Los nuevos mercados emergentes
Marco A. Gandásegui, h.
En
2011 América latina se movió hacia la consolidación de una mayor
autonomía económica frente a EEUU. Al mismo tiempo, empero, estrechó
lazos comerciales asimétricos con China. Los sectores populares
siguieron la tendencia de votar por líderes de centro izquierda
nacionalistas (Perú y Argentina). Este cambio, sin embargo, no modificó
la correlación de fuerzas establecida por las políticas neoliberales de
los últimos lustros que han debilitado y reducido las organizaciones
sindicales.
Los
trabajadores precarios e informales, en la coyuntura actual, son en
gran parte espectadores de las maniobras de los sectores más
“progresistas” de las burguesías regionales que están recuperando los
espacios perdidos durante los años oscuros de dictaduras y regímenes
neoliberales. La pregunta de fondo es si ¿los efectos del llamado “giro
hacia la izquierda” están transfiriendo poder hacia los sectores
populares (creando empleos decentes y erradicando la pobreza, entre
otras cosas) o, más bien, están contribuyendo a la emergencia de un
nuevo mercado latinoamericano?
América
latina siguió en 2011 el patrón de cambios inaugurado a principios de
la década pasada con la aparición de gobiernos que cuestionan la
ortodoxia neoliberal, pero que no rompen con sus políticas. Estos
cambios han sido más notorios en los países del continente suramericano.
México, Centro América y Colombia, en cambio, conservaron sus
estructuras dependientes de EEUU.
Desde
el punto de vista económico, la región tuvo un crecimiento del producto
interno bruto (PIB) que permitió que las burguesías de algunos países
continuaran aumentando sus inversiones y, al mismo tiempo, reduciendo su
déficit comercial. Sin embargo, la expansión no introdujo políticas
para reducir la pobreza real, la desigualdad ni el empleo informal
(precario). Además, los países suramericanos se han convertido
nuevamente en exportadores agro-mineros dependientes. En la actualidad,
sus economías dependen de sus exportaciones de petróleo y cobre, por un
lado, y/o de granos agrícolas, por el otro.
Un
cambio que sorprende a muchos observadores es la prolongada declinación
norteamericana como socio comercial dominante y su reemplazo por la
República Popular China. El país oriental se ha vuelto en menos de una
década en el principal destino de las exportaciones de la mayoría de los
países latinoamericanos. Las excepciones son México y los países
centroamericanos, así como Colombia.
En
estos últimos países la presencia militar norteamericana sigue
aumentando producto de una política regresiva de los sectores más
conservadores. México y Colombia, en alianza con EEUU, mantienen una
estrategia militar que niega toda posibilidad de encontrar una solución a
la guerra de clases en ambos países. Los sectores más conservadores
bautizaron estas luchas con el nombre de “guerra contra las drogas”. En
Centroamérica, donde EEUU aún conserva mucha influencia política, la
militarización se agudiza. En Panamá donde no existe legalmente un
Ejército, hay miles de hombres sirviendo en la milicia y en 2011 se
hicieron compras multimillonarias en armamentos sofisticados.
EEUU
no ha abandonado su política golpista cuya víctima más reciente fue
Honduras en 2009. En 2011 amenazó a Cuba y sigue creando situaciones
para socavar la estabilidad de Venezuela. En el caso de Nicaragua creó
una crisis fronteriza con su vecino, Costa Rica. El caso más
problemático es México donde EEUU interviene en forma creciente en sus
estamentos militares y alimenta a los “carteles de drogas” con armas y
mercancías ilícitas.
En
el Caribe la situación de Puerto Rico se deteriora cada vez más
resultado de su relación colonial con EEUU. Las protestas se han
generalizado como consecuencia de la reducción de ingresos de los
trabajadores (reformas fiscales) y el cierre de servicios públicos de
primera necesidad (salud y educación). Haití, mientras tanto, no sale
del infierno en que se encuentra con motivo de las reformas neoliberales
impuestas por EEUU. En 2011 sufrió una crisis alimenticia al descubrir
que los cambios le impedían producir arroz, rubro básico de su
población.
Cuba
dio un salto audaz para salir del acoso de medio siglo de su vecino
norteamericano. Como estrategia para dinamizar la producción y
distribución de bienes y servicios aprobó políticas para reducir el
sector público y aumentar la economía por cuenta propia. La medida
pretende generar un mercado interno de pequeños productores que
complemente el mercado externo. Los cambios, sin embargo, no han
reducido la agresividad del gobierno norteamericano. Incluso, los cinco
cubanos detenidos en EEUU siguen tratados en el marco de un régimen casi
extra-judicial.
Mientras
que en el resto del mundo – con excepción de China – las economías
tambalean producto de la crisis global de producción capitalista,
América latina lograba sostenerse e, incluso, recuperarse con relación a
2009 y 2010. En parte, esto se debió al vínculo comercial con China y
la estrategia expansionista hacia nuevos mercados. La presencia
económica de Brasil se siente en toda la región. Chile se agita en el
Cono Sur y Perú. Colombia expande sus tentáculos hacia Centro América.
En esta competencia por el mercado regional tanto México como Argentina
han quedado rezagados.
El
aparente auge económico, sin embargo, no favoreció a los sectores
populares. En el marco de las políticas neoliberales, aún
prevalecientes, la pobreza se trató de disimular con medidas focales
consistentes en la distribución de bienes, servicios y efectivo entre
las familias en situaciones más precarias. En Brasil se anunció la
disminución de la pobreza oficial en un 20 por ciento como consecuencia
de la ejecución de programas focalizados. El país que tuvo mayor éxito
en este rubro fue Venezuela con una disminución de la pobreza extrema en
un 50 por ciento.
Los
programas focales, sin embargo, no frenaron los movimientos y
conflictos sociales que se extienden de un extremo al otro de la región.
Estos se concentran en las áreas donde el capital incursiona con mayor
fuerza. Por un lado, la expansión minera, agropecuaria e inmobiliaria
genera choques violentos – muchas veces sangrientos - con las
comunidades. Por el otro, educadores, estudiantes y trabajadores de la
salud se encuentran en un estado de movilización permanente, producto de
las políticas de desregulación y privatización.
El
llamado “giro a la izquierda” también sentó las bases para la creación
de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC) con el
aparente liderazgo de Brasil y Venezuela. Sin embargo, se aseguró la
presencia de los gobiernos conservadores de Chile, México y Colombia.
CELAC tiene un objetivo político claro y, a la vez, una estrategia
económica que privilegia el reordenamiento del mercado regional. CELAC,
el Mercosur y UNASUR – por sus implicaciones políticas y económicas -
son mal vistas por Washington y el segmento más atrasado, pero
importante, de las clases empresariales del hemisferio. No es casual que
la prensa norteamericana, así como los medios más poderosos de la
región, están a la espera de una definición de la correlación de fuerzas
al interior de la CELAC para pronunciarse.
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