10 enero, 2012

Cosechando

F E D E R I C O   R E Y E S   H E R O L E S 
Cosechando
Miro la imagen. Ella con los ojos cerrados. Él con la mano sobre el pecho y gesto de tristeza

Miro la imagen. Ella con los ojos cerrados. Él con la mano sobre el pecho y gesto de tristeza. Los Clinton rinden homenaje a Václav Havel, al poeta, al dramaturgo, al opositor, al preso político, al líder de la "revolución de terciopelo", al padre de la República Checa y sepulturero institucional en una de las más pacíficas muertes de país alguno, de Checoslovaquia. Atrás quedaron décadas de comunismo, de imposición soviética, de opresión a las libertades. El primer presidente libre de la posguerra fue Havel, también el primero en recibir un homenaje de esa magnitud desde Tomas Masaryk, creador de la Checoslovaquia que a él le toco dividir. Cincuenta dignatarios acuden al sepelio. Milos Forman, el gran cineasta, da cuenta de su sencillez. Pero quizá lo más importante está en las calles. La bellísima Praga se paraliza por el homenaje popular. La grandeza existe, pero por lo visto en México la tenemos olvidada.

En la próxima imagen la imponente Sierra Madre se arroja encima. Montañas enmarcadas por un celaje inconfundible. En medio una grieta de profundidades insondables ha sido superada por la acción humana. El puente El Baluarte -que en su punto máximo se eleva más de 400- es el resultado de años de planeación y de consistencia institucional. Ese México también existe, el de los grandes médicos, arquitectos o ingenieros, capaces de superar inmensos retos. Es el mismo México que electrificó al país y comunicó una de las orografías más caprichosas del orbe. Se puede respirar con optimismo, esas obras si transforman. Durango y Sinaloa por fin comunicados para posibilitar el transito de oriente a poniente. Allí hubo y hay grandeza.

Pero en la próxima imagen está la llamada Estela de Luz que, para muchos, ya quedó allí para recordar lo absurdo del gasto público. Cómo explicar que el inútil monumento haya costado la mitad del exitoso edificio que está a unos metros. Independientemente de criterios estéticos la Estela nos recordará la ineficacia y opacidad a las que somos tan proclives. Los radicales hablan de la Estela de la Muerte, para mentar a los miles de muertos del sexenio. Todo esto ocurre mientras la SEP anuncia en definitiva la cancelación de uno de los programas nodales en la modernización educativa: incorporar a la era digital a las escuelas de México.

No es un asunto de un secretario o de otro, es una vergüenza nacional. Mientras el subsidio a los energéticos ronda los 20 mil millones de dólares anuales, hemos sido dolorosamente incapaces de llevar una computadora a cada educando que costaría -como gasto único- alrededor de la cuarta parte de ese absurdo subsidio. La máquina es sólo el inicio, después vienen la conectividad y los materiales especiales. Qué nos pasa, en qué momento nos empequeñecimos, por qué dejamos de pensar en grande, por ejemplo en disminuir la pobreza extrema a un dígito, en llevar al mínimo lo mortalidad materna o infantil, en lograr que todos los hogares tengan agua potable y drenaje y el nivel educativo alcance al de los países desarrollados. Por qué se volvieron enanas nuestras ambiciones y deseos, haciéndonos incapaces de ponernos de acuerdo en las bases de una industria petrolera nacional poderosa, de punta, orgullo de todos. Václav Havel enfrentó con grandeza la dolorosa pero insalvable misión de dividir a un país. Con todos nuestros lastres México ni siquiera se imagina lo que es un trance así.

O será el producto de una alternancia fincada en el odio, en una lectura envenenada del pasado que no concedió un solo crédito a los antecesores, a los priistas, alternancia envenenada que hoy frena la transición. Esa fue la pedagogía aplicada: maniquea y sin grandeza. Y ahora que las pifias los alcanzan también a ellos, al panismo, ya no pueden frenar esa versión de extremos en donde en el pasado todo fue oscuridad, pero la luz prometida por ellos tampoco llegó, ellos también son ineficaces y corruptos, en paquete. Que fácil decir setenta años de corrupción. Es tanto como leer al panismo por la Estela de Luz o por la fallida Enciclomedia y olvidarnos del puente El Baluarte, del Seguro Popular o de los avances en vivienda. Logros y descalabros, como los hubo en el pasado, hoy son reales.

El veneno de la campaña panista de 2000 provocó una primera polarización. De un lado los héroes, enterradores del pasado negro, así sin matices. Del otro los responsables del horror, los traidores. Nada hubo de grandeza. Van doce años de la misma cantaleta. Cuántas negociaciones se fueron al barranco por esa retórica. Después llegó 2006 y una nueva polarización dividió al país: los ricos contra los pobres, los ladrones contra los honrados. Ahora los mismos hablan de la "República Amorosa" ¿¿?? Por eso estamos en el 2012 cosechando los odios. Aquí no hubo terciopelo sino espinas. Pero la ira popular no tiene brújula. Ellos son los autores de la Estela. Todo lo demás es lo de menos. Havel crece, fue grande porque cumplió sin sembrar odio.


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