Cinco años lleva López Obrador en una gira interminable por todo el país. Se mantiene de las aportaciones de la gente, según declara. Sus gastos no se conocen
Cinco años lleva López Obrador en su periplo, en una gira interminable por todo el país. Mantiene a su familia, su equipo de trabajo y la logística de sus giras con las aportaciones de la gente, según declara. Del pueblo bueno y generoso, como él lo llama. Sus gastos no se conocen: a pregunta expresa, hace un par de meses en la Fundación Ortega y Gasset, sugirió pedir los detalles de sus egresos a los servicios de inteligencia gubernamentales. "Ellos deben de tenerlos", ironizó.
La izquierda moderada tuvo también una etapa difícil. Cuestionar a López Obrador es complicado. Con seguidores más "creyentes" que "partidarios", cada acercamiento con el Gobierno era calificado de traición
Ebrard ha sabido, a pesar de las limitaciones impuestas por sus correligionarios, gobernar aceptablemente una ciudad cuya problemática es solo proporcional a sus dimensiones. Supo, también, granjearse el respeto de los intelectuales y las clases medias que veían con temor las ocurrencias de López Obrador. El alcalde se convirtió en unos cuantos años en un posible candidato a la presidencia que encarnaba las ideas más modernas de la izquierda, al tiempo que ha mantenido los canales de diálogo con la derecha desencantada. Para muchos mexicanos, era el único que podía darle batalla al puntero en las encuestas, Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
La tensión entre López Obrador y Ebrard iba en aumento rumbo a la definición de la candidatura de izquierda. Era de esperarse un rompimiento, y algunos analistas especulaban con la posibilidad de que Ebrard abanderara una coalición con la derecha para evitar el regreso del PRI al poder presidencial. Sin embargo, los dos precandidatos acordaron ceñirse al resultado de una encuesta que definiría al elegido.
Con su estilo mesurado y racional, Marcelo Ebrard se perfila para ser quien reconstruya la izquierda mexicana tras una elección de pronóstico reservado
López Obrador se encuentra, ahora, tratando de cambiar su imagen negativa. Ha tratado de moderar su lenguaje, de no referirse a los grupos de poder como una mafia e, incluso, ha realizado un llamamiento a fundar una "república amorosa", en los términos de corte religioso-evangelista que siempre lo han caracterizado. Ebrard queda, aparentemente, en primer lugar en las listas por el Senado, y con la prerrogativa de definir al candidato de su partido para gobernar el Distrito Federal.
Con su estilo mesurado y racional, Ebrard se perfila para ser quien reconstruya la izquierda mexicana tras una elección de pronóstico reservado. López Obrador tendrá que desplegar todas sus artimañas, y su capacidad de seducción, para demostrar al país entero que nunca fue un peligro para México, y que ya no es el político incendiario al que los tiene acostumbrados. En otras palabras, para convencer a los mexicanos de que el tigre puede convertirse a voluntad, de un momento a otro, al vegetarianismo.
Víctor Beltri es politólogo y columnista del diario mexicano Excélsior.
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