REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
Cuando accidentalmente me topé con este extraordinario libro
producto fino del brillante economista y filósofo Hans Herman—Hoppe, su título
llamó poderosamente mi atención y mi primera reacción fue de alarma al ver la
forma en que ese producto ausente de la historia mexicana, era precedido por un
verbo tan tajante con el cual normalmente se define algo tan grave como el
fracaso.
Inicié su lectura con interés y escepticismo pues como
hombre sediento de ello, los primeros argumentos no producían el rechazo del
manjar ausente de la mesa del México autócrata, tiránico y oprimido. Pero mi
hambre de libertad superior a los primeros argumentos esgrimidos en contra de
ese nebuloso sueño finalmente al alcance de la mano de los sonorenses, no me permitía la entrega final
de mi recia voluntad.
Sin embargo, la jornada electoral desarrollada en mi estado
y en la cual participé con intensidad, me dio la oportunidad de ser testigo del
fino tejido de una trama de peor calibre que el beso de Judas o el asesinato de
Julio Cesar, y ello me ha proporcionado los antes alusivos argumentos para
ahora coincidiendo con Herman Hoppe, aceptar y afirmar con asertividad; “la
democracia ha fallado.”
El drama desarrollado en Sonora ha sido el peor asalto a los
anhelos de liberación de un pueblo harto de la opresión de un grupo de rufianes
con la diabólica habilidad para conjugar los intereses de Lutero, Ala, Buda y
Lenin, para luego de seducirlos con un perverso atractivo, abordar el buque de
la infamia. Zarpar después unidos en conciencia a un carnaval de mascaras y
antifaces con los que cubren la hipocresía de sus rostros, y verdadera
naturaleza de sus propósitos.
Sonora había sido herida de muerte por sus gobiernos, la
apatía de sus hijos y la conveniencia de los mercaderes. El bronco sonorense
había sido domesticado por el estatismo, la complicidad, las telarañas del
mercantilismo tirando migajas sobre su mesa. El espíritu de lucha, de
conquista, de riesgo y aventura había sido mutado por la comodidad de los
resultados arreglados y la sumisión al poder. Sonora llegaba agonizante y
desangrándose.
El domingo 6 de Julio a Sonora le han negado los primeros
auxilios. Eduardo Bours luego de un esfuerzo sobrehumano, quedó tinto en sangre
tratando de salvarla. Luchó contra todo y contra todos tratando de rescatarla
del mortal abrazo de sus secuestradores que la asomaban al abismo final. El
triunfo de Bours debería haber sido el acontecimiento político de las últimas décadas,
pero se ha convertido en el círculo de frustración que empaña y desangra la ya
casi marchita esperanza de los sonorenses.
Utilizando la etiqueta del PRI pero siendo la negación de lo
que representa el ajado partido de los novillotes, Bours con su bandera liberal
tuvo que enfrentar un PAN que comparado con el Revolucionario de Gutiérrez
Barrios y Barttlet, haría a éstos lucir como monaguillos del coro celestial de
las indulgencias; Como los puritanos chicos de blanco en las ofertas de Mayo
ante el altar de la Virgen cubierto de flores.
Tuvo que enfrentar inclusive a la dirigencia nacional de su
partido cuando en acto de rebeldía les arrebatara la candidatura destinada para
uno de sus pandilleros, y por ello, lo emboscaran luego con la furia utilizada
para destruir a sus más odiados enemigos. Luchó contra una novel fuerza social,
pero tal vez la más poderosa. Una iglesia políticamente vigorizada exhibiendo
una insaciable hambre de poder, y pocos escrúpulos para lograrlo. Una iglesia
cuyas falanges harían palidecer a los palestinos suicidas inmolándose ante el
altar de Alá, utilizando modernos jets comerciales.
Enfrentó a un gobierno estatal que durante 6 años actuó como
lo que fue; La sucursal del poder en la lejanía; la potente repetidora de los
agraviantes; el brazo legal de la ilegalidad. El ejecutor Luca Brazi de la
dolorosa y pestilente “costra nuestra.” Un gobierno estatal que en este evento
su responsabilidad y consigna se podía descifrar cuando recibiera las llamadas
de las oficinas del PRI nacional para
preguntar; ¿Arde Eduardo Bours?
Bours luchó contra la adversidad, la perversidad. Pero hay
importantes lecciones en su justa.
El PAN como la fábula de la rana y el alacrán, ha develado
su verdadero carácter y el panorama es horripilante. El PAN en el poder se
identifica como la nueva versión de los conservadores de Maximiliano, pero armados
con las ajadas tácticas del PRI ahora afinadas con los manuales de la santa
inquisición, y la magia de la cibernética. El PAN ya no luce como el hijo y la
creación de Gomez Morín ni la inspiración de Clouthier, ahora luce como el
hijastro, el péndulo y la espada de un desbocado Torquemada.
El PRI ha mostrado la dimensión de su incurable tumor y lo
avanzado de su fatal enfermedad. Con gran soberbia y petulancia exhibe cómo
unos cuantos de sus caciques son capaces de formar alianzas aun con los
legionarios del obispado y utilizando la fuerza de su corporativismo, sabotean
a su propio candidato sólo para saldar cuentas personales de sus dirigentes en
su mejor estilo harakiri.
La iglesia se devela no como la gran red de pescadores de
almas y promotores de la armonía social, sino como un filoso instrumento a la
caza de ese poder absoluto y terrenal, y el ingrediente base de un peligroso
cóctel con la potencia de estallar estrepitosamente. Una fuerza subterránea del
tira la piedra y esconde la mano utilizando a sus motivados fedallines
disfrazados de inofensivas amas de casa. Desliza bajo la puerta su claro
intento de recuperar su poder ancestral para regresarnos a la convergencia de
sotanas y cúreles.
La media se desnuda sin vergüenza para mostrar que lejos de
practicar la pluralidad y la libertad de expresión, se suma a la mezquindad y
causalidad de opresión. Todos ellos convergiendo y conjugados en el centro de
un torrente de intereses comunes pero con intentos muy di símbolos, ante la
necesidad de coordinar sus nebulosas acciones y el redoble de una fúnebre
melodía armónica, mediática, neurótica que los obliga a fundirse en ese fuerte
y pestilente abrazo de perversidad y complicidad.
A Sonora los
promotores del desastre la empujan ahora para que exhale su último
suspiro. Con devaneadas compulsivas le exigen a nuestro salomónico poder
inmaculado el partir al niño por la mitad.
Se pide a los sonorenses tomar las calles para avalar la muerte de la
patria chica. Se asumen portes y actitudes aprendidas en las memorias de
Victoriano Huerta, mientras el poder en la lejanía nerviosamente observa la
resolución, el carácter y la calma que solo otorga la legitimidad—....esa de un
Eduardo Bours a la espera de su destino, y el destino de Sonora.
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