14 enero, 2012

¡DEMOCRACIA; EL DIOS QUE FALLO!


REFLEXIONES LIBERTARIAS

Ricardo Valenzuela


Cuando accidentalmente me topé con este extraordinario libro producto fino del brillante economista y filósofo Hans Herman—Hoppe, su título llamó poderosamente mi atención y mi primera reacción fue de alarma al ver la forma en que ese producto ausente de la historia mexicana, era precedido por un verbo tan tajante con el cual normalmente se define algo tan grave como el fracaso.

Inicié su lectura con interés y escepticismo pues como hombre sediento de ello, los primeros argumentos no producían el rechazo del manjar ausente de la mesa del México autócrata, tiránico y oprimido. Pero mi hambre de libertad superior a los primeros argumentos esgrimidos en contra de ese nebuloso sueño finalmente al alcance de la mano de los  sonorenses, no me permitía la entrega final de mi recia voluntad.


Sin embargo, la jornada electoral desarrollada en mi estado y en la cual participé con intensidad, me dio la oportunidad de ser testigo del fino tejido de una trama de peor calibre que el beso de Judas o el asesinato de Julio Cesar, y ello me ha proporcionado los antes alusivos argumentos para ahora coincidiendo con Herman Hoppe, aceptar y afirmar con asertividad; “la democracia ha fallado.”

El drama desarrollado en Sonora ha sido el peor asalto a los anhelos de liberación de un pueblo harto de la opresión de un grupo de rufianes con la diabólica habilidad para conjugar los intereses de Lutero, Ala, Buda y Lenin, para luego de seducirlos con un perverso atractivo, abordar el buque de la infamia. Zarpar después unidos en conciencia a un carnaval de mascaras y antifaces con los que cubren la hipocresía de sus rostros, y verdadera naturaleza de sus propósitos.

Sonora había sido herida de muerte por sus gobiernos, la apatía de sus hijos y la conveniencia de los mercaderes. El bronco sonorense había sido domesticado por el estatismo, la complicidad, las telarañas del mercantilismo tirando migajas sobre su mesa. El espíritu de lucha, de conquista, de riesgo y aventura había sido mutado por la comodidad de los resultados arreglados y la sumisión al poder. Sonora llegaba agonizante y desangrándose.

El domingo 6 de Julio a Sonora le han negado los primeros auxilios. Eduardo Bours luego de un esfuerzo sobrehumano, quedó tinto en sangre tratando de salvarla. Luchó contra todo y contra todos tratando de rescatarla del mortal abrazo de sus secuestradores que la asomaban al abismo final. El triunfo de Bours debería haber sido el acontecimiento político de las últimas décadas, pero se ha convertido en el círculo de frustración que empaña y desangra la ya casi marchita esperanza de los sonorenses.

Utilizando la etiqueta del PRI pero siendo la negación de lo que representa el ajado partido de los novillotes, Bours con su bandera liberal tuvo que enfrentar un PAN que comparado con el Revolucionario de Gutiérrez Barrios y Barttlet, haría a éstos lucir como monaguillos del coro celestial de las indulgencias; Como los puritanos chicos de blanco en las ofertas de Mayo ante el altar de la Virgen cubierto de flores.

Tuvo que enfrentar inclusive a la dirigencia nacional de su partido cuando en acto de rebeldía les arrebatara la candidatura destinada para uno de sus pandilleros, y por ello, lo emboscaran luego con la furia utilizada para destruir a sus más odiados enemigos. Luchó contra una novel fuerza social, pero tal vez la más poderosa. Una iglesia políticamente vigorizada exhibiendo una insaciable hambre de poder, y pocos escrúpulos para lograrlo. Una iglesia cuyas falanges harían palidecer a los palestinos suicidas inmolándose ante el altar de Alá, utilizando modernos jets comerciales.

Enfrentó a un gobierno estatal que durante 6 años actuó como lo que fue; La sucursal del poder en la lejanía; la potente repetidora de los agraviantes; el brazo legal de la ilegalidad. El ejecutor Luca Brazi de la dolorosa y pestilente “costra nuestra.” Un gobierno estatal que en este evento su responsabilidad y consigna se podía descifrar cuando recibiera las llamadas de las oficinas del  PRI nacional para preguntar; ¿Arde Eduardo Bours?

Bours luchó contra la adversidad, la perversidad. Pero hay importantes lecciones en su justa.

El PAN como la fábula de la rana y el alacrán, ha develado su verdadero carácter y el panorama es horripilante. El PAN en el poder se identifica como la nueva versión de los conservadores de Maximiliano, pero armados con las ajadas tácticas del PRI ahora afinadas con los manuales de la santa inquisición, y la magia de la cibernética. El PAN ya no luce como el hijo y la creación de Gomez Morín ni la inspiración de Clouthier, ahora luce como el hijastro, el péndulo y la espada de un desbocado Torquemada.

El PRI ha mostrado la dimensión de su incurable tumor y lo avanzado de su fatal enfermedad. Con gran soberbia y petulancia exhibe cómo unos cuantos de sus caciques son capaces de formar alianzas aun con los legionarios del obispado y utilizando la fuerza de su corporativismo, sabotean a su propio candidato sólo para saldar cuentas personales de sus dirigentes en su mejor estilo harakiri.

La iglesia se devela no como la gran red de pescadores de almas y promotores de la armonía social, sino como un filoso instrumento a la caza de ese poder absoluto y terrenal, y el ingrediente base de un peligroso cóctel con la potencia de estallar estrepitosamente. Una fuerza subterránea del tira la piedra y esconde la mano utilizando a sus motivados fedallines disfrazados de inofensivas amas de casa. Desliza bajo la puerta su claro intento de recuperar su poder ancestral para regresarnos a la convergencia de sotanas y cúreles.

La media se desnuda sin vergüenza para mostrar que lejos de practicar la pluralidad y la libertad de expresión, se suma a la mezquindad y causalidad de opresión. Todos ellos convergiendo y conjugados en el centro de un torrente de intereses comunes pero con intentos muy di símbolos, ante la necesidad de coordinar sus nebulosas acciones y el redoble de una fúnebre melodía armónica, mediática, neurótica que los obliga a fundirse en ese fuerte y pestilente abrazo de perversidad y complicidad.

A Sonora los  promotores del desastre la empujan ahora para que exhale su último suspiro. Con devaneadas compulsivas le exigen a nuestro salomónico poder inmaculado el partir al niño por la mitad.  Se pide a los sonorenses tomar las calles para avalar la muerte de la patria chica. Se asumen portes y actitudes aprendidas en las memorias de Victoriano Huerta, mientras el poder en la lejanía nerviosamente observa la resolución, el carácter y la calma que solo otorga la legitimidad—....esa de un Eduardo Bours a la espera de su destino, y el destino de Sonora.


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