Peru
Oscar Ugarteche
Ollanta
Humala en 136 días ha producido una “masacre política”, dejando en la
calle a aquellos que lo construyeron como candidato, le escribieron los
discursos y le pagaron la campaña electoral.
La
construcción de un candidato presidencial es un proceso complejo de
construcción de imagen, de discurso, de configuración de alianzas y en
última instancia de visibilidad real. Construir un candidato cuesta
dinero y esfuerzo de mucha gente. El entorno del futuro candidato hace
este esfuerzo en un acto de fe política convencido de que éste podrá
cambiar el rumbo de la historia. Es lo que el Banco Mundial llamaría un
acto de inclusión social. Los/las jóvenes repartidos por el país hacen
campañas y rompen el descrédito de la política para que las nuevas
generaciones voten por la izquierda y no por la derecha y para que las
generaciones mayores retomen su compromiso con la sociedad, perdido ante
las frustraciones de décadas de luchas truncas. Haciendo camino al
andar, cada grupo de trabajo inventa un imaginario progresista y trata
de empatar eso con lo que se ve en el horizonte.
La
división derecha/izquierda está delineada por una consciencia ambiental
versus políticas extractivistas; democracia participativa versus
democracia electoral; derecho al cuerpo versus la sexualidad
reproductiva compulsiva; las mejoras en los salarios y en la
distribución del ingreso versus concentrar el ingreso y aquietar a los
mercados; políticas económicas heterodoxas versus políticas económicas
ortodoxas; modelo de crecimiento exportador versus un modelo de
crecimiento hacia adentro; más impuestos a los ricos versus
exoneraciones tributarias; lucha contra el racismo y toda forma de
discriminación versus el status quo.
Caído el
bipolarismo internacional en 1990, hay la búsqueda por la construcción
de un nuevo regionalismo político multipolar versus la unipolaridad
militar con la que Estados Unidos actúa, dada su pérdida de liderazgo
global.
La lucha
de clases hoy día es más compleja que la lucha entre ganancias y
salarios únicamente porque lo que está en juego es el planeta. La lucha
salarios-ganancia la ganó el sector financiero, que consolidó en el
mundo occidental una participación cada vez menor de salarios en el PIB a
cambio de una concentración creciente del ingreso. Esta ha sido la
razón de ser de las protestas de los Indignados españoles y de Occupy
Wall Street así como de los precursores de los cambios en todo el
Mediterráneo.
Es ya
una práctica instalada que los presidentes/alcaldes/gobernadores, con o
sin partido de izquierda, una vez electos, patean su tablero e intentan
colocarse al centro político, acomodándose con el poder contra el cual
estaban corriendo. Esta transición política deja a algunos viejos
actores fuera de juego e introduce a unos nuevos actores en el
escenario. La razón esgrimida por los electos es que hay que ser elegido
con la izquierda para gobernar con la derecha. Los gobiernos
progresistas de América del Sur y la social democracia europea están
llenos de esto.
El más
reciente miembro del creciente club de los tránsfugas es el presidente
peruano sobre el que algunos cifraron muchas esperanzas. Un gobierno de
izquierdas en el Perú podría haber significado la consolidación del
proyecto sudamericano. El viraje peruano, al que ya estamos
acostumbrados desde la elección de Alberto Fujimori Fujimori (AFF) en
1990, fue más brusco que entonces. En 1990, AFF tardó dos años en sacar a
sus compañeros de ruta electorales del gabinete y rompió las alianzas
finalmente cerrando el congreso el 5 de abril del 1992 con el autogolpe.
Es decir, tardó 608 días en sacar del gabinete a todos los
“progresistas” y un mes más para eliminar a sus asesores de campaña
antes de asumir el gobierno.
Ollanta
Humala (OH) en 136 días ha producido una “masacre política”, dejando en
la calle a aquellos que lo construyeron como candidato; le escribieron
los discursos y le pagaron la campaña electoral. Las alianzas políticas
siguen en la bancada del Congreso dentro de una cancha rayada muy
complicada. Si sus compañeros de bancada se van porque los ha
defraudado, gobernará con Fujimori y el Apra. Por las dudas, el
presidente del Congreso habla de la necesidad de indultar al reo AFF y
boicotea la labor de la comisión contra la corrupción del régimen de
Alan García Pérez. De manera insólita el gobierno progresista de OH no
puede hacer lo que el gobierno de Toledo de centro derecha logró,
enjuiciar la gran corrupción. El Parlamento no ayuda a OH en su labor o
el presidente del Congreso hace puentes para el cambio de alianzas
final. La “masacre política” del 10 de diciembre ocurrió cuando 11 de 17
ministros fueron defenestrados tras un acto presidencial, donde primero
desautorizó públicamente al Premier en unas negociaciones con la
población en Cajamarca; en segundo lugar decretó el estado de
emergencia en la zona minera aurífera en debate. Y finalmente metió a
la cárcel a los responsables políticos de la zona que estaban en Lima
intentando encontrar una solución pacífica al conflicto originado por
las demandas de una empresa que quiere utilizar cuatro lagunas para sus
actividades mineras, contrariando la opinión de la población de la zona
que quiere mantener sus lagunas.
Fue
tanto una “masacre política” como una demostración de estilo político.
Ya puede el presidente cerrar el recién abierto Ministerio de la
Inclusión Social y ahorrarle al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF)
unos soles. Lo “eficiente” es que sean programas del Ministerio de la
Presidencia. Alguien tendría que explicarle al presidente la distancia
entre la eficiencia económica y la eficiencia política y que la
inclusión social es un tema de política macroeconómica y no ajeno a
ésta.
En la
relación con Estados Unidos hay que enfatizar que éste fue el último
país visitado por Humala en el hemisferio tras su elección, luego de su
gira por Suramérica. Visitó al Consejo Nacional de Defensa de dicho
país en julio porque hay en el Perú, según Mónica Bruckman de la
Universidad Federal de Rio y Ana Esther Ceceña del Observatorio
Geoestratégico de la UNAM, igual o mayor numero de militares
estadounidenses en el Perú que en Colombia y porque el Perú está además
lleno de bases aéreas estadounidenses.
El
primer visitante oficial estadounidense al Perú el 29 de noviembre del
2011 fue el General William Brownfield, subsecretario de Estado de los
Estados Unidos para Asuntos Antinarcóticos y Policiales. Antes
Brownfield fue embajador de Estados Unidos en Colombia durante los años
de Álvaro Uribe, el aliado más fuerte de Washington en América Latina.
El 23 de
noviembre, en el marco de la celebración del 50 aniversario de la
Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID),
el Ministro de Relaciones Exteriores, Rafael Roncagliolo Orbegoso,
condecoró a su director en el Perú, Richard Goughnour, con la orden “El
Sol del Perú” en el Grado de Gran Cruz.
En
setiembre, a un mes de asumido el nuevo gobierno, el programa de
cooperación de Estados Unidos con el Perú se amplió de 230 millones a
293 millones de dólares para el periodo 2008-2012 que en los hechos
quiere decir que le han dado a Humala 60 millones de dólares más para el
inicio de su gestión. Con esto se podría sugerir que el Perú está
alineado con Washington al igual que Colombia, México y Chile y sigue en
el llamado Arco del Pacifico.
Es decir
que no hay variación sustantiva en la política exterior contrario a lo
que se esperaba por sus dos discursos sobre la materia donde enfatizó la
importancia del multilateralismo y de Suramérica.
Consciencia ambiental versus políticas extractivistas
El Perú
es y será un país minero. Esta condena al rentismo ambiental es una
amenaza no solo para los pobladores de la sierra donde yacen las minas,
sino para todo el planeta. Los Andes peruanos se han quedado sin nieve
desde hace más de dos décadas mientras se irriga el desierto en la
costa, cambiando así el ecosistema. La minería genera divisas y deja
pasivos ambientales que se han convertido en un problema mayor en la
zona de Cajamarca. En el mes de setiembre había 90 conflictos
socioambientales latentes relacionados a la minería y estos comenzaron a
estallar en el mes de noviembre cuando la población comenzó a sentir
que no pasaba nada con sus demandas anteriores al cambio de gobierno.
El
discurso electoral de Ollanta Humala estuvo centrado en la conciencia
ambiental y nombró al ministerio del ramo a un mentor político de OH,
Ricardo Giesecke. Giesecke, un experto internacional en temas
ambientales, fue del grupo pequeño del entorno de Humala desde 2005. En
dicho ministerio estaban dos viceministros de izquierda relacionados a
temas ambientales lo que era coherente con el discurso de campaña. Estos
fueron defenestrados junto con el ministro. Fueron reemplazos -como en
1992- por “técnicos”, como si Giesecke, Cabieses y de Echave, el trío
defenestrado del Ministerio del Ambiente, no lo hubieran sido. Lo que
interesa ahora es que sean técnicos dispuestos a conversar con
Washington, digamos.
Democracia participativa versus democracia electoral
Detrás
del Partido Nacionalista hay un grupo político llamado Gana Perú que fue
el que finalmente le dio el triunfo a OH. Este se conforma por
intelectuales y lideres regionales que armaron la campaña presidencial,
sobre todo en la segunda vuelta, cuando Humala podía perder. El objetivo
de Gana Perú era hacer del proceso político que Humala iniciaba uno de
democracia participativa, donde el diálogo social sería el rasgo y los
intereses populares estarían en el centro.
La
manera cómo se manejaron los conflictos relacionados con la minería de
Andahuaylas y Cajamarca mostró lo siguiente. El ministro de energía y
minas llegó a Andahauylas a bordo de un avión de la empresa minera
Yanacocha, propietaria de la mina Conga, en cuestión. El equipo de
ministros y vice ministros que estaban allí para la negociación fue
dispar, regresándose a Lima dos ministros por temor. Es decir, un
gobierno dispuesto a negociar desde las empresas y con temor al pueblo.
Estos ministros desautorizaron en última instancia a los negociadores
que estaban trabajando con la población que reaccionó con furia (http://www.forosperu.net/showthread.php?t=256905
) Esta es la misma figura que la que ocurrió en Cajamarca en noviembre
con el tema de la mina Conga. El temor al pueblo y la alianza con los
empresarios mineros en nombre de que “el mercado tiembla”.
Finalmente,
al darle la espalda a la democracia participativa que la población
reclama en todo el país y más en las zonas rurales afectadas por la
minería, el presidente acaba de abrir un escenario: la población puede
quedarse quieta por miedo a la represión o puede salir a la calle
demandando la salida del electo en una figura similar a la ocurrida con
Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez en Ecuador; con Carlos
Meza Gisbert, y Gonzalo Sánchez de Losada en Bolivia, que salieron por
presiones sociales. Huelga mencionar la dinámica del
mediterráneo, donde la presión de la calle expulsó al premier griego,
al italiano, al español, al portugués y al tunecino, libio, egipcio,
yemení, mientras hay fuertes protestas en Siria e Israel todas en el
año 2011. El otro lado de esto es un endurecimiento de la democracia al
estilo de Alan García que es la apuesta de Washington.
Demandas de mejoras en los salarios y en la distribución del ingreso versus aquietar a los mercados
Mejorar
el mercado interno mediante una mejora en la distribución del ingreso es
una demanda clamorosa de la población peruana. Esta ha sido respondida
mediante la introducción de un programa de jubilación a los 65 años y de
becas a los estudiantes de 18 años, anunciados el 28 de julio del 2011
por Ollanta Humala en su discurso inaugural. Lo que es menos probable
es que se formalice más el empleo y se mejoren las remuneraciones,
porque el Ejecutivo ha tomado un giro conservador en lo político y
neoliberal en lo económico. El nombramiento inicial del ministro
Castilla en la cartera del MEF fue una sorpresa para el equipo económico
del presidente que creyó que habían ganado las elecciones. Ni Dancourt,
ni Félix Jiménez fueron nombrados a la cartera de economía a pesar de
ser los responsables del área económica del plan de gobierno. Al revés,
se promocionó al vice ministro de economía al cargo de ministro para
mantener la estabilidad de las políticas. Fitch Ratings subió al Perú a
BBB en noviembre, en mérito a la continuidad de las políticas.
El Dr
Castilla obtuvo su doctorado en economía de la universidad Johns Hopkins
en Baltimore, Estados Unidos, y a diferencia de Rafael Correa no ha
tenido un cambio de sentimiento, sino que es esencialmente un economista
ortodoxo, cuyo objetivo es mantener la inflación en el punto más bajo
posible para permitir el desarrollo de los mercados. El es un creyente
en los superávits fiscales y de balanza de pagos, ambos que existen en
el país desde hace una década. No es un heterodoxo que esté buscando el
desarrollo del mercado interno y la inclusión social.
Finalmente,
lo que puede llevar a una militarización del régimen no es que existan
militares dentro del gobierno, sino la fragilidad del régimen político
elegido con un sentido y gobernado con el sentido contrario. Para que
los perdedores puedan mantenerse en el poder al que llegaron el 10 de
diciembre, el espacio de la protesta social debe ser reducido. La mitad
de la población eligió otra cosa y puede exigir aquello por lo que
votó que se relaciona con sus derechos ciudadanos. Ya no quedan casi
iletrados en el país y la conciencia de la postergación ciudadana en los
pobres está clara, más aún cuando la riqueza mineral sale de su tierra y
a cambio le dan contaminación ambiental.
México, 19 de diciembre de 2011
- Oscar Ugarteche, economista
peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la
UNAM, México. Es presidente de ALAI y coordinador del Observatorio
Económico de América Latina (OBELA)
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