Los ex presidentes Zedillo, Cardoso, Gaviria, el ex secretario de la ONU Kofi Annan y otras personalidades de la Comisión Global de Políticas sobre Drogas concluyen que es necesario un cambio radical en la política que predomina actualmente en el combate a las drogas.
La Comisión Global de Políticas sobre Drogas ha concluido lo evidente: que la guerra contra las drogas es un fracaso y que la prohibición de ciertas sustancias no funciona. Aunque esta comisión está integrada por un destacado grupo de políticos que en algún momento tuvieron los más importantes puestos públicos, su recomendación de legislar algunas drogas es insignificante en la práctica. Esta revelación sintomática descubre cómo funciona el andamiaje político de la prohibición de las drogas: sólo los ex presidentes, los ex ministros y ex secretarios recomiendan lo que a cualquiera con un poco de sentido común (y algo de incorruptibilidad) le es obvio, probablemente porque fuera del poder (y su compromiso con los intereses creados) les es más fácil expresar sincera y sensatamente su opinión personal y de igual forma sólo fuera de la ejecución política dejan de estar supeditados y maniatados por el supragobierno que controla el negocio de las drogas.
La Comisión Global de Políticas sobre Drogas está integrada por los ex presidentes Ernesto Zedillo, Fernando Henrique Cardoso, César Gaviria y Ruth Dreifuss, así como por personalidades como el ex secretario de Estado George Shultz, el ex jefe de la Reserva Federal Paul Volcker, el ex secretario general de la Organización de las Naciones Unidas Kofi Annan, el empresario playboy Richard Branson y los intelectuales Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, entre otros.
La ONU estima que el consumo de opio se ha incrementado en un 35% entre 1998 y 2008, el de la cocaína en un 27% y el del cannabis en un 8.5%; al mismo tiempo, la violencia alrededor de las drogas ilegales se ha disparado.
“Ya no podemos ignorar que el grado al que han llegado la violencia, el crimen y la corrupción ligados a la droga en América Latina es resultado de políticas fracasadas de la guerra contra la droga. Ahora es momento de romper el tabú sobre la discusión de todas las opciones de política de drogas, incluyendo alternativas a la prohibición”, afirmó el ex presidente de Colombia César Gaviria en un comunicado de prensa de la Comisión.
“La guerra contra las drogas ha fracasado en reducir el uso de estupefacientes, pero ha llenado nuestras cárceles, ha costado millones en dólares de los contribuyentes, nutrido al crimen organizado y causado miles de muertes. Necesitamos un nuevo camino, uno que retire el poder de las manos del crimen organizado y trate a gente con problemas de adicción como pacientes, no como criminales”, declaró el empresario Richard Branson.
La Comisión dijo en un informe que las políticas de criminalización contra los consumidores impiden impulsar iniciativas de salud pública para abordar las consecuencias del consumo de droga e implican enormes gastos en encarcelación y otras medidas. Sin embargo, sin importar que, hasta la fecha, este sea uno de los organismos de mayor relevancia en hacer semejante recomendación, prontamente los gobiernos de Estados Unidos y México han respondido desestimando y rechazando el dictamen.
El zar antidrogas de Estados Unidos, Gil Kerlikowske, rechazó la recomendación del panel al asegurar que legalizar las drogas sólo contribuiría a esparcir más “la enfermedad” de la adicción y lastimaría a la sociedad. De igual manera (¿como en un eco de marioneta?), el secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré, dijo que el gobierno mexicano “rechaza categóricamente la apreciación de que en nuestro país un mayor esfuerzo en la aplicación de la ley por parte de la autoridad tendrá como resultado un incremento en la violencia de los narcotraficantes”, en franca oposición a las sugerencias Comisión. Llama la atención, dicho sea de paso, que el gobierno se autoasuma como un organismo con categoría, pero dicen que México es un país surrealista. Aunque sería todavía más increíble, totalmente fuera de la lógica más ordinaria, que Felipe Calderón declarara, después de dejar la presidencia en 2012, que las drogas deberían de legalizarse, tal y como lo hicieron Fox y Zedillo en iguales condiciones.
Independientemente de estos vaivenes políticos, lo cierto es que las drogas no se legalizan porque representan un enorme negocio para los que pueden tienen el poder de repartir y servirse cuantas tajadas quieran. No es casualidad que el dinero del narcotráfico haya rescatado a los bancos de la crisis económica del 2008, según el zar de las drogas de la ONU, Antonio María Costa. La realidad es que la gente que muere por la violencia relacionada con la guerra contra las drogas es víctima de la mafia de cuello blanco que se regodea en lo más alto de la pirámide financiera global.
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