Transnacionales como Unilever y Caterpillar reconsideran sus apuestas en Myanmar.
Entretanto, las firmas occidentales buscan maneras de volver, aunque pocas están dispuestas a hablar de sus planes en público o en detalle debido a la posibilidad de reacciones adversas de clientes que siguen escépticos sobre recientes reformas en el país. EE.UU. dice que no tiene la intención de levantar las sanciones hasta que vea más cambios en Myanmar, incluso una mayor transparencia en las relaciones del país con Corea del Norte.
La visita de esta semana de la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, la primera de un estadounidense en ese cargo en más de 50 años, ha alentado esperanzas de que se avecina un reacercamiento, y algunos diplomáticos europeos presionan por sanciones más leves en una revisión anual de sus leyes en abril de 2012.
Para algunos inversionistas, el potencial de Myanmar es demasiado grande como para pasar por alto. Es una de las últimas fronteras en materia de mercados grandes de Asia, rico en petróleo, gas, madera y gemas, y tiene el potencial de ser un exportador importante de arroz y frutos de mar. Su sector de turismo puede beneficiarse de templos de 900 años de antigüedad y playas comparables a las de la vecina Tailandia, que atrae al menos 15 millones de visitantes al año. Myanmar también tiene bajos salarios fabriles y su clase intelectual habla inglés. El sistema legal está fundado en el derecho consuetudinario británico. Sin embargo, los obstáculos son grandes. La electricidad es irregular, los caminos y puertos están averiados y el sistema financiero está inmaduro.
Es difícil conseguir datos precisos sobre Myanmar y las estadísticas oficiales son tratadas con escepticismo dentro y fuera del país. Las Naciones Unidas calcula que Myanmar tiene 50 millones de habitantes, casi lo mismo que Corea del Sur. El Fondo Monetario Internacional dice que el Producto Interno Bruto per cápita de Myanmar, ajustado al poder adquisitivo local, es el segundo más bajo de Asia después de Afganistán.
Entre las marcas occidentales que han comenzado a penetrar está el gigante de productos al consumidor Unilever, que el año pasado empezó a vender discretamente artículos a través de un distribuidor. De todos modos, terceros habían estado introduciendo los productos de la compañía por contrabando, dijo un portavoz, quien agregó que venden "sopa y jabón" en Myanmar por medio de su operación en Tailandia y no tiene oficinas en aquel país.
Las sanciones occidentales mayormente prohíben importar bienes de Myanmar, tratar con altos funcionarios y magnates, y realizar ciertas transacciones financieras. Las ventas al país, con excepción de armas, generalmente no se impiden.
Otra compañía occidental con negocios en Myanmar es la estadounidense Caterpillar Inc. Según el diario estatal New Light of Myanmar, funcionarios gubernamentales se reunieron en agosto con ejecutivos afiliados a Caterpillar para hablar de ventas de maquinaria pesada. Un portavoz de la compañía no confirmó el informe pero dijo, "Caterpillar y algunas subsidiarias extranjeras pueden, bajo ciertas circunstancias, vender productos a comerciantes independientes que pueden revenderlos a usuarios en este país". Agregó que la empresa "no tiene instalaciones en Myanmar" y "cumple plenamente con todas las leyes vigentes".
Una corriente de delegaciones de empresarios, incluidos austríacos y alemanes, circula por Yangon, y los principales hoteles, que sufrieron años de bajas tasas de ocupación, ahora están prácticamente llenos de turistas y hombres de negocios. Compañías asiáticas de Taiwán, Tailandia y otros países evalúan inversiones en una zona económica especial denominada Dawei Special de 250 kilómetros cuadrados que incluirá carreteras, líneas férreas y un puerto de aguas profundas. Los inversionistas siguen de cerca planes del gobierno para promulgar una ley de inversión extranjera que haría más fácil para los foráneos controlar empresas y tierra local.
"Si Myanmar lo hace bien, veremos que crecerá más rápido que Vietnam", predice Philipp Hoffmann, director general de una empresa conjunta fundada por Jebsen & Jessen, una firma de comercio y servicios industriales con sede en Singapur.
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