12 diciembre, 2011

Orígenes del Liberalismo

Enrique Ghersi


El liberalismo es una corriente de pensamiento que se fundamenta en la teoría subjetiva del valor, en materia económica, y el concepto de libertad negativa, en materia política.

La teoría subjetiva es aquélla que define el valor económico no como algo inherente a la cosa misma, sino como la opinión que la gente tiene acerca de una cosa.



Un ejemplo muy sencillo permitirá evaluar el conjunto: el valor de un vaso no es la cantidad de trabajo incorporado en él, como creía equivocadamente David Ricardo o Marx, sino lo que la gente cree que este vaso vale; es decir, la escasez relativa de este vaso. Por eso este vaso puede valer mucho o puede valer poco, en función de su abundancia o escasez en una sociedad. La teoría subjetiva del valor en mi concepto es un elemento central para poder definir en qué momento nos encontramos frente a una doctrina liberal.

En segundo lugar, el concepto de libertad negativa fue desarrollado por Isaías Berlin. Lo que quiere decir es que, entre las muchas formas de definir a la libertad, son liberales las corrientes que la definen como la ausencia de coacción y, por eso, se llama libertad negativa. Es decir, aquellas doctrinas que definen a la libertad como la ausencia de coacción.

Aceptando esta definición inicial del liberalismo basado en la teoría subjetiva del valor y en el concepto de libertad negativa, quiero presentarles a ustedes una visión sintética de los orígenes de este liberalismo. En base a estas consideraciones, por consiguiente, es muy fácil encontrar cuál es el origen de la idea liberal.

Aparición de la idea liberal en la España Medieval
En nuestro concepto, el origen de la idea liberal lo vamos a encontrar en la España medieval, señaladamente durante la ocupación árabe de España y específicamente en Andalucía.

Así, encontraremos el origen de la teoría subjetiva del valor y del concepto de libertad como ausencia de coacción entre escritores árabes y judíos medievales. Señaladamente en Ibn Jaldún, un historiador magreví de la edad Media que es el primero que desarrolla el concepto de libertad como ausencia de coacción claramente en un famoso y monumental libro llamado “Introducción a la Historia Universal” un libro escrito en la baja edad media árabe. En él recomienda a los príncipes gobernar dejando a su pueblo actuar de acuerdo con sus puntos de vista, con sus potencialidades, con sus instintos, con sus placeres, con sus deseos. Es tal vez uno de los escritos más antiguos donde podemos encontrar claramente expuesto el concepto de libertad en sentido negativo.

En materia económica, el concepto de valor subjetivo fue esbozado también en esa época por Maimónides, un sabio judío de Córdova. Maimónides es juez de la comunidad judía y, como tal, comenzó a redactar opiniones jurídicas de interpretación de la ley mosaica, tratando de establecer la naturaleza del interés y de la usura. A partir de tales estudios sobre interés y usura Maimonides ensaya por primera vez lo que es el concepto del valor subjetivo.

Curiosamente, fue la enorme energía creativa de la España árabe, crisol de civilizaciones donde convivían pacíficamente árabes, judíos y cristianos, que permite el desarrollo de dos grandes conceptos liberales que son posteriormente recogidos, ya en el siglo XVI, por la llamada Escuela Jesuítica de Salamanca.

La Escuela Jesuítica de Salamanca
En la escuela toma las viejas teorías de Maimónides del concepto subjetivo del valor y lo desarrolla sistemáticamente. Se puede hablar de que los primeros escritos y estudios de economía moderna se hacen a la luz de los trabajos de los jesuitas de Salamanca en el siglo XVI. La teoría subjetiva del valor que había sido ensayada por Maimónides es convertida en teoría monetarista por los jesuitas, a través de la llamada teoría cuantitativa de la moneda.

¿Por qué los jesuitas del siglo XVI inventan la teoría cuantitativa de la moneda? o, ¿por qué aplican el concepto subjetivo del valor a la moneda? Por culpa, en parte del Perú. Esa es una anécdota interesante que conocer. En el siglo XVI comienza en España y en las posesiones de los Austrias españoles una inflación monstruosa creada como consecuencia de la explotación de las minas de oro y plata del Nuevo Mundo. En efecto, por parte en culpa de que el oro peruano es acuñado inmoderadamente, produce una inflación monstruosa en España y en las posesiones germánicas flamencas de su imperio.

Entonces, alguien tenía que explicar qué estaba pasando, y son los jesuitas de Salamanca los que desarrollan por primera vez el monetarismo para explicar la gran inflación del siglo XVI. Y dicen: “La moneda es igual que cualquier bien, un bien vale en función de su abundancia o de escasez”. Hay mucha papa, la papa baja de precio; hay poca papa, la papa sube de precio, esa es la teoría cuantitativa del valor. El valor de las cosas no es lo que la cosa es en sí misma sino lo que la gente considera que la cosa es en determinado contexto; la abundancia o la escasez, ese es el valor de algo.

Los jesuitas de Salamanca toman este concepto que había sido elaborado por Maimónides y lo aplican a la moneda naciendo la teoría cuantitativa del valor.

Los jesuitas de Salamanca desarrollaron también el concepto de libertad negativa en el terreno político. Fue curiosamente Fray Ginés de Sepúlveda, el gran rival de Bartolomé de las Casas, el héroe de los socialistas latinoamericanos, quien descubrió a partir de un tratado de derecho internacional público los conceptos y principios elaborados por Ibn Jaldún durante la edad media árabe. De manera que, tanto en el terreno de la teoría cuantitativa de la moneda como en el terreno del desarrollo filosófico de la libertad, entendida como ausencia de coacción, ambas son ideas largamente elaboradas de los jesuitas de Salamanca.

Jesuitas más recientes, inclusive el famoso jesuita Tomás de Mercado, cuyo nombre parece sugerente para los conceptos que desarrollamos, escribió un famoso libro llamado “Suma de tratos y contratos en Ciudad de México”; el cual fue durante tres siglos la doctrina básica que se enseñó en todas las universidades de América Latina, incluido el Perú. De manera que si leemos, por ejemplo, los escritos de Peralta y Barrionuevo, el famoso sabio criollo del siglo XVII, podemos encontrar una decidida influencia del pensamiento jesuítico de Salamanca del siglo XVI y, finalmente, del incipiente liberalismo.

Si tuviéramos que hacer el árbol genealógico del liberalismo, sus raíces serían Ibn Jaldún y Maimónides; el tronco inicial, los jesuitas de Salamanca. ¿Cuál es la siguiente sección de este árbol? El pensamiento jesuítico de Salamanca curiosamente se estanca en España y no tiene continuadores. Hay quien ha querido encontrar en Jovellanos, ya en el siglo XVIII, una conexión; pero aparentemente fue un sacerdote con gran influencia liberal tomada de la ilustración francesa y no del pensamiento español del siglo XVI.

Los continuadores del pensamiento de los jesuitas de Salamanca estuvieron en Flandes, representados por Hugo Grotio y Heinnecius, conocidos como los pioneros del derecho internacional público. Ellos toman la imprenta del pensamiento de los jesuitas de Salamanca y profundizan el concepto económico y el concepto político de la idea liberal.

Difusión de la idea liberal: El liberalismo continental europeo y el liberalismo anglosajón.
A través del “pensamiento flamenco” viene la gran difusión de la idea liberal política y, en mi concepto, la gran separación del liberalismo. Es decir, tenemos dos raíces: Ibn Jaldún y Maimónides; un tronco común, la escuela de Salamanca; un tronco subsiguiente, el pensamiento flamenco; y luego la gran división del liberalismo en dos copas: el liberalismo continental europeo y el liberalismo anglosajón. De Flandes el liberalismo salta a Inglaterra, señaladamente a Escocia. Grotio y Heinnecius fueron profesores de un famoso pensador escocés, de apellido Huntintong, que revoluciona la educación en su país. Huntintong fue maestro de Adam Smith, que aprendió de él la doctrina económica y moral que posteriormente se convertiría en el liberalismo contemporáneo de origen anglosajón.

Encontramos ahí claramente una línea de desarrollo intelectual: de los flamencos a Huntintong, el renacimiento escocés y Adam Smith. Este paso hace eclosión durante el siglo XVIII con el gran movimiento intelectual que Adam Smith encabeza en su época. Recordemos una cosa: Adam Smith en su época era un hombre muy famoso; es decir, no era solamente un oscuro profesor o un erudito de biblioteca, fue un hombre que realmente se convierte en un hombre muy famoso, muy célebre, muy influyente en la política, al extremo que llega a ser representante o miembro del Parlamento. Es célebre su participación durante el proceso de independencia de Estados Unidos de Europa, a favor de la independencia de las colonias norteamericanas cuando esto se somete a voto en la Cámara de los Comunes de Inglaterra; es considerado un traidor por muchos de los ingleses por ese voto en su momento.

Adam Smith desarrolla los conceptos clásicos de la teoría subjetiva del valor y de la libertad negativa con diferente énfasis y diferente fortuna. Mucha gente, los historiadores que ustedes van a leer, creen y opinan, probablemente de manera correcta, que Adam Smith confunde el problema del valor y van a encontrar algunas páginas de Smith donde claramente recoge una idea de valor subjetivo y otras donde Smith habla del valor trabajo o valor objetivo. Por eso muchos consideran que Marx en realidad fue una tergiversación o una profundización de los errores de Smith y, en buena parte, los errores de Smith permitieron el desarrollo conceptual del marxismo en el siglo siguiente.

El desarrollo ulterior del liberalismo inglés, tanto en su vertiente manchesteriana con Cobbett, que condujo la polémica por el libre comercio en el final del siglo XVIII y principios del siglo XIX, como lo que se ha llamado liberalismo clásico que viene con Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill, Jeremías Bertram y Herbert Spencer, tiene claramente un entroncamiento con una de las grandes copas de este árbol liberal que se divide en el momento de la influencia del pensamiento flamenco.

La otra gran rama del pensamiento liberal, es el liberalismo continental. Esta se distribuye por los diferentes países de Europa, fundamentalmente en Alemania y en Francia, con distintas escuelas, énfasis y características.

Primero pasa a Francia donde tiene claramente un desarrollo en la ilustración francesa. Voltaire, Diderot, D´alambert, algunos dicen que Rousseau, otros niegan la pertenencia de Rousseau a la doctrina, toman estas grandes y viejas ideas de Grotio, Heinnecius y los jesuitas de Salamanca, cada vez más perdida en el tiempo. Cada vez se reconoce menos a los jesuitas como los autores de estas ideas, porque lo curioso de este proceso de elaboración es que nadie se acuerda de quién las dice; ellos la toman del profesor inmediato, quien la tomó a su vez del profesor inmediato. Pero mucho menos los ilustrados franceses, que eran anticlericales por naturaleza, recuerdan que esto tuvo como origen a un pensamiento neoclásico.

Paradójicamente pues, en el liberalismo continental francés se desarrolla una línea anticlerical, fundamentalmente centrada en temas filosóficos, aunque Jean Batista Say salva el honor colaborando en algo con los conceptos clásicos de la teoría subjetiva del valor.

Por su parte, el liberalismo continental alemán tiene su propio desarrollo, que alcanza un punto culminante en el siglo pasado y es, probablemente, el responsable del renacimiento de las teorías liberales durante esta centuria.

En Austria, el pensamiento liberal anida en algunas universidades de habla germana y tiene una eclosión importantísima durante el largo reinado del emperador Francisco José, en que se desempeñó como ministro de economía Eugene Von Böhm-Bawerk. Este hombre ha sido tal vez el liberal más importante de los últimos siglos porque él recoge el viejo tema de los jesuitas de Salamanca, de la teoría subjetiva del valor, que había sido enredada y confundida por Smith, y ciertamente por David Ricardo, y olvidada por los franceses, y lo pone por primera vez en una ecuación matemática. Para el efecto, desarrolla claramente y científicamente el concepto central: que el valor de una cosa está en función de su escasez o de su abundancia, que el valor de una cosa es una opinión y que la economía es en realidad una rama de la psicología y no de la matemática.

Según Von Böhm-Bawerk, el valor no está en la cosa, está en la gente. Es consecuencia de la escala valorativa de millones de individuos, que simultánea y espontáneamente, y sin conexión alguna opinan en un contexto llamado “mercado”, y le atribuyen a algo, por error, una determinada condición. Como consecuencia de tales trabajos algunos hablan de la escuela neoclásica neoliberal a partir de ese momento. Después de Böhm-Bawerk, Weiser, Weickel, Menger y sus discípulos Ludwig Von Mises y Friedrich Von Hayek, la escuela austriaca del pensamiento liberal ha fecundado esta doctrina profundamente.

Escuelas actuales
Hoy en día se habla de que en el mundo liberal existen las siguientes escuelas: en primer lugar, la llamada “escuela del capital humano”, se llama así porque se dedica más a los conceptos elaborados por la escuela austriaca, a estudiar lo que es el valor de la gente. Esta escuela sostiene que la gente vale en sí misma, en conocimiento, en habilidades, en tiempo y en técnica. En base a tales hipótesis hacen una serie de estudios sobre la conducta humana, sobre el matrimonio, sobre la capacidad de trabajo, sobre la educación. La escuela del capital humano ha tenido dos premios Nobel muy recientes. El primero fue Theodore Schultz en la década del setenta y muy recientemente Gary Becker.

La tesis sobre la que se fundamenta es que no solamente existe un mercado monetario sino también un mercado no monetario en toda la sociedad. La política es un mercado; las relaciones humanas son un mercado; la cultura también. En todas estas manifestaciones de la conducta humana hay un funcionamiento racional que se puede estudiar científica y análogamente a la economía.

La segunda escuela del liberalismo contemporáneo es la del “Public Choice” que estudia el mercado político. James Buchanan, Premio Nobel de Economía, es el exponente máximo de esta escuela.

En tercer lugar, está la llamada “Escuela de los derechos de propiedad”. Es tal vez la que ha tenido el desarrollo más explosivo en los últimos años y los aportes más importantes. Cuenta en este momento con tres premios Nobel: Ronald Coase, Ronald Douglas North y Robert Vogel. Coase es el más original; planteó que el derecho también tiene una lógica económica consistente en facilitar las transacciones de la gente.

El derecho de propiedad, por ejemplo, es una forma de reducir el costo de vivir en un mercado, porque al saber qué es de cada cual, todos tenemos información muy importante para reducir la cantidad de tiempo y la cantidad de datos necesarios para vivir en un mercado. Otra contribución original de Coase fue su afirmación de la empresa como un paquete de contratos preestablecidos que permite a la gente organizarse económicamente consolidando información.

Una cuarta escuela liberal es la monetarista. Milton Friedman es su premio Nobel representativo.

Finalmente, la última escuela contemporánea del liberalismo es la llamada “anarcocapitalista”. El anarcocapitalismo se origina en el siglo pasado con Herbert Spencer. Quedó en estado larvado, hasta que en tiempos muy recientes ha tenido un gran desarrollo y fundamentalmente a partir del concepto de privatización.

En efecto, desde el momento en el cual el concepto de privatización es aceptado como viable en una sociedad, comienza un desarrollo intelectual muy riguroso dispuesto a mostrar que es posible privatizarlo todo. No hay ninguna razón por la cual todas las funciones del Estado no puedan ser privatizadas en su integridad.

Esta escuela todavía no tiene un premio Nobel, pero no me extrañaría que en los próximos años lo tuviera por las importantes contribuciones matemáticas hechas por ellos, sobre todo en lo que se llama la “teoría del caos”. Vera Smith y David Friedman, hijo de Milton, son sus representantes más caracterizados.

Hemos hecho un brevísimo cuadro sinóptico del origen y de la evolución del liberalismo. Dos grandes raíces: Ibn Jaldún y Maimónides. Tronco común: el liberalismo flamenco. Las ramificaciones: el liberalismo anglosajón y el continental europeo.

Diríamos que la gran influencia actual de las ideas liberales provienen esencialmente de una variación del liberalismo continental, el llamado liberalismo austriaco, que logró una vanguardia intelectual a principios de este siglo, gracias a ganar el debate ideológico en las grandes universidades contemporáneas a los socialistas y los marxistas durante los 40 o 50 años primeros de este siglo.

Es absolutamente evidente que el desarrollo intelectual y la gran potencia y la energía, la vanguardia, como se llama en el pensamiento académico, se encuentra en esa rama, en esa escuela desprendida de ese gran tronco común que nos hermana a todos en las creencias fundamentales de la libertad del ser humano, de su derecho a decidir y del valor como reconocimiento a la capacidad autónoma de cada individuo para decidir qué le conviene, qué cosa es buena y cuándo puede conseguirla. Diríamos que éste es, apretada y groseramente, un cuadro aproximado a esa fascinante e inexplicable historia de esta gran doctrina.

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