09 diciembre, 2011

← Contenido más antiguo La ONU y el cambio climático: Redistribución de la riqueza y también un nuevo impuesto. Romina Boccia

El secretario general de la ONU Ban Ki-moon habla en la sesión plenaria de apertura de la XVII Cumbre sobre el Cambio Climático en Durban el 6 de diciembre de 2011. El secretario instó a las conversaciones estancadas clima para trabajar con soluciones urgentes, avisando que “el futuro del planeta está en juego”. AFP PHOTO / JANTILAL RAJESH

Otro año más de desilusionantes coloquios sobre el clima.


Esta vez, la cumbre anual sobre el clima que organiza la ONU está teniendo lugar en Durban, Sudáfrica. Parece otro penoso intento fallido de convencer a los países desarrollados a asumir los objetivos de emisiones globales al tiempo que se redistribuye la riqueza a los países en desarrollo. Es probable que este enfoque fracase nuevamente, a pesar del reciente anuncio de China sobre la posibilidad de aceptar un acuerdo legalmente vinculante.
Durante los últimos 17 años, han fracasado una tras otra las conferencias de la ONU sobre el clima y siempre por el mismo asunto básico. Aunque dictar política de forma jerárquica puede parecer atractivo a aquellos cuyas esperanzas se basan en encontrar un tratado integral que evite el cambio climático, la realidad no funciona de esa manera. Brett Schaefer, de Heritage, explicó el año pasado por qué Estados Unidos no debería negociar un acuerdo sobre el calentamiento global a través de la ONU:

Naciones con poco interés directo en el resultado de las negociaciones, así como funcionarios de la ONU, han manipulado el proceso para centrarse en un acuerdo ineficaz y caro que indudablemente constituirá una carga excesiva sobre Estados Unidos y otros países desarrollados, además sin ninguna garantía real de que tales sacrificios aborden el tema del calentamiento global.

Los países en desarrollo no sólo pidiendo que los excluyan de las restricciones de las emisiones, sino que también quieren donaciones de países como Estados Unidos. El anuncio de China es cuestionable ya que esta no es la primera vez que el país ha lanzado la idea de aceptar un acuerdo legalmente vinculante, también lleva como condición masivas subvenciones para países en desarrollo, algo poco probable que cristalice:

Xie dijo que las condiciones de China incluyen a la Unión Europea y a otros países que se compromentan a un segundo período del Protocolo de Kioto, ver que los países comprometidos entreguen $30,000 millones en ayuda inmediata a países vulnerables para el año 2012 y un proceso hacia otra prometida meta de aumento a $100,000 millones anuales para el año 2020 .

Mientras tanto, el supuesto consenso científico sobre el calentamiento global antropogénico se está desmoronando ya que va surgiendo más evidencia de que la influyente ciencia del clima está plagada de oportunismo político. Climategate 2.0 pinta un cuadro similar al escándalo original de 2009 y nuestro analista de Heritage Nick Loris comenta:

Los filtrados correos electrónicos de la Unidad de Investigación Climática de la Universidad de East Anglia en el Reino Unido revelaron conspiración, datos exagerado el calentamiento, la posible destrucción ilegal y manipulación de datos así como los intentos de aislar a científicos disidentes y que no publiquen sus trabajos en revistas de prestigio.
El Congreso de Estados Unidos está en lo correcto al observar con cautela las negociaciones sin comprometer a los americanos a pagar por carísimas reducciones de emisiones de carbono y que harían muy poco para abordar la inquietud por el calentamiento global. Sin embargo y al parecer, el equipo del presidente Obama está considerando burlar al Congreso mediante la implementación de un distorsionador impuesto a las transacciones de moneda extranjera que podría perjudicar las importaciones y exportaciones de Estados Unidos, ralentizando así nuestra recuperación económica.
Es hora de que estas conversaciones de la ONU sobre el clima se acaben ya y para siempre. Como mínimo, Estados Unidos debería retirarse de este periódico proceso que pinta a Estados Unidos como un paria mientras no se doblegue ante las extravagantes demandas de otras naciones. Los contribuyentes de Estados Unidos no deberían picar el anzuelo de las subvenciones ya que pone en riesgo su regreso a tener una economía fuerte y dinámica, todo por la ineficaz y cara reducción de las emisiones o por desvirtuar la política tributaria.

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