“Medida
en términos de sangre y de dinero, la guerra en Irak ha conseguido el
status de una gran guerra y una gran debacle”. Estas son las palabras
iniciales del muy crítico análisis escrito por Joseph Collins – un
exfuncionario del Pentágono- y que acaba de ser publicado por la National Defense University (Choosing War: The Decision to invade Iraq and its Aftermath; documento al que puede accederse dando clic aquí.
Lo
significativo es que la publicación ha sido hecha por el principal
centro académico del Departamento de Defensa de los EE.UU., situación
que no ha sido un obstáculo para presentar reflexiones y conclusiones
sumamente duras respecto al proceso de toma de decisiones que condujo a
la (tan torpe) decisión de invadir Irak en 2003 – que en opinión de
muchos, entre los que me incluyo, ha constituido la principal y mejor
herramienta de reclutamiento con la que cuenta Al Qaeda -; la
inteligencia “cocinada” en la que se basó dicha decisión; la mala
estrategia militar impulsada por el entonces Secretario de Defensa,
Donald Rumsfeld; el defectuoso plan para la post guerra que no previó
enfrentamientos como los que se desatarían entre sunitas y chiítas; el
increíble desbande del ejército iraquí decretado por Paul Bremer, el
administrador civil del país después de la caída de Hussein, que
propició que miles de ellos, frustrados al quedarse sin trabajo estable,
se fueran integrando a las decenas de grupos armados que hoy pelean
entre sí y contra las fuerzas de la coalición; el costo político que ha
significado la pérdida de prestigio de los EE.UU. al nivel mundial como
consecuencia de la invasión, etc.
Si
bien se discute la conveniencia o no de iniciar el retiro paulatino de
las tropas estadounidenses para “iraquizar” la guerra – tal como en
1972, en Vietnam, se pretendió “vietnamizar” dicho conflicto-, dice el
reporte que “los analistas de inteligencia nos recuerdan que la única
cosa peor a un Irak con un ejército estadounidense podría ser un Irak
después de una rápida retirada de ese ejército”. Eso es muy cierto y
creo que es el principal problema y dilema que debe estar atormentando a
la actual administración, así como al candidato republicano John McCain
y a los precandidatos demócratas.
La
situación de seguridad parecía haber mejorado por la nueva aproximación
impuesta por el general David Petraus y la aplicación del nuevo Manual
de Contrainsurgencia publicado en 2007 (The U.S. Army-Marine Corps Counterinsurgency Field Manual),
que es realmente muy bueno por lo realista y por el enfoque
principalmente no militar que quiere darle a la presencia estadounidense
en Irak (y Afganistán). Lo malo es que creo que llegó muy tarde y que
además parte de la presunción que enfrentan a una insurgencia ideológica
clásica, tal como puede haber sido en los casos de Malaya y Vietnam. En
Irak enfrentan a organizaciones terroristas como Al Qaeda, también es
cierto, pero sobre todo a grupos armados de resistencia nacional. Contra
eso, posiblemente no hay manual que sirva.
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