17 noviembre, 2011

Mundo: La infiltración iraní en América Latina – por Bret Stephens


En cuanto al supuesto intento por parte de agentes iraníes para enlistar a un cartel de la droga mexicano con el fin de asesinar al embajador saudita en Estados Unidos, hay dos partes importantes de la historia. Pero sólo una de ellas está recibiendo atención.
Esa es la parte de cómo funcionarios iraníes al parecer no sintieron ningún remordimiento en ordenar un ataque terrorista en suelo americano. Algunos analistas han señalado que la trama le da poco crédito a la experiencia de la fuerza terrorista iraní Qods , lo que sugiere que otro tipo de agentes pudieron haber estado involucrados. Otros han argumentado que la disposición de Teherán para llevar a cabo el ataque indica lo poco que le temen a la administración de Obama.


La verdadera sorpresa, sin embargo, es lo sorprendida que parece estar la administración por este acontecimiento. “La idea de que tratarían de contactar a un cártel de la droga mexicano para solicitar el asesinato del embajador saudita es algo que nadie podría haber inventado, ¿cierto?” comento la sorprendida secretaria de Estado Hillary Clinton. La información sobre el complot fue inicialmente recibida por el gobierno con un nivel de incredulidad que podría compararse con una invasión por parte de enanos alienígenas.
Sin embargo, analistas políticos, militares e incluso algunos columnistas han estado advirtiendo durante años acerca de la infiltración de Irán en América Latina. La historia comienza con el atentado de 1992 a la Embajada de Israel en Buenos Aires, un ejemplo de la forma en que Teherán utiliza a fuerzas como Hezbollah para llevar a cabo sus objetivos y así negar su participación directa. Más tarde, Irán recibió un impulso cuando Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela y comenzó a integrar a miembros del gabinete que simpatizan con Irán. En octubre de 2006, un grupo llamado Hezbollah América Latina asumió la responsabilidad de un intento de atentado contra la embajada de EE.UU. en Caracas. Desde que Mahmoud Ahmadinejad llegó al poder en 2005, Irán ha aumentado el número de sus embajadas en América Latina de 6 a 11.
Todo esto ha tenido una variedad de propósitos. Evidencia de gran importancia sugiere que Irán ha utilizado bancos venezolanos, aviones e instalaciones portuarias para evadir las sanciones internacionales. Las buenas relaciones entre Teherán y diversas capitales de América Latina, no sólo en Caracas sino también en Managua, Quito, La Paz y Brasilia, aumentan la influencia diplomática de Teherán. Los vínculos de Hezbollah con el narcotráfico de América Latina son una fuente importante de financiación para sus operaciones en todo el mundo. Hezbollah ha buscado y encontrado reclutas entre la población latino americana de mas de cinco millones de musulmanes, así como de conversos al Islam en nuestro hemisferio.
En septiembre de 2010, el departamento de policía de Tucson, Arizona, emitió un memorando interno señalando que “han surgido problemas respecto a la presencia de Hezbollah en México y posibles vínculos con organizaciones mexicanas de tráfico de drogas que operan a lo largo de la frontera México-Estados Unidos. Esta alianza potencial tiene implicaciones alarmantes debido a la larga tradición de Hezbollah, y especialmente por su experiencia en la fabricación de vehículos que transportan dispositivos explosivos improvisados.” El memorando también indica la presencia de tatuajes de Hezbollah en prisioneros de EE.UU.
Las preocupaciones que tenia en mente la policía de Tucson eran dobles. Primero se dio el arresto por parte de la DEA en Nueva York de Jamal Yousef, un ex oficial militar sirio implicado en la venta de armas a terroristas colombianos a cambio de una tonelada de cocaína. Luego vino la detención en julio de 2010 de un ciudadano mexicano llamado Jameel Nasr por parte de las autoridades mexicanas. De acuerdo con un informe en el diario kuwaití Al-Siyasah, Nasr estaba tratando de establecer “una infraestructura de logística formada por ciudadanos mexicanos de ascendencia libanesa chiita para establecer una base de operaciones en América del Sur y los Estados Unidos para llevar a cabo operaciones contra israelitas y objetivos occidentales.” El periódico agregó que el Sr. Nasr “viajó con regularidad a Líbano para recibir instrucciones e informar a sus jefes sobre la evolución del proyecto,” pero los funcionarios mexicanos habían sido alertados por su “larga visita a Venezuela a mediados de 2008… En el que él fija las bases para la construcción de una red de Hezbollah y la Guardia Revolucionaria Iraní.”
Podría tener Nasr alguna conexión con el incidente de Washington? Probablemente no, ya que fue arrestado antes de que este plan se llevara a cabo, sin embargo valdría la pena preguntarle a él directamente. El problema más grande, como lo indica Roger Noriega, del American Enterprise Institute, es que hasta ahora la administración no ha demostrado un verdadero interés en este tema. “Ellos no quieren conflictos con Chávez y no quieren perturbar las aguas en América Latina.” “La política actual de reticencia y pasividad envía un mensaje de desinterés sobre lo que esta ocurriendo.”
Es hora de actuar. Hasta ahora, la idea de la infiltración de terroristas a lo largo de nuestra frontera sur (la de Estados Unidos y México) ha sido el material de las novelas de Tom Clancy. Ya no es así. Y a menos que se le haga entender a Teherán que las consecuencias de esa infiltración serán más severas que una simple critica por parte de Obama, podemos esperar más actos por parte de estas organizaciones y quizás más graves.

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