El antimperialismo de los déspotas
Por Fernando.Mires
“Debe sufrir mucho Venezuela bajo la
bota norteamericana para que ese caballero abrace con tanto cariño al
tirano persa” – me dijo una de esas personas que no tiene la menor idea
de política y con las cuales, por salud mental, nunca hay que perder
contacto.- “Qué va a sufrir señora” -contesté- “Ese caballero no sólo ha
incrementado las ventas de petróleo a EE UU; además ha doblado las
importaciones con respecto a ese país”. “Entonces ¿por qué es
antimperialista?” –preguntó-. Estuve a punto de decirle que lo llamara
por teléfono, pero opté por encogerme de hombros. Ahí me di cuenta, y
por enésima vez, que las preguntas más ingenuas son las más difíciles de
responder pues vienen de ese lugar que toda ideología ignora. Ese lugar
se llama “sentido común”.
¿Por qué Chávez y sus epígonos del ALBA
son antimperialistas? La pregunta lleva a otra más ingenua: ¿Por qué los
gobiernos antimperialistas de América Latina son los menos democráticos
del continente? Y esa, a su vez, a una tercera pregunta todavía más
ingenua: ¿Por qué las dictaduras más horrendas de la tierra -entre
varias: Mugabe, Kim Jong, Gadafi, Hasad, los Castro, Ahmadineyad- han
sido y son antimperialistas?
Parece haber, efectivamente, una
relación sórdida entre despotía y antimperialismo. Compruébelo usted
mismo: mientras menos democrático un gobierno, más antimperialista es.
Si yo creyera que la historia se rige por leyes, ésta sería, sin duda,
una de ellas.
Historias del imperialismo hay cientos,
sino miles. No hay, en cambio, según mi conocimiento, ninguna historia
del antimperialismo. Debería haber, pues ahí nos daríamos cuenta como la
que fue una vez noble idea tuvo un origen democrático, origen que en el
transcurso de la historia fue pervirtiéndose más y más, hasta llegar a
ese estadio lamentable que hoy ofrece.
Si tuviéramos que escribir esa historia,
no deberíamos partir de Karl Marx pues el sabio alemán nunca desarrolló
alguna teoría antimperialista. Todo lo contrario: para Marx la
expansión del capital cumplía una función civilizadora. Y quien no crea,
revise por favor los artículos que Marx escribió en el Reihnische
Zeitung (1842) en torno a la “necesaria” colonización de China e India
por Gran Bretaña.
Nos daríamos cuenta, además, que los
primeros teóricos del antimperialismo eran profundamente democráticos.
El inglés John Hobson era liberal, el médico austriaco Rudolph
Hilferding, socialdemócrata y Rosa Luxemburg, una demócrata radical.
Lenin, quien también provenía de la socialdemocracia, fue marcado por
las tesis evolucionistas de Hilferding hasta el punto de que su trabajo
“El Imperialismo fase superior del capitalismo” (que en otros idiomas
fue traducido como “fase final” o “última etapa” del imperialismo) es
una copia fiel del “Capitalismo Financiero” de Hilferding.
Podríamos también observar como Stalin
usó el concepto “imperialismo” de acuerdo a las necesidades externas de
su imperio. En la fase “izquierdista” Stalin impuso la tesis relativa a
que socialdemocracia y fascismo eran las dos caras del imperialismo.
Durante el periodo del "pacto de no agresión" (1939), la Alemania nazi
dejó de ser para Stalin, imperialista. Volvió a serlo después que Hitler
traicionara a Stalin. Durante la Guerra, Stalin no designó como
imperialistas a sus aliados y EE UU fue evaluado desde la URSS como
nación “progresista”.
Del mismo modo podríamos comprobar como
la frase “imperialismo norteamericano” fue pronunciada por primera vez
por Stalin y no por Eduardo Galeano. Ocurrió el año 1948 cuando el
Presidente Truman se pronunció en contra de la expansión de la URSS en
Europa. Stalin es, en ese sentido, el autor de dos tesis esencialmente
antimarxistas: la del “socialismo en un solo país” y la del
“imperialismo en un sólo país”.
Y no por último: nos asombraríamos al
indagar como, desde China, Mao impuso la tesis del “social-imperialismo”
representado según él -!qué ironía!- por la URSS. En los primeros
escritos maoístas el “social imperialismo” ruso era, en efecto, parte
del imperialismo mundial. Luego pasó a ser, en la opinión de Mao, “la
parte fundamental del imperialismo mundial”. Después de la famosa
entrevista entre Mao y Kissinger (1972), el “imperialismo
norteamericano” dejó de existir para los chinos. Hasta ahora, por lo
menos.
Al finalizar la Guerra Fría el concepto
de imperialismo parecía condenado a muerte. Quien consiguió revivirlo,
ya no teórica sino emocionalmente, fue el Presidente Bush (Jr.) al
cometer uno de los errores más grandes de la política exterior
norteamericana: la invasión a Irak (sobre ese tema me referiré en un
próximo artículo).
¿Por qué hoy la noción del
antimperialismo ha pasado a ser sólo patrimonio de dictadores, tiranos y
autócratas, es decir, de la escoria del planeta? ¿Será porque los
déspotas necesitan de un enemigo externo para justificar su poder? ¿Será
porque necesitan una razón externa para reprimir, explotar y masacrar a
sus pueblos?¿Será por resentimientos sociales en contra de todo lo que
es moderno, democrático o simplemente libre? ¿Será por sus propios
complejos de inferioridad? ¿Será por el anti-norteamericanismo lindante
en el racismo que profesan? ¿O simplemente por ignorancia? ¿O será
debido a ese inevitable delirio persecutorio que, como si fuera un
cáncer, se apodera de la mente de cada dictador?
Mi tesis es la siguiente: ninguna de esas suposiciones es "la causa". Pero todas juntas, y a la vez, son "la causa".
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