27 diciembre, 2011

Thatcher, Europa y la sociedad

por Carlos Rodríguez Braun

Carlos Rodríguez Braun es doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la misma universidad.
Los habituales reproches antibritánicos a raíz de la cumbre “refundadora” de Europa me hicieron recordar la frase más polémica de Margaret Thatcher: “no hay tal cosa como la sociedad”. Bob Low aclaró en la revista Standpoint el origen de la frase, que apareció en una entrevista en Woman’s Own en 1987. Esto dijo la señora Thatcher: “Hemos atravesado un periodo donde a demasiados niños y a demasiada gente se les ha hecho pensar de esta forma: ‘¡tengo un problema, la labor del Estado es resolverlo!’. O ‘¡tengo un problema, conseguiré un subsidio para resolverlo!’. O ‘¡No tengo vivienda, el Estado debe dármela!’. Al hacer eso trasladan sus problemas a la sociedad, y ¿quién es la sociedad? No existe tal cosa. Lo que existe son hombres y mujeres individuales, existen las familias. No hay Estado que pueda hacer nada sino es a través de las personas, y las personas se preocupan primero de sí mismas”.


Fue tal la rechifla que provocó esta declaración que en sus memorias Thatcher puntualizó que quiso decir que “la sociedad no es una abstracción…sino una estructura viva de individuos, familias, vecinos y asociaciones voluntarias”. Low dice que ella no inventó la frase, que corresponde al escritor David Lodge en su novela de 1962 Ginger, You’re Barmy. Ambos la utilizan en contextos parecidos, defendiendo la autonomía individual y previniendo contra los intentos de hacernos a todos subordinados del Estado.
Ahora reflorece en Europa la vieja fantasía de que el Estado es la solución, y no el problema, aunque debe cambiar de forma, y “ceder soberanía” a escala nacional para trasladarla a escala europea. Desde luego, ceder soberanía al soberano, al pueblo, a la sociedad, eso nunca, como veremos con el recorte de libertades, en el que no darán un paso atrás los socialistas de todos los partidos. Hablan con arrobo de la “Europa social” como hablan siempre de cosas sociales, y siempre en sentido elogioso, pero, aunque “social” tenga muchos significados o se utilice en contextos y para objetivos diferentes, existe un hilo conductor capaz de hilvanarlos. Los que en España y Europa dan la tabarra con lo social no lo hacen al tuntún, porque en el fondo de las acepciones hay siempre una fundamental: el poder. En efecto, para entender qué quiere decir derecho social, justicia social, gasto social o Europa social, conviene sustituir “social” por “político”.
Y por ese motivo cabe encender las alarmas, y respaldar a Margaret Thatcher en su recelo frente a la idea de sociedad, una idea que cuando se concreta no lo hace en mujeres y hombres libres, en sus derechos, contratos e instituciones. Cuando se concreta no se refiere a la gente libre sino al intervencionismo de sus autoridades, también las de Europa. Todo recelo es poco si por sociedad entendemos la coacción legítima, porque la identificación entre política y sociedad civil tiende a socavar derechos y libertades de modo más o menos apreciable.

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