Los inversionistas frustrados por los casi inexistentes rendimientos de los bonos estadounidenses están mirando al sur, en donde los retornos de la deuda corporativa mexicana pueden ser muy rentables. Pero un plan de reestructuración del quebrado fabricante de vidrio Vitro S.A.B. debería hacer que los potenciales compradores lo piensen dos veces: Cuando un negocio colapsa en México, el acreedor no es rey. Vitro parece estar lista para fijar un peligroso precedente en el régimen de bancarrota de México.
Los inversionistas institucionales se han acostumbrado a que los sistemas legales en los mercados emergentes no sean amables con los bonistas cuando un negocio se hunde. Entre los países latinoamericanos, México se encuentra entre los más accesibles para los bonistas, gracias su ley Concurso Mercantil, implementada en 2000.
Sin embargo, los legisladores mexicanos quizás quieran considerar rescribirla, ya que Vitro está tomando una posición muy dura con sus bonistas. Un juez mexicano recientemente dictaminó que la empresa puede considerar a sus propias subsidiarias como acreedores, permitiéndoles superar en votos a los inversionistas que compraron los bonos de la empresa.
La idea de que un prestatario pueda esencialmente contar las deudas que se debe a si mismo como equivalente a las deudas que tiene con terceros con el propósito de aprobar un acuerdo con los acreedores es comprensiblemente irritante para los actuales tenedores de deuda de Vitro. Para empeorar las cosas, el plan de reestructuración de Vitro también preserva algo para los tenedores de valores, incluso cuando los bonistas podrían perder 50 centavos o más por cada dólar.
Esto es increíble para los inversionistas acostumbrados a operar bajo las leyes de quiebra de Estados Unidos, en donde los acreedores son los primeros y (excepto en casos excepcionales como la reestructuración de Chrysler impulsada por el gobierno) el resultado de una bancarrota es predecible. El sistema estadounidense ofrece una lógica clara: los accionistas asumen más riesgos y disfrutan de los beneficios cuando un negocio crece, mientras que los bonistas aceptan un menor retorno potencial y disfrutan de protección cuando las cosas salen mal.
Esta no es la primera vez que una empresa mexicana ha contado las deudas al interior de la compañía en su quiebra, pero en el pasado era una táctica de negociación para asegurar un acuerdo con los prestamistas externos. Asumiendo que el plan de Vitro es aprobado por las cortes mexicanas, la compañía probablemente completará su reestructuración por encima de las objeciones de la mayoría de sus acreedores externos. Aquellos que objeten no recibirán nada hasta que cambien de parecer o ganen una apelación legal.
Hasta el momento, los inversionistas estadounidenses en México no parecen estar muy preocupados, en momentos en que los diferenciales de la deuda corporativa mexicana se están contrayendo debido a la controversia de Vitro y con una robusta emisión de nuevos bonos. Pero cuando las tasas de interés de EE.UU. regresen a un nivel medianamente normal y los inversionistas en bonos puedan disfrutar de buenos rendimientos sin aventurarse al extranjero, las compañías mexicanas podrían pasar apuros para encontrar inversionistas dispuestos a pasar por alto el duro tratamiento de los acreedores durante la quiebra.
Claro, algunos de los bonistas de Vitro argumentan que el plan de la compañía es ilegal incluso bajo la ley mexicana. Ellos prometen apelar e incluso podrían ganar. Sin importar lo que suceda, los políticos mexicanos tienen una oportunidad de clarificar su ley, afirmar los derechos de los bonistas y ganar una ventaja competitiva como uno de los lugares más atractivos para los inversionistas entre los mercados emergentes.
Tal reforma representaría un paso más en una larga línea de avances en México durante los últimos 20 años. El Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica dio como resultado derechos de propiedad más fuertes para los inversionistas. Esto explica en parte el reciente auge en inversiones extranjeras directas. En los mercados minoristas hay una mayor competencia y un mercado vibrante de consumidores, a medida que más trabajadores entran a la clase media. El sector manufacturero está creciendo y el gobierno mexicano ha obtenido avances en la estabilización de la inflación. Sería una lástima que los inversionistas estadounidenses piensen en Vitro cuando piensan en México.
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