Con una mano promete reformas y con la otra masacra al pueblo. La Policía siria ha matado al menos a 20 personas en una localidad del sur del país al dispersar una manifestación, según informó la cadena catarí de televisión Al Yazira.
Las muertes de hoy se suman a los 37 manifestantes fallecidos tras siete días consecutivos de protestas.
Ayer el Gobierno anunciaba un paquete de reformas, insuficientes para un pueblo que ha seguido en la jornada de hoy alzando la voz para exigir medidas de calado y la liberación de presos de conciencia. Un sentir que el presidente Bashar al Asad trata de apagar a base de sangre.
La cadena Al Yazira, citando varios testigos, ha asegurado que las víctimas se produjeron en la localidad de Sanamein, situada a mitad de camino entre Deraa y Damasco. La televisión también informó de la muerte de otro manifestante en la ciudad sureña de Deraa, cerca de la frontera con Jordania, aunque que no ha podido verificar independientemente este número de víctimas.
Deraa, a unos 100 kilómetros al sur de Damasco, fue escenario hoy de una manifestación pacífica en la que participaron miles de personas y en la que se rindió homenaje a los activistas de la oposición fallecidos en esa ciudad en los últimos días.
La protesta de hoy se desarrollaba pacíficamente hasta que a media tarde varias personas intentaron derribar una estatua del presidente Hafez al Asad, padre del actual gobernante, Bashar al Asad, lo que motivó que las fuerzas de seguridad reprimieran de forma sangrienta la concentración un enfrentamiento con fuerzas de seguridad.
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