecido casi absoluto pueden ser producidos en grandes cantidades, como de hecho ocurre, ya sea para ayudar a hundir la moneda de naciones vecinas hostiles, ya para financiar las operaciones negras, aquellas ni las que el primer ministro sabe.
Tiene una colección prácticamente sin igual de documentos de empresas simuladas, pasaportes falsos, papel oficial con membrete y todo lo necesario para urdir un engaño. Su lugar de honor lo ocupan sus ladrones de cajas fuertes y expertos en cerraduras. La capacidad del Mossad para irrumpir en lugares herméticamente cerrados es proverbial, y su habilidad par el robo con allanamiento estuvo considerada como la mejor.
Tan alta es la reputación de los cerrajeros del Mossad que cuando los fabricantes británicos enviaban un nuevo producto al SIS para que lo comentara, lo pasaban a Tel Aviv. El Mossad lo estudiaba, descubría la manera de abrirlo y lo devolvía a Londres bajo el calificativo de inexpugnable. El SIS descubrió ese proceder.
La siguiente vez una empresa cerrajera británica presentó una cerradura especialmente segura. El SIS les pidió que le proporcionara otra más fácil. Esta última fue la que enviaron a Tel Aviv. Allí la estudiaron y la abrieron, y entonces la devolvieron a Londres diciendo que era imposible de abrir. El SIS aconsejó al fabricante que comercializara la cerradura buena.
Esto condujo a un embarazoso incidente un año después, cuando un cerrajero del Mossad se pasó tres horas sudando para abrir esta cerradura en el corredor de una oficina de una capital europea, antes de salir lívido de ira. Desde entonces los británicos prueban sus propias cerraduras.
En el edificio en los suburbios al norte de Tel Aviv que alberga los cuarteles generales del Mossad no llama la atención, incluso de sus más próximos vecinos. La entrada al aparcamiento subterráneo del conjunto de despachos esta flaqueada por tiendas de lo más común. En el piso bajo hay un banco, y en el vestíbulo de entrada, antes de llegar a las puertas giratorias que dan paso al banco, está el ascensor, una tablilla en la que figura las razones sociales que tienen sus despachos en los pisos superiores y la mesita del portero para informaciones.
El tablero pone de manifiesto que en el interior del edificio están las oficinas de varias compañías comerciales, dos dedicadas a Seguros, un arquitecto, un ingeniero consultor y una compañía de importación exportación en el piso superior. Cualquier clase de información sobre cualquiera de las razones sociales, excepto la del piso superior, es facilitada cortésmente. Con la misma cortesía no se contesta las preguntas sobre la compañía instalada en el piso superior. La compañía del piso superior es la fachada del Mossad. Las habitaciones donde se reúnen los jefes de la Seguridad israelí son desnudas y frías, pintadas de blanco, con una larga mesa y sillas junto a las paredes. Alrededor de la mesa toman asiento los cinco hombres que controlan las cinco ramas de Seguridad. Detrás de ellos toman asiento los escribientes y los estenógrafos. Otros no miembros pueden ser llamados a informar, pero esto ocurre raras veces. Las reuniones están clasificadas como máximo secreto, pues nada de lo que allí se dice debe ser divulgado.
En la cabecera de la mesa se sienta el director del Mossad.
Las reuniones semanales permiten a cada jefe conocer lo que están haciendo los demás departamentos.
Dos hombres más están presentes como observadores, el inspector general de la policía, y el jefe de una rama especial, las armas ejecutivas del Shabak en la lucha contra el terrorismo en el interior del país.
Durante los años setenta, el Mossad asesinó a varios árabes relacionados con el grupo terrorista palestino Septiembre Negro.
El Mossad asesto un severo golpe a la O.L.P. en abril de 1988, cuando un equipo asalto la residencia en Túnez del lugarteniente de Yasser Arafat, Abu Jihad, para asesinarle. Abu Jihad era considerado como el responsable de los actos terroristas contra Israel de la O.L.P.
Un científico canadiense que estaba desarrollando para Irak un cañón especial de largo alcance, fue asesinado también por equipos del Mossad en su apartamento de Bruselas en marzo de 1990 deteniendo así tal proyecto.
También el Mossad a tenido fracasos y equivocaciones. En la ciudad noruega de Lillehammer el 7 enero de 1974 agentes de Mossad mataron por error a Ahmad Boushiki, un mozo argelino que llevaba un pasaporte marroquí al que confundieron con Ali Ahmad Salameh, supuesto cerebro de la matanza de atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Munich en 1972 (Salameh resulto muerto en 1979 al hacer explosión un coche bomba en Líbano). Los agentes del Mossad fueron detenidos y juzgados. Se declararon culpables cinco agentes israelíes y fueron condenados a pequeñas penas de cárcel. Israel negó toda responsabilidad por el asesinato. En febrero de 1996 el gobierno israelí compenso a la familia de Ahmad Boushiki.
El 15 de noviembre de 1995, el primero ministro Itzjak Rabin fue asesinado por el judío Yigal Amir. Hubo gran controversia por el fracaso del Mossad en proteger a Rabin, a esto se añadió el asesinato por equivocación de un ciudadano sueco, por estos hechos el director general del Mossad, sólo conocido como "S", dimitió.
El 24 septiembre de 1997, miembros del Mossad asesinaron en Jordania, a Khalid Meshaal, un líder político del grupo palestino Hamas. Estos entraron en Jordania con un falso pasaporte canadiense, e inyectaron a Meshaal un veneno, pero los agentes del Mossad fueron detenidos. Jordania pudo obtener concesiones de Israel como consecuencia del fiasco, como el canje de los miembros del Mossad a cambio de la liberación del fundador de Hamas, Shaykh Ahmad Yasin, que se encontraba enfermo en una cárcel israelí.
El servicio secreto de Israel: Las mujeres del Mosad
Representan el 20% de los miembros del servicio secreto de Israel, el órgano de seguridad del país en el que más agentes femeninas participan en misiones especiales
El servicio secreto israelí, el Mosad, es el organismo de seguridad de Israel en el que más mujeres toman parte activa en misiones especiales. El 20% de sus alrededor de 2.000 agentes secretos son mujeres.
De hecho era una mujer, Aliza Maguén, quien hasta hace poco ocupaba el cargo de número dos. «El Mosad -en comparación con otros organismos como el Ejército o los Servicios Generales de Seguridad de Israel (el secreto Shabak o Shin Bet, según sus siglas en hebreo)- es una institución muy avanzada a la hora de nombrar a mujeres para cargos destacados y de incluirlas en misiones complejas y peligrosas», asegura a EL MUNDO su ex jefe máximo Dani Yatom, general retirado del Ejército y diputado laborista desde hace un año.
El Shabak actúa dentro de Israel y en los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza, a diferencia del Mosad, que lleva a cabo sus operaciones secretas en el extranjero.
«Sigue habiendo más hombres, por supuesto, pero vamos progresando», añade Yatom, que dirigió el servicio entre los años 1996 y 1998.
Pero Y. (agente en activo) no opina que exista esa igualdad. «Que no me cuenten cuentos; en general las mujeres son ayudantes o acompañantes», dice.
Casos brillantes
Y. era una estudiante de 30 años cuando fue reclutada y enviada a Sudán. Su misión era dirigir el centro de vacaciones que sirvió de cobertura a las actividades del servicio secreto para sacar a judíos etíopes de su país y trasladarlos a Israel, donde llegaron por miles en las dos últimas décadas.
«El Mosad le ha dado oportunidades a algunas mujeres brillantes, pero han sido excepciones. Y en ese caso o las convierten en mitos o interiormente se compadecen de ellas», comenta Y. «Resultó muy difícil convencer a mi jefe de que enviara a una mujer a Sudán. Pero recuerdo que cuando uno de los miembros del grupo que dependía de mí volvió de un viaje a Israel, contó que todos en Tel Aviv [donde están los cuarteles generales del servicio secreto se preguntaban dónde escondo yo mis testículos».
En el Mosad hay un considerable puritanismo a la hora de hablar de la utilización de la sexualidad por parte de mujeres en misiones especiales. La seducción «existe, no se puede negar, pero en dosis mínimas», dice Maguén, que sigue hoy en día desempeñando funciones importantes dentro del servicio secreto.
Y matiza: «No es que nunca entre en juego el elemento sexual a la hora de reclutar a un colaborador extranjero o de llevar a cabo otra actividad, pero en ese caso no será una mujer de las nuestras. Ninguna de nuestras mujeres se irá a la cama con un hombre como parte de su trabajo en el Mosad».
Pero Maguén aclara que «eso no quiere decir que, a fin de alcanzar un objetivo frente a un hombre, no se utilicen mujeres de pago, ya que la sexualidad puede desempeñar un papel».
Uno de los grandes mitos del Mosad -una suerte de Mata Hari moderna y más eficaz- fue Cindy, clave en el secuestro en Roma en 1986 del técnico israelí Mordejai Vanunu, que había vendido al diario británico The Sunday Times los secretos del reactor nuclear de la ciudad de Dimona, en uno de cuyos puestos de control había trabajado. De ese modo, Cindy, nacida en EEUU, evitó que se publicaran algunos de los secretos mejor guardados de Israel.
La guapa agente secreta sedujo a Vanunu en Londres haciéndose pasar por una turista estadounidense, y lo convenció para que hicieran juntos un romántico viaje a Roma, donde agentes del Mosad lo secuestraron y lo llevaron clandestinamente en barco a Israel. Vanunu fue acusado en Israel de «alta traición» y condenado a 18 años de cárcel, y permanece desde entonces confinado en una celda.
¿En qué se diferencia el trabajo de una mujer del de un hombre? «Yo creo en la intuición femenina, y éste es un trabajo en el que hace falta mucha intuición», explica Maguén.
Para la ex número dos del Mosad, asimismo, una mujer puede estar en un lugar en el que no es normal que esté un hombre. Además, «la información secreta que se obtiene suele ser a fin de cuentas un trabajo de persona a persona y se basa en la confianza mutua, y en esto las mujeres son mejores», afirma Maguén.
¿Y qué condiciones debe reunir un espía, mujer u hombre? Según el recientemente fallecido jefe máximo del cuerpo, Iser Harel -un virtuoso del espionaje-, un agente «tiene que ser curioso sin que se note, valiente, de reacciones rápidas, cuidadoso pero con iniciativa, atento a los detalles, y al mismo tiempo capaz de distinguir entre lo importante y lo que no lo es».
Además, «ha de ser paciente y metódico, atento a las formas de pensamiento y a las costumbres de otra gente, y capaz de actuar en situaciones muy tensas, así como disciplinado y discreto.Pero al mismo tiempo, tiene que ser una persona gris y normalísima que se parezca al dueño de la tienda de ultramarinos de la esquina».
Y. asegura que las agentes «deben ser mujeres normales, pero dispuestas a vivir situaciones de riesgo». «A quien necesita una vida muy ordenada y cómoda le resultará muy difícil dedicarse a esto. Luego está el tema de la familia. En el caso de los hombres no hay que renunciar ella», añade. «En cambio yo sí viví en carne propia esa renuncia. Me llegaron a decir: 'Si no te quedas, cuando vuelvas a casa no me encontrarás'» - El Mundo - 07/02/2004
Mossad de Israel
Fundado en 1937, su nombre completo es Mossad Aliyah Beth, u organización para la segunda Inmigración, el Mossad fue el primer órgano israelí de Seguridad. Su primera tarea fue llevar judíos de Europa al puerto de refugio en la tierra de Palestina.
Después de la fundación del Estado de Israel en 1948 se convirtió en el decano de todos los órganos de Seguridad, y su director, automáticamente en el jefe de los cinco.
Tendrá unos 1500 empleados. Y solo 40 katsas. La posibilidad de operar con un personal tan reducido y un presupuesto escaso es cuestión de dos factores: Capacidad de obtener cuantos datos deseen de la población israelí, que sigue siendo sorprendentemente cosmopolita y en el que se da una asombrosa variedad de talentos, lenguas y orígenes geográficos. El otro factor es una red internacional de ayudantes sayanim. Se tratan de judíos de la diáspora (deben de ser totalmente judíos tanto por lo paterno como lo materno), la calidad de judío se obtiene en el nacimiento por transmisión materna, la madre enseña su documento de judía, entonces el niño puede adquirir la condición de judío. quienes, probablemente serán leales al país en que residen, también simpatizan con el Estado de Israel. Sólo en Londres hay dos mil de esos auxiliares y cinco mil en toda Gran Bretaña y diez veces esa cifra en EEUU. Nunca se les hace intervenir en operaciones, sino todo lo que se les pide son favores, y deben de estar convencidos de que la ayuda que se les solicita no es para una operación contra su país natal o de adopción. No se permiten los conflictos de lealtades. Esas personas permiten reducir hasta la décima parte los costes de las operaciones.
Ejemplo:
Un equipo del Mossad llega a Londres para montar una operación contra un grupo palestino clandestino. Necesita un coche. A un sayan que trabaja en el ramo de la automoción se le pide que deje un coche de segunda mano y con las llaves bajo la esterilla. Lo devuelven más tarde después de la operación. El sayan nunca sabe para que ha sido utilizado. En el registro cuenta que se lo dejo a un posible cliente.
El mismo equipo necesita una tapadera. Un sayan propietario de locales comerciales les presta un local vacío, y otro dedicado a la confitería les surte de los caramelos y chocolates necesarios para llenar la tienda. Si necesitan una dirección a la que enviar correos, un sayan que trabaja en el ramo inmobiliario les presta las llaves de una oficina que aparece vacía en su registro.
Servicio secreto israelí, especialista en banderas falsas. Se dedica a la información del exterior.
Es el más pequeño, implacable y entusiasta de los principales servicios de inteligencia del mundo. Es indudable que haya cometido asesinatos, utilizando los equipos kidom. Los kidom están bajo la jurisdicción de los Combatientes o División Komemiute, el núcleo duro formado por hombres que permanecen en las sombras. Pero incluso el Mossad tiene sus reglas, aunque se las hayan impuesto así mismo.
Las eliminaciones son de dos categorías. Una es el requisito operativo, una emergencia imprevista en que una operación que implica a personas amigas corre peligro, y en la que la persona que está en medio tiene que ser apartada del camino rápida y permanentemente. En estos casos, el katsa supervisor, u oficial encargado del asunto, tiene derecho a desperdiciar al oponente que hace peligrar toda la misión, para lo cual obtendrá en Tel Aviv el apoyo retroactivo de sus jefes.
Los israelíes fueron en el pasado maestros en meter agentes en los grandes puestos de otros países objetivo. Esto se debía que cuando era un país recién creado, a Israel le llegaban súbditos de todo el mundo. Pero transcurrieron los años y inmigrantes originales israelíes envejecieron. Sus hijos sabras no estudiaban el árabe y no estaban en condiciones de intentar lo que Elie Cohen hizo. En 1990 el Mossad tenía muy pocos arabistas.
La penetración en los secretos árabes se logra más fácilmente en Europa y EEUU. Cuando un país compra un caza en EEUU, los detalles pueden ser robados con más facilidad y mucho menos riesgos en EEUU. Si un pez gordo árabe parece susceptible de abordaje, lo harían en Europa, cuando el jeque estuviera de viaje de placer. Por esta razón en 1990 casi todas las operaciones del Mossad tuvieran su escenario en Europa y EEUU.
La otra categoría corresponden a aquellos que ya están en las que han de ser ejecutados, una lista que se encuentra en dos lugares: la caja fuerte principal del primer ministro y la caja fuerte del jefe del Mossad. A cada nuevo ministro que ocupa el cargo se le dice que lea la lista, que puede contener entre treinta y ochenta hombres. El primer ministro nuevo puede hacer dos cosas: o bien marcar con sus iniciales cada nombre, dando al Mossad su visto bueno para que actúe si lo ve conveniente y cuando decida, o bien insistir que se le consulte antes de cada nueva misión. En cualquiera de los dos casos debe firmar la orden de ejecución.
En términos generales, lo que están en la lista son de tres clases. Están los pocos dirigentes nazis que aun siguen con vida, aunque esta clase casi a dejado de existir. Años atrás, si bien Israel montó un gran operación para raptar y juzgar a Adolf Eichmann porque quería hacer de él un ejemplo internacional, otros nazis fueron liquidados en silencio. La segunda clase está compuesta casi en su totalidad por terroristas contemporáneos, sobre todo árabes que ya han vertido sangre israelí o judía, o que les gustaría verterla con unos pocos de elementos no árabes.
La tercera categoría son los que trabajan con los enemigos de Israel y cuyas actividades comportan un gran peligro para Israel y sus ciudadanos si se les permite avanzar más.
El común denominador es que los señalados como objetivos deben tener las manos ensangrentadas, tanto de hecho como en perspectiva.
Se solicita un golpe, el primer ministro pasará el asunto a un investigador judicial tan secreto que pocos juristas israelíes, y por supuesto, ningún ciudadano han oído hablar de él. El investigador celebra un juicio en el que se lee la acusación en presencia de un fiscal y un defensor. Si la solicitud del Mossad se confirma, el asunto pasa de nuevo al primer ministro para que lo firme. El equipo Kidom hace el resto, si puede.
El problema de la teoría según la cual el Mossad liquidó a Bull es que presenta defectos en casi todos los niveles. Es cierto que Bull trabajaba para Sadam Husein, y estaba diseñando una nueva artillería convencional (que no podía alcanzar a Israel) y un programa de cohetes (que podían alcanzarlos algún día) y un cañón gigante que no preocupaba a Israel en absoluto. Pero había centenares de personas que trabajaban en la misma dirección. Media docena de industrias alemanas estaban detrás de la atroz industria del gas venenoso iraquí, con el que Sadam había amenazado a Israel. Alemanes y brasileños trabajaban a prisa en los nuevos misiles Saad 16. Los franceses eran los primeros promotores y proveedores para la investigación iraquí para obtener una bomba nuclear.
El Mossad tiene otro hábito cuando trata con científicos o industrial, pero jamás con terroristas. Siempre le da una advertencia final, que no es sencillamente allanar la casa donde vive, sino una advertencia verbal directa.
El Mossad dispone de algunos de los mejores servicios técnicos del mundo. Aparte de un ordenador central con casi dos millones de nombres y sus correspondientes datos, y de unos expertos excelentes en forzar cerraduras.
En el sótano y en el subsótano de las instalaciones del Mossad hay una serie de salas donde la temperatura está cuidadosamente controlada. Esas salas contienen papel, pero no sólo cualquier papel. Ahí se conservan originales de casi todos los pasaportes del mundo, junto con una miríada de carnets de identidad, permisos de conducir, tarjetas de la seguridad social y documentos similares.
Luego están los papeles en blanco, esto es, los carnets de identidad sin rellenar en los que los expertos calígrafos pueden trabajar a discreción, utilizando los originales como guía para producir falsificaciones de calidad soberbia.
Los carnets de identidad no son la única especialidad. Billetes de banco de un parecido casi absoluto pueden ser producidos en grandes cantidades, como de hecho ocurre, ya sea para ayudar a hundir la moneda de naciones vecinas hostiles, ya para financiar las operaciones negras, aquellas ni las que el primer ministro sabe.
Tiene una colección prácticamente sin igual de documentos de empresas simuladas, pasaportes falsos, papel oficial con membrete y todo lo necesario para urdir un engaño. Su lugar de honor lo ocupan sus ladrones de cajas fuertes y expertos en cerraduras. La capacidad del Mossad para irrumpir en lugares herméticamente cerrados es proverbial, y su habilidad par el robo con allanamiento estuvo considerada como la mejor.
Tan alta es la reputación de los cerrajeros del Mossad que cuando los fabricantes británicos enviaban un nuevo producto al SIS para que lo comentara, lo pasaban a Tel Aviv. El Mossad lo estudiaba, descubría la manera de abrirlo y lo devolvía a Londres bajo el calificativo de inexpugnable. El SIS descubrió ese proceder.
La siguiente vez una empresa cerrajera británica presentó una cerradura especialmente segura. El SIS les pidió que le proporcionara otra más fácil. Esta última fue la que enviaron a Tel Aviv. Allí la estudiaron y la abrieron, y entonces la devolvieron a Londres diciendo que era imposible de abrir. El SIS aconsejó al fabricante que comercializara la cerradura buena.
Esto condujo a un embarazoso incidente un año después, cuando un cerrajero del Mossad se pasó tres horas sudando para abrir esta cerradura en el corredor de una oficina de una capital europea, antes de salir lívido de ira. Desde entonces los británicos prueban sus propias cerraduras.
En el edificio en los suburbios al norte de Tel Aviv que alberga los cuarteles generales del Mossad no llama la atención, incluso de sus más próximos vecinos. La entrada al aparcamiento subterráneo del conjunto de despachos esta flaqueada por tiendas de lo más común. En el piso bajo hay un banco, y en el vestíbulo de entrada, antes de llegar a las puertas giratorias que dan paso al banco, está el ascensor, una tablilla en la que figura las razones sociales que tienen sus despachos en los pisos superiores y la mesita del portero para informaciones.
El tablero pone de manifiesto que en el interior del edificio están las oficinas de varias compañías comerciales, dos dedicadas a Seguros, un arquitecto, un ingeniero consultor y una compañía de importación exportación en el piso superior. Cualquier clase de información sobre cualquiera de las razones sociales, excepto la del piso superior, es facilitada cortésmente. Con la misma cortesía no se contesta las preguntas sobre la compañía instalada en el piso superior. La compañía del piso superior es la fachada del Mossad. Las habitaciones donde se reúnen los jefes de la Seguridad israelí son desnudas y frías, pintadas de blanco, con una larga mesa y sillas junto a las paredes. Alrededor de la mesa toman asiento los cinco hombres que controlan las cinco ramas de Seguridad. Detrás de ellos toman asiento los escribientes y los estenógrafos. Otros no miembros pueden ser llamados a informar, pero esto ocurre raras veces. Las reuniones están clasificadas como máximo secreto, pues nada de lo que allí se dice debe ser divulgado.
En la cabecera de la mesa se sienta el director del Mossad.
Las reuniones semanales permiten a cada jefe conocer lo que están haciendo los demás departamentos.
Dos hombres más están presentes como observadores, el inspector general de la policía, y el jefe de una rama especial, las armas ejecutivas del Shabak en la lucha contra el terrorismo en el interior del país.
Mahmud al-Mabhuh |
Mahmud al-Mabhuh: La licencia para matar del Mossad - Gordon Thomas - Telegraph/Global Research - Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El asesinato de Mahmud al-Mabhuh tiene todas las características del implacable servicio de inteligencia israelí. Uno de los más destacados historiadores de la agencia presenta una perspectiva singular de sus métodos.
Los asesinos del Mossad sólo pueden haber sentido satisfacción al aparecer la noticia de que habían tenido éxito en el asesinato de Mahmud al-Mabhuh, un alto comandante militar de Hamas, en Dubai el mes pasado.
La negativa del gobierno israelí de comentar sobre la muerte ha provocado una vez más publicidad mundial para el Mossad, su temido servicio de inteligencia. Sus implacables asesinatos se hicieron famosos por la película “Munich”, que detalló los ataques del Mossad contra los terroristas que mataron a atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de 1972. Hace tiempo, la agencia ha establecido que el silencio es el modo más efectivo de diseminar el terror entre sus enemigos árabes.
El año pasado al-Mabhuh había pasado a encabezar la lista de objetivos, cada uno de los cuales debe ser legalmente aprobado bajo directivas fijadas hace más de medio siglo por Meir Amit, el más innovador e implacable director general del servicio. Nacido en Tiberíades, la ciudad favorita del rey Herodes, Amit estableció las reglas para asesinatos.
“No habrá asesinatos de dirigentes políticos por extremos que sean. Deben ser tratados por medios políticos. No habrá asesinatos de familiares de un terrorista a menos que también estén directamente implicados en terrorismo. Cada ejecución debe ser sancionada por el primer ministro incumbente. Por lo tanto toda ejecución es patrocinada por el Estado, la máxima sanción judicial legal. El ejecutor no es diferente del verdugo nombrado por el Estado o cualquier otro ejecutor legalmente nombrado.”
Encontré por primera vez a Amit en 2001 y gracias a él hablé con los espías del Mossad, los katsas, y finalmente, con los asesinos, los kidon, que toman su nombre de la palabra hebrea para bayoneta. Me ayudaron a escribir el único libro aprobado por el Mossad, “Los espías de Gideón.” Amit dijo que el libro “dice cómo era – y cómo es.”
Amit me mostró una copia de esas reglas en nuestra primera reunión. Después de dos años de entrenamiento en la academia del Mossad en Herzlia cerca de Tel Aviv, todo recluta para kidon recibe una copia.
El asesinato en Dubai es un ejemplo clásico de cómo realiza su trabajo el Mossad. Los 11 asesinos de al-Mabhuh se escogieron entre los 48 kidon actuales, seis de los cuales son mujeres.
Todavía hay que establecer cómo asesinaron a al-Mabhuh, pero la preferencia de los kidon es estrangulamiento con un alambre, una bomba bien colocada en un coche, un choque eléctrico o uno de los venenos creados por los científicos del Mossad en su cuartel en un suburbio de Tel Aviv.
El asesinato de Mahmud al-Mabhuh tiene todas las características del implacable servicio de inteligencia israelí. Uno de los más destacados historiadores de la agencia presenta una perspectiva singular de sus métodos.
Los asesinos del Mossad sólo pueden haber sentido satisfacción al aparecer la noticia de que habían tenido éxito en el asesinato de Mahmud al-Mabhuh, un alto comandante militar de Hamas, en Dubai el mes pasado.
La negativa del gobierno israelí de comentar sobre la muerte ha provocado una vez más publicidad mundial para el Mossad, su temido servicio de inteligencia. Sus implacables asesinatos se hicieron famosos por la película “Munich”, que detalló los ataques del Mossad contra los terroristas que mataron a atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de 1972. Hace tiempo, la agencia ha establecido que el silencio es el modo más efectivo de diseminar el terror entre sus enemigos árabes.
El año pasado al-Mabhuh había pasado a encabezar la lista de objetivos, cada uno de los cuales debe ser legalmente aprobado bajo directivas fijadas hace más de medio siglo por Meir Amit, el más innovador e implacable director general del servicio. Nacido en Tiberíades, la ciudad favorita del rey Herodes, Amit estableció las reglas para asesinatos.
“No habrá asesinatos de dirigentes políticos por extremos que sean. Deben ser tratados por medios políticos. No habrá asesinatos de familiares de un terrorista a menos que también estén directamente implicados en terrorismo. Cada ejecución debe ser sancionada por el primer ministro incumbente. Por lo tanto toda ejecución es patrocinada por el Estado, la máxima sanción judicial legal. El ejecutor no es diferente del verdugo nombrado por el Estado o cualquier otro ejecutor legalmente nombrado.”
Encontré por primera vez a Amit en 2001 y gracias a él hablé con los espías del Mossad, los katsas, y finalmente, con los asesinos, los kidon, que toman su nombre de la palabra hebrea para bayoneta. Me ayudaron a escribir el único libro aprobado por el Mossad, “Los espías de Gideón.” Amit dijo que el libro “dice cómo era – y cómo es.”
Amit me mostró una copia de esas reglas en nuestra primera reunión. Después de dos años de entrenamiento en la academia del Mossad en Herzlia cerca de Tel Aviv, todo recluta para kidon recibe una copia.
El asesinato en Dubai es un ejemplo clásico de cómo realiza su trabajo el Mossad. Los 11 asesinos de al-Mabhuh se escogieron entre los 48 kidon actuales, seis de los cuales son mujeres.
Todavía hay que establecer cómo asesinaron a al-Mabhuh, pero la preferencia de los kidon es estrangulamiento con un alambre, una bomba bien colocada en un coche, un choque eléctrico o uno de los venenos creados por los científicos del Mossad en su cuartel en un suburbio de Tel Aviv.
Meir Dagan |
El plan para el asesinato de Mahmud al-Mabhuh se finalizó en una pequeña sala de conferencias próxima a la oficina de Meir Dagan, que ha dirigido el Mossad durante los últimos ocho años. Décimo director general, Dagan tiene la reputación de no dudar antes de caminar por una callejuela árabe desconocida sin otra cosa que una pistola en su bolsillo.
Sólo él sabe cuántas veces ha solicitado a un primer ministro el permiso legal para matar a un terrorista que no podía ser llevado ante un tribunal israelí, junto a los kidon a los que muestra el documento legalmente sellado, la licencia para matar.
Si el nombre de Mahmud al-Mabhuh hubiera estado en un documento semejante, habría sido firmado por Benyamin Netanyahu. Eso, como todo aspecto de una operación kidon, sería enérgicamente desmentido por un portavoz del gobierno, si se le preguntara. Lo que no ha impedido que el jefe de la policía de Dubai, el teniente general Tamin, despotricara contra el primer ministro israelí.
Esta semana hace dos años que Dagan envió un equipo de kidon a Damasco a asesinar a Imad Mughniyeh. Su expediente en el Mossad incluía detalles de la organización del secuestro de Terry Waite y del atentado contra la base de marines de EE.UU. cerca del aeropuerto de Beirut, matando a 241 personas. EE.UU. había ofrecido 12,5 millones de libras por su cabeza. Dagan sólo lo quería muerto.
Psiquíatras, psicólogos, científicos conductuales, psicoanalistas y perfiladores – conocidos colectivamente como los “especialistas” – recibieron instrucciones de decidir la mejor manera de asesinar a Mughniyeh.
Concluyeron que estaría entre los invitados de honor en las celebraciones del Centro Cultural Iraní en 2008 para la celebración de la Revolución de Jomeini. El equipo colocó una bomba en el apoya-cabezas del Mitsubishi Pajero que había sido alquilado por Mughniyeh, para que fuera detonada por un teléfono móvil. Cuando Mughniyeh llegó al Centro Cultural exactamente a las 7pm el 12 de febrero, la explosión hizo volar su cabeza.
En el funeral de Mughniyeh en Beirut, su madre, Um-Imad, estuvo sentada en medio de un mar de chadores negros; una sombría anciana que gemía que su hijo iba a visitarla el día después de su muerte. Gritaba que no tenía una fotografía para recordarlo. Dos días después recibió un paquete. Contenía su fotografía. Se había enviado desde Haifa.
La lista de asesinatos por los kidon es larga y va más allá del mundo árabe. En su base en lo profundo del desierto Néguev – la arena sólo es interrumpida por una vista distante de la instalación nuclear de Israel en Dimona – los kidon practican con una variedad de pistolas, aprenden a ocultar bombas, a administrar una inyección letal en una multitud y a hacer que un asesinato parezca un accidente.
Estudian asesinatos famosos – el de John F. Kennedy, por ejemplo – y estudian las caras y las costumbres de objetivos potenciales cuyos detalles están almacenados en sus ordenadores altamente confidenciales. Allí también hay miles de mapas de calles constantemente puestos al día, bajados de Google Earth.
El Mossad es uno de los servicios de inteligencia más pequeños del mundo. Pero tiene un sistema de respaldo que ningún otro puede equiparar. El sistema es conocido como sayanim, palabra derivada del hebrero lesayeah, que quiere decir ‘ayudar’.
Hay decenas de miles de esos “ayudantes”. Cada uno ha sido cuidadosamente reclutado, a veces por katsas, los agentes del Mossad en el terreno. A otros, miembros del secreto grupo les han solicitado que se conviertan en ayudantes.
Creado por Meir Amir, el papel de los sayanim es un impactante ejemplo de la cohesión de la comunidad judía mundial. En términos prácticos, un sayan que dirige una agencia de alquiler de coches puede suministrar a un kidon un vehículo sin hacer preguntas. Un sayan agente inmobiliario puede suministrar un edificio para la vigilancia. Un sayan gerente de banco suministrará fondos a cualquier hora, y un doctor sayan asegura la asistencia médica.
Cualquiera de estos ayudantes podría haber estado involucrado en el asesinato de Mahmud al-Mabhuh. El Mossad ha expandido recientemente su red de sayanim en los países árabes.
Un doctor sayan en Cisjordania suministró detalles de la poción homeopática que Yasser Arafat solía beber. Cuando murió en 2004, su médico personal, doctor al-Kurdi, dijo que “un envenenamiento es una fuerte posibilidad en este caso.” Ha habido informes de que más de una docena de terroristas han muerto envenenados en los últimos cinco años.
Dentro de la comunidad de inteligencia global, el respeto por el Mossad aumentó después del asesinato kidon del doctor Gerald Bull. El científico canadiense era probablemente el mayor experto mundial en balística de tubos de cañones. Israel había hecho varios intentos de comprar su experticia. Cada vez, Bull había dejado claro su disgusto por el Estado judío.
En su lugar había ofrecido sus servicios a Sadam Hussein para construir un súper cañón capaz de lanzar proyectiles conteniendo materiales nucleares, químicos o biológicos directamente desde Iraq hacia Israel. Sadam había ordenado tres cañones a un coste de 20 millones de dólares. Bull fue contratado como consultor por un honorario de 1 millón de dólares.
En la tarde del 20 de marzo de 1990, la aprobación para asesinar a Bull fue dada por el entonces primer ministro Yitzhak Shamir. Nahum Admoni, jefe del Mossad, envió un equipo de tres hombres a Bruselas donde Bull residía en un bloque de apartamentos de lujo. Cada kidon llevaba una pistola bajo su chaqueta.
Cuando Bull, de 61 años, respondió al timbre de su apartamento, le dispararon cinco veces en la cabeza y en el cuello; uno tras otro cada kidon disparó su pistola de 7,65, dejando a Bull muerto en la puerta de entrada a su hogar. Una hora después habían salido del país en un vuelo a Tel Aviv.
En pocas horas el propio departamento de guerra psicológica del Mossad había organizado que sayanim en los medios europeos filtraran historias de que Bull había sido asesinado por un equipo de asesinos de Sadam porque tenía intenciones de no cumplir con su acuerdo.
Las mismas tácticas se prepararon el 24 de octubre de 1995 para el asesinato de Fathi Shkaki quien, como Mahmud al-Mabhuh, encabezaba la lista de objetivos del Mossad como resultado de sus ataques terroristas.
Dos kidon – con los nombres de código Gil y Ran – habían salido de Tel Aviv en vuelos separados. Ran voló a Atenas, Gil a Roma. En cada aeropuerto recibieron nuevos pasaportes británicos de un sayan local. Los dos hombres llegaron a Malta en un vuelo por la tarde y se registraron en el hotel Diplomat con vista al puerto de Valetta.
Esa noche, un sayan entregó una motocicleta a Ran. Dijo al personal del hotel que iba a usarla para un tour por la isla. Al mismo tiempo, un barco de carga que había partido el día anterior de Haifa hacia Italia envió un mensaje a las autoridades maltesas diciendo que tenía problemas de motores. Mientras los arreglaban echaría el ancla frente a la isla. A bordo del barco iba un pequeño equipo de técnicos en comunicaciones del Mossad. Establecieron un contacto con una radio en la maleta de Gil.
Shkaki había llegado en ferry desde Trípoli, Libia, donde había estado discutiendo con el coronel Gadaffi lo que el Mossad estaba convencido era un ataque terrorista. Los dos kidon esperaron que caminara por el muelle. Ran y Gil se acercaron en la motocicleta y Gil disparó seis veces en la cabeza a Fathi Shkaki. Se había convertido en una firma de los kidon.
Cuando la policía llegó a revisar el dormitorio de Shkaki encontraron un letrero de “No molestar” en su puerta – una firma que se repitió en el asesinato en Dubai del mes pasado.
Sólo él sabe cuántas veces ha solicitado a un primer ministro el permiso legal para matar a un terrorista que no podía ser llevado ante un tribunal israelí, junto a los kidon a los que muestra el documento legalmente sellado, la licencia para matar.
Si el nombre de Mahmud al-Mabhuh hubiera estado en un documento semejante, habría sido firmado por Benyamin Netanyahu. Eso, como todo aspecto de una operación kidon, sería enérgicamente desmentido por un portavoz del gobierno, si se le preguntara. Lo que no ha impedido que el jefe de la policía de Dubai, el teniente general Tamin, despotricara contra el primer ministro israelí.
Esta semana hace dos años que Dagan envió un equipo de kidon a Damasco a asesinar a Imad Mughniyeh. Su expediente en el Mossad incluía detalles de la organización del secuestro de Terry Waite y del atentado contra la base de marines de EE.UU. cerca del aeropuerto de Beirut, matando a 241 personas. EE.UU. había ofrecido 12,5 millones de libras por su cabeza. Dagan sólo lo quería muerto.
Psiquíatras, psicólogos, científicos conductuales, psicoanalistas y perfiladores – conocidos colectivamente como los “especialistas” – recibieron instrucciones de decidir la mejor manera de asesinar a Mughniyeh.
Concluyeron que estaría entre los invitados de honor en las celebraciones del Centro Cultural Iraní en 2008 para la celebración de la Revolución de Jomeini. El equipo colocó una bomba en el apoya-cabezas del Mitsubishi Pajero que había sido alquilado por Mughniyeh, para que fuera detonada por un teléfono móvil. Cuando Mughniyeh llegó al Centro Cultural exactamente a las 7pm el 12 de febrero, la explosión hizo volar su cabeza.
En el funeral de Mughniyeh en Beirut, su madre, Um-Imad, estuvo sentada en medio de un mar de chadores negros; una sombría anciana que gemía que su hijo iba a visitarla el día después de su muerte. Gritaba que no tenía una fotografía para recordarlo. Dos días después recibió un paquete. Contenía su fotografía. Se había enviado desde Haifa.
La lista de asesinatos por los kidon es larga y va más allá del mundo árabe. En su base en lo profundo del desierto Néguev – la arena sólo es interrumpida por una vista distante de la instalación nuclear de Israel en Dimona – los kidon practican con una variedad de pistolas, aprenden a ocultar bombas, a administrar una inyección letal en una multitud y a hacer que un asesinato parezca un accidente.
Estudian asesinatos famosos – el de John F. Kennedy, por ejemplo – y estudian las caras y las costumbres de objetivos potenciales cuyos detalles están almacenados en sus ordenadores altamente confidenciales. Allí también hay miles de mapas de calles constantemente puestos al día, bajados de Google Earth.
El Mossad es uno de los servicios de inteligencia más pequeños del mundo. Pero tiene un sistema de respaldo que ningún otro puede equiparar. El sistema es conocido como sayanim, palabra derivada del hebrero lesayeah, que quiere decir ‘ayudar’.
Hay decenas de miles de esos “ayudantes”. Cada uno ha sido cuidadosamente reclutado, a veces por katsas, los agentes del Mossad en el terreno. A otros, miembros del secreto grupo les han solicitado que se conviertan en ayudantes.
Creado por Meir Amir, el papel de los sayanim es un impactante ejemplo de la cohesión de la comunidad judía mundial. En términos prácticos, un sayan que dirige una agencia de alquiler de coches puede suministrar a un kidon un vehículo sin hacer preguntas. Un sayan agente inmobiliario puede suministrar un edificio para la vigilancia. Un sayan gerente de banco suministrará fondos a cualquier hora, y un doctor sayan asegura la asistencia médica.
Cualquiera de estos ayudantes podría haber estado involucrado en el asesinato de Mahmud al-Mabhuh. El Mossad ha expandido recientemente su red de sayanim en los países árabes.
Un doctor sayan en Cisjordania suministró detalles de la poción homeopática que Yasser Arafat solía beber. Cuando murió en 2004, su médico personal, doctor al-Kurdi, dijo que “un envenenamiento es una fuerte posibilidad en este caso.” Ha habido informes de que más de una docena de terroristas han muerto envenenados en los últimos cinco años.
Dentro de la comunidad de inteligencia global, el respeto por el Mossad aumentó después del asesinato kidon del doctor Gerald Bull. El científico canadiense era probablemente el mayor experto mundial en balística de tubos de cañones. Israel había hecho varios intentos de comprar su experticia. Cada vez, Bull había dejado claro su disgusto por el Estado judío.
En su lugar había ofrecido sus servicios a Sadam Hussein para construir un súper cañón capaz de lanzar proyectiles conteniendo materiales nucleares, químicos o biológicos directamente desde Iraq hacia Israel. Sadam había ordenado tres cañones a un coste de 20 millones de dólares. Bull fue contratado como consultor por un honorario de 1 millón de dólares.
En la tarde del 20 de marzo de 1990, la aprobación para asesinar a Bull fue dada por el entonces primer ministro Yitzhak Shamir. Nahum Admoni, jefe del Mossad, envió un equipo de tres hombres a Bruselas donde Bull residía en un bloque de apartamentos de lujo. Cada kidon llevaba una pistola bajo su chaqueta.
Cuando Bull, de 61 años, respondió al timbre de su apartamento, le dispararon cinco veces en la cabeza y en el cuello; uno tras otro cada kidon disparó su pistola de 7,65, dejando a Bull muerto en la puerta de entrada a su hogar. Una hora después habían salido del país en un vuelo a Tel Aviv.
En pocas horas el propio departamento de guerra psicológica del Mossad había organizado que sayanim en los medios europeos filtraran historias de que Bull había sido asesinado por un equipo de asesinos de Sadam porque tenía intenciones de no cumplir con su acuerdo.
Las mismas tácticas se prepararon el 24 de octubre de 1995 para el asesinato de Fathi Shkaki quien, como Mahmud al-Mabhuh, encabezaba la lista de objetivos del Mossad como resultado de sus ataques terroristas.
Dos kidon – con los nombres de código Gil y Ran – habían salido de Tel Aviv en vuelos separados. Ran voló a Atenas, Gil a Roma. En cada aeropuerto recibieron nuevos pasaportes británicos de un sayan local. Los dos hombres llegaron a Malta en un vuelo por la tarde y se registraron en el hotel Diplomat con vista al puerto de Valetta.
Esa noche, un sayan entregó una motocicleta a Ran. Dijo al personal del hotel que iba a usarla para un tour por la isla. Al mismo tiempo, un barco de carga que había partido el día anterior de Haifa hacia Italia envió un mensaje a las autoridades maltesas diciendo que tenía problemas de motores. Mientras los arreglaban echaría el ancla frente a la isla. A bordo del barco iba un pequeño equipo de técnicos en comunicaciones del Mossad. Establecieron un contacto con una radio en la maleta de Gil.
Shkaki había llegado en ferry desde Trípoli, Libia, donde había estado discutiendo con el coronel Gadaffi lo que el Mossad estaba convencido era un ataque terrorista. Los dos kidon esperaron que caminara por el muelle. Ran y Gil se acercaron en la motocicleta y Gil disparó seis veces en la cabeza a Fathi Shkaki. Se había convertido en una firma de los kidon.
Cuando la policía llegó a revisar el dormitorio de Shkaki encontraron un letrero de “No molestar” en su puerta – una firma que se repitió en el asesinato en Dubai del mes pasado.
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