08 diciembre, 2011

El discurso del presidente Obama = El discurso del Nuevo Nacionalismo de Teddy Roosevelt. Julia Shaw




Barack Obama se convirtió el martes en el segundo presidente que utiliza un discurso en Osawatomie, Kansas como oportunidad para asumir el legado de un presidente anterior.


El presidente Obama evocó la memoria de Theodore Roosevelt, presidente americano que dio su famoso discurso “Nuevo Nacionalismo“, entremezclándolo con los temas de retórica política que ahora son de rutina: “intereses especiales”, la necesidad de regular a las empresas y la clara distinción entre los derechos humanos y los derechos de propiedad. En su discurso, Roosevelt también estaba ataviándose con material presidencial: Invocaba el legado de Abraham Lincoln para justificar la transformación de Estados Unidos lejos de sus principios fundacionales, en particular de la Declaración de la Independencia.
El discurso de Obama en Kansas ha estado recibiendo mucha cobertura en los medios de comunicación. Pero, para comprender el significado del discurso de Obama, tenemos que entender qué era lo que estaba imitando: El discurso del Nuevo Nacionalismo de Roosevelt.
Al tiempo que ampliaba su retórica presidencial de un “trato justo”, Roosevelt estaba dando una base a su campaña de 1912 para un tercer mandato como presidente contra su rival republicano y ex Secretario de Guerra William Howard Taft, de quien Roosevelt creía que había traicionado su legado progresista, y el triunfante candidato demócrata, Woodrow Wilson. La campaña de Rough Rider Roosevelt cambiaría la política americana tanto en tono como en táctica, teniendo que pasar por el reto de elecciones primarias, aún estando en el cargo, y teniendo que hacer campaña agresivamente ante las multitudes. El aspirante Taft, que representaba los principios del gobierno constitucional limitado, acabaría en un distante tercer lugar.
Al igual que otros progresistas, Roosevelt argumentó que un nuevo mundo sin diferencias de clase económica requiere un cambio constitucional importante. Roosevelt veía la historia humana como una lucha darwiniana entre “los hombres que poseen más de lo que han ganado y los hombres que han ganado más de lo que poseen”. La esencia de la lucha, entonces, “es igualar las oportunidades, destruir el privilegio y dar a la vida y a la ciudadanía de cada persona el valor más alto posible, tanto para sí mismo como para la ciudadanía”.
Roosevelt insistió en su oposición al cambio “desquiciado”. Al igual que Lincoln, apoyaba la igualdad de oportunidades. Pero a diferencia de Lincoln, tomó el “nuevo nacimiento de la libertad” para que significara “la destrucción del privilegio especial”, todo un llamamiento a la lucha de clases. Roosevelt erróneamente equipararía su lucha contra los “intereses especiales” con la lucha de Lincoln contra la esclavitud y por el autogobierno según la Constitución.
El cambio radical desde los Fundadores y Lincoln es claro: En nombre de la “eficiencia nacional”, Roosevelt exhortaba a la “verdadera democracia” donde las necesidades de la sociedad se convierten en la medida de los derechos individuales. “Debemos permitir que se obtengan [fortunas] sólo en la medida en que su obtención represente un beneficio para la comunidad”. Semejante, y ciertamente dramático, “aumento del control del gobierno ahora es necesario”, dijo Roosevelt. Y propuso una “Oficina Federal de Empresas” e impuso escalas e ingresos progresivos así como impuestos sobre sucesiones a “grandes fortunas”. Mientras tanto, los Departamentos de Agricultura a nivel federal y estatal deberían “ampliar su trabajo para que cubra todas las fases de la vida agrícola”.
Sin embargo, la regulación de la economía nacional requiere igualmente un control sobre la vida privada. Para cumplir el propósito del gobierno de servir en pro del bienestar del pueblo, Roosevelt pidió “un despertar moral genuino y permanente”. El gobierno federal, dijo, debe moldear incluso la familia y la educación para garantizar resultados progresistas. El “Nuevo Nacionalismo” se refiere no sólo a una fuerte presencia militar y mundial, sino también a la nacionalización de la vida en general.

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