El Salvador: El anzuelo
Por Manuel Hinds
En los últimos días la atención pública
ha estado concentrada en los eventos asociados con la reforma
tributaria. Estos eventos han dejado muchas consecuencias graves para la
economía y la vida institucional del país.
Pero mientras esto pasaba el FMLN ha
estado promoviendo una reforma que es mucho peor que la tributaria, por
varios órdenes de magnitud: la idea de establecer otra Sala de lo
Constitucional, separándola de la Corte Suprema de Justicia. Los
argumentos que presentan para hacerlo son absurdos: Uno es que así es en
otros países, como en Colombia. ¿Y? Es como proponer que manejemos a la
izquierda, justificándolo con que así se maneja en el Reino Unido, en
Japón y en la India.
Para cambiar algo es necesario demostrar
tres cosas: que el sistema actual no está funcionando, que no lo está
haciendo por culpa de lo que se quiere cambiar, y que el cambio
propuesto va a resolver el problema. El FMLN no está demostrando ninguna
de estas tres cosas, y en realidad está demostrando lo contrario con el
otro argumento que presenta: que esto volvería más independiente a la
Sala de lo Constitucional.
La verdad es que la actual Sala de lo
Constitucional es muy independiente y es por eso que el FMLN la quiere
demoler, siguiendo el proceso que han seguido los países del Alba, para
destruir el orden jurídico de la democracia. El anzuelo que el FMLN ha
tirado a los otros partidos es que con sus sentencias independientes la
Sala de lo Constitucional está quitándoles el poder que ahora tienen las
jerarquías partidarias, que emana de su actual potestad de decidir en
qué posición corren los candidatos en las listas electorales, lo cual
determina cuáles son elegidos.
Mordiendo este anzuelo, todos los
partidos políticos han cooperado con el FMLN no sólo emitiendo el
Decreto 743, sino también aprobando dos versiones de la ley electoral
que claramente violan la Constitución, para ver si por cansancio,
agotamiento y el argumento de que las elecciones están ya cerca, se
logra que las inconstitucionalidades se mantengan. Ahora también están
tratando de quitar al Presidente de la Sala usando pretextos ridículos.
El problema no es que la Sala esté bajo
influencias políticas sino que el FMLN quiere someterla al control
político de la Asamblea. Esto sería un gran paso para convertirnos en
una Venezuela o una Cuba, ya que una Sala controlada políticamente puede
--como ha pasado en otros países del Alba-- sentenciar que procesos
electorales viciados son constitucionales, asegurando el triunfo del
FMLN aunque sea una pequeña minoría, y dándole el total control sobre la
justicia del país.
Tratar de hacer esto con la Sala actual
se les volvió difícil por el furor nacional que desencadenó el 743.
Ahora buscan crear algo nuevo, que les permita manipular el proceso de
creación de una nueva institución. El anzuelo que el FMLN está lanzando a
los otros partidos es otra vez la amenaza que la interpretación
correcta de la Constitución crea a las jerarquías de los partidos y a
los diputados actuales, que pueden perder sus puestos si nunca se han
destacado en su servicio al pueblo. Morder este anzuelo es vender la
casa por un albañal.
Lo que nos estamos jugando es la
existencia de una verdadera democracia en el país, que debe tener
ciertas instituciones que no dependen de las mayorías políticas, sino de
los derechos individuales. En El Salvador no debe ser posible que la
Asamblea o el Ejecutivo priven a un ciudadano de sus derechos, aunque lo
hagan con la mayoría de votos en la Asamblea. Sin esos principios, que
existen en todo el mundo civilizado, lo que se crea es, primero, un caos
de arbitrariedades, y luego, una tiranía.
La sociedad debe oponerse a esta reforma y al antejuicio del Presidente de la Sala más vigorosamente que al 743.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
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