Los ciudadanos de Rusia (no sólo los rusos) han votado y está claro que a la “vertical del poder” no le han gustado unos resultados que ni ella, ni nadie por cierto, se esperaba. El recuento, como en otras ocasiones, ha estado plagado de irregularidades pero, esta vez, habrán sido unas buenas malas elecciones. Tanto desvelo para asegurar el resultado adecuado, tanta seguridad de que no podría ser de otra forma, todo esto para acabar levantando un clamor popular, aún limitado, pero que no se había oído en Rusia desde hace más de una década.
La ironía de la historia es que el partido del poder, Rusia Unida, habría ganado los comicios de todas formas, sin necesidad de recurrir a tantas manipulaciones. Diversas encuestas de opinión —incluidas las del instituto independiente Levada— lo fueron mostrando a lo largo de todo el año. Pero esas intenciones de voto, que fueron oscilando entre el 53% y el 59% y habrían sido el sueño de más de un dirigente de país democrático, no respondían al margen que el futuro candidato presidencial debía considerar digno de su persona. Para colmo, incluso amañados, los resultados han dado a Rusia Unida un porcentaje menor, justo por debajo del 50%. Y aunque éste le permite mantener la mayoría absoluta de escaños en la Duma, al final, el arreglo de las elecciones sólo ha conseguido empeorar el mal menor que se pretendía evitar. Con ello, el horizonte de una plácida presidencia hasta el 2024, con dos mandatos de seis años que se daban por asegurados para Vladímir Putin, se ha desvanecido.
Lo irónico es que Rusia Unida habría ganado los comicios sin necesidad de recurrir a tantas manipulaciones
Pero es la presencia en la calle de tantos jóvenes lo que ha sido la gran sorpresa. En su mayoría, no leen la prensa ni escuchan la televisión, o porque desconfían de ellas o porque les aburre. Internet, Facebook y Twitter son sus fuentes de información. Éstos, más los mensajes por móvil, han sido los verdaderos instrumentos de movilización de las protestas. Lo que estos jóvenes, más otros que se sumen a ellos, convocados por conocidos blogueros o simplemente por sus amigos, decidan hacer en las próximas elecciones presidenciales puede tener consecuencias importantes para el futuro inmediato de su país.
Los expertos expresan
cada vez más la opinión
de que la fórmula actual
está alcanzando
un punto de agotamiento
cada vez más la opinión
de que la fórmula actual
está alcanzando
un punto de agotamiento
Desde luego, son los resultados de las elecciones presidenciales, en marzo de 2012, los que permitirán una lectura más clara de lo que anuncian los comicios actuales y las protestas en la calle. Pero, en cualquier caso, si es cierto como parece que Rusia ha entrado en estagnación moral y económica, despreciar o amañar la realidad no servirá por mucho tiempo. Aunque es pronto para anticipar el alcance a corto o medio plazo que puede suponer esta reacción inédita de una parte, todavía minoritaria, de la ciudadanía, no cabe duda de que se ha producido el punto de inflexión más importante de la era Putin. Y, tal vez, estemos presenciando el principio del retorno de la política de verdad en la escena pública de Rusia.
Carmen Claudín y Nicolás de Pedro son investigadores
del Centro de Estudios y Documentación Internacionales de Barcelona
(CIDOB).
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