10 enero, 2012

Hoy es la primera prueba para la república del amor

La historia en breve 

Ciro Gómez Leyva

Divertido el duelo entre dos viejos guerreros transmutados en juiciosos hombres de bien. Diego Fernández de Cevallos estaba tratando de sortear la pregunta de Fernando del Collado, pero le ganó el reflejo histórico cuando afirmó, en referencia al nuevo ropaje discursivo de Andrés Manuel López Obrador, que se trataba de una víbora con el mismo veneno.


En vez de pintarse de guerra, López Obrador enseñó la disciplina con que sigue amoldando su personaje 2012 y respondió: “Yo respeto mucho a Diego; yo le extiendo mi mano franca, yo no odio a nadie, no lo veo como mi enemigo”.
Ni Diego lo va sacar del papel en que lo metieron sus asesores y él ha ejecutado con un virtuosismo digno de los grandes concertistas. No se trata, pues, de creerle o no creerle. Se trata de un candidato en una misión: borrar negativos, seducir indecisos e, incluso, convencer a priistas y panistas que el fondo, tono y percusión de su mensaje es, por lejos, el más atractivo en el menú de julio.
Y con ese papel, con ese mensaje de paz, López Obrador ha sido el único de los cinco aspirantes vivos que ha hecho una oferta ética: la reconciliación política. El único con una idea sacudidora: la república amorosa. Y el único que ha mostrado talento histriónico: el actor que pasa de escupir a repartir flores.
Todo eso, sin embargo, podría comenzar a resquebrajarse hoy cuando se difundan las primeras encuestas de preferencias ya con el impacto del “nuevo Peje”. Quizá los números sean buenos y respiremos mucho más amor. Pero si las cifras no vienen bien, creo que pronto estaremos de regreso en la hostilidad.
En esta historia, el amor durará lo que den los puntos.

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