Por Adalberto Santana
Doctor
en Estudios Latinoamericanos. Director del Centro de Investigaciones
sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM.
Se debe enfrentar el narcotráfico como un mal que
está dañando a la humanidad, pero solidariamente, sin subordinación alguna.
LEOPOLDO
ZEA
Introducción.
El fenómeno del narcotráfico ha sido uno de los problemas más relevantes
en el escenario de la historia reciente de América Latina, y en particular de su relación con Estados Unidos. Durante la última
década del siglo XX en los inicios de la
primera del nuevo milenio, en la agenda de dichos países aparece de manera
destacada la llamada "guerra contra las drogas".
El
narcotráfico también figura en la década de los noventa como un tema
que ha cobrado una inusitada atención en distintos sectores sociales y
políticos. Durante muchos años el asunto de las drogas había estado
reservado casi exclusivamente a expertos de salud u organismos públicos
dedicados al combate de la delincuencia.
En cambio en nuestros días se plantea el problema como una cuestión
propia de la seguridad nacional.[1] En diversos países latinoamericanos se solía reconocer en términos
generales que el fenómeno del narcotráfico era una amenaza a la soberanía
nacional y a la seguridad del Estado, pero en las versiones actuales dicha concepción
se ha ampliado. Actualmente el concepto se expande.
El ex secretario
general al de las Naciones Unidas, Boutros Ghali, incluye entre las nuevas
dimensiones de seguridad: el crecimiento incontrolado de la población, el peso
de la deuda externa, las barreras al comercio internacional, las drogas y la
disparidad entre ricos y pobres, poniendo especial atención a los problemas
ecológicos y al surgimiento de nuevas enfermedades ("la sequía y la
enfermedad pueden diezmar sin piedad como las armas de la guerra“).[2]
Así, el acento en la seguridad —en la
visión de diversos gobiernos de América Latina y en el análisis en determinados
círculos académicos—, ha hecho que este problema comenzara a dejar de interpretarse
como exclusivo del campo delictivo. Hoy se examina cada vez más como un objeto
de análisis con claras connotaciones políticas, económicas, sociales y
culturales.
Se
puede afirmar que el narcotráfico se presenta como un nuevo y complejo
problema político que padece la región latinoamericana. A su
vez, en ese contexto dicho fenómeno resulta una extraordinaria fuente
alterna
de acumulación de riquezas. Como tal, para su realización es
indispensable que
su desarrollo se dé al margen del orden político, jurídico y social
establecido. De esa manera para alcanzar plenamente sus fines y
objetivos,
esto es, obtener la mayor ganancia económica posible, requiere
quebrantar el
marco legal, social y moral de las sociedades donde opera y se
reproduce. Por
lo mismo, el narcotráfico necesita recurrir a la extorsión, la
corrupción y la
impunidad para reproducir las condiciones de su propio funcionamiento.
Esta hace que el tema,
desde mi punto de vista, requiera ser estudiado ubicando claramente los
elementos que le dan sentido y orientación a una actividad que produce y
fomenta el comercio de una serie de mercancías (llamadas drogas ilegales), que
circulan en una economía subterránea o sumergida. Me refiero a lo que llama Manuel
Castells "la reestructuración regional del negocio de la droga".[3]
Un
espacio vital para el desenvolvimiento de esta actividad y comercio
clandestino que se origina en los países latinoamericanos son los
mercados de las
naciones desarrolladas, principalmente Estados Unidos. En ese país se
genera
una nueva forma de acumulación de capital. Ahí la demanda de drogas y
sus
enormes ganancias se convierten en el factor determinante que estimula e
impulsa al narcotráfico latinoamericano. En México, Centro, Sudamérica y
el
Caribe, se encuentran los lugares en los que se cultivan, procesan y
trafican
grandes cantidades de drogas que se destinan al mercado mundial. En esas
mismas
áreas operan algunas de las principales redes dedicadas al comercio de
drogas que penetran el mercado, convirtiendo por tanto a buen
número de naciones de esa región en puntos neurálgicos del tránsito
ilícito de
estupefacientes.
Se puede comprobar que en diversas naciones de la región el fenómeno
del narcotráfico emerge como una expresión medular del rumbo de sus economías,
y de una u otra manera ha impactado por su fuerza económica a determinadas
esferas del poder político latinoamericano. Si bien el fenómeno del
narcotráfico en América Latina es bastante complejo por la diversidad de
variantes que presenta, en estas páginas se abordará el tema a partir de un
aspecto fundamentalmente condicionante. Esto es, se ubicará en el centro de
este estudio y análisis al consumo de
drogas. En particular, al consumo corno el elemento motor.
Se parte de un hecho
histórico, político y económico que muestra
que la demanda de drogas que se origina en determinados sectores de Estados
Unidos y en los países desarrollados, es en última instancia, el pivote central
que estimula la oferta latinoamericana de drogas.
Considero que la premisa de la demanda de drogas en una economía de
consumo, como la que nos ha tocado vivir a filies del siglo XX y en los comienzos del
tercer milenio, es un rasgo propio del desarrollo capitalista de nuestro
tiempo. A mi parecer el consumo de drogas en el mundo, y particularmente en los
países desarrollados —como ocurre en Estados Unidos— es lo que ha impulsado
una nueva forma de acumulación de capital en un mundo y un mercado globalizados.
Las drogas, en esa mundialización de la economía, figuran como una nueva
mercancía. En la era de la globalización han emergido como un soma, real y concreto. El "mundo feliz" que nos describía Aldous
Huxley, ya está presente en una forma más cruda en la realidad contemporánea
del centro y la periferia mundial. En esa novela de ciencia ficción las drogas
figuran, como un recurso fundamental para la dominación y el sometimiento al
sistema preponderante. Es decir, aparecen como un recurso político de la sujeción al orden. En nuestros días se piensa
que el consumo de drogas en su
fase industrial y mercantilizada es una nueva forma de esa subordinado".
Las drogas en nuestra era figuran como una mercancía con determinadas
particularidades que son exportadas desde nuestra región por organizaciones
empresariales clandestinas La particularidad actual en comparación con el
consumo de drogas de otros tiempos es que estas sustancias se han vuelto un
referente de la sociedad de consumo de los países desarrollados, en tanto que
en la vida económica y política de América Latina la droga y el narcotráfico
se han tornado en una fuente de riquezas pero también en un medio por el cual
determinados sectores sociales han encontrado una alternativa para conectarse
con determinados círculos del poder político.
Millones de dólares provenientes de la
producción, tráfico y comercio de drogas han llegado a diversos actores
latinoamericanos involucrados en esa lucrativa empresa: políticos, policías,
militares, empresarios, artistas, etc. En un periodo relativamente corto se ha
formado un nuevo segmento de la burguesía con característica:, propias: rica,
poderosa y violenta. El gran capital acumulado por las drogas se queda en los
principales centros de consumo; en particular en Estados Unidos, donde su
gobierno ejerce una serie de presiones (como la certificación) contra los
países latinoamericanos y otros del Tercer Mundo, responsabilizándolos por la
enorme oferta de drogas que saturan el mercado. Esta política oculta la doble
moral de una sociedad de consumo, en la cual las drogas adquieren un papel
fundamental para el ejercicio de las formas de control social en lo interno, y
político-militar en lo externo (región latinoamericana y otras del Asia y
África).
El narcotráfico figura como un tema central en la
agenda de la relación América Latina-Estados Unidos sobre todo a partir del fin
de la guerra fría cuando se convirtió, junto con el terrorismo, en la nueva
amenaza a la seguridad nacional, pero también del llamado nuevo mundo
globalizado.
Así,
el narcotráfico
latinoamericano figura a fines del siglo XX y a principios del XXI como
un novedoso mecanismo de poder económico y político en la
región, que le brinda al sistema capitalista, prevaleciente en gran
parte de los
países latinoamericanos, un nuevo perfil. La producción y el comercio
de
drogas que se desarrolla desde nuestra región y cuyo propósito central
es
exportar sus mercancías al mercado del llamado Primer Mundo es un
elemento que
permite comprender de manera más amplia la dinámica en la que están
inmersas
nuestras actuales formaciones sociales.
A nuestra América, a lo
largo de la historia y de la división internacional del trabajo, se le ha
asignado el papel de productora de materias primas para el mercado mundial. Hoy
en día esa situación se ha modificado sustancialmente. Por la lógica del
desarrollo y la división del mercado mundial capitalista, la tarea de producir
y exportar mercancías demandadas por ese mercado -debido al consumo- y por
otras economías primermundistas, es lo que ha condicionado en nuestra región
el desarrollo de la producción de las llamarlas drogas ilegales
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