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El secretario del Tesoro de
EE.UU. Timothy Geithner estrecha la mano del Vice Premier chino, Wang
Qishan, en una ceremonia llevada a cabo el 10 de enero.
Beijing pasó la mayor parte del año
pasado desacelerando el crecimiento de China con una política monetaria
más estricta para evitar un recalentamiento de la economía y que la
inflación se salga de control.
La evidencia de que esa política funcionó continúa aumentado.
Después de crecer a cerca del 12% en un punto del 2010, funcionarios
chinos estiman que el crecimiento se desaceleró a entre el 9,1% y el
9,2% durante 2011.
El problema es que es posible que la política haya funcionado solo demasiado bien.
Dado que la zona del euro, el mayor socio comercial de China,
continúa en crisis y los últimos datos muestran que el crecimiento de
las importaciones en China se ha desacelerado mucho más de lo esperado,
aún existen temores de que China no logre el "aterrizaje suave" que
busca Beijing.
Una reciente caída en los precios de las propiedades, la cual ha
sacudido el sistema bancario del país, ha contribuido a las
preocupaciones acerca de que Beijing no está respondiendo con suficiente
rapidez.
Desde el inicio del año, el Banco Popular de China parece haber
relajado su política de presionar al alza la moneda china, el yuan,
frente al dólar, y ha permitido que caiga un poco nuevamente.
Debido a que Estados Unidos está nuevamente en pie de guerra por el
fuerte superávit comercial de China, Washington aprovechó esta semana la
oportunidad para comenzar a monitorear posibles violaciones en el
comercio chino.
Sin embargo, tal vez es el desempeño del índice clave del mercado de
acciones de China, el Índice Compuesto de Shanghai, el que muestra la
verdadera historia. El índice ha estado cayendo de manera constante
desde alrededor del final de 2010, y las pérdidas han seguido creciendo a
inicios de este año pese a los repuntes observados en otros mercados
asiáticos.
Con una inflación que aún supera el 4%, se cree que el Banco Popular
de China ha sido reticente a comenzar a revertir su endurecimiento
monetario de manera demasiado agresiva.
Debido a que los precios de los alimentos siguen altos y el malestar
social en muchas partes de China aún hierve bajo la superficie, la
última cosa que querría hacer Beijing es permitir que la inflación tome
vuelo nuevamente en una economía que ya está comenzando a desacelerarse.
No obstante, existen amplias expectativas en los mercados financieros
de que la nueva cifra de precios al consumidor, que se publicará el
jueves y debería mostrar que la inflación cedió del 4,2% al 4%, será
suficiente para convencer al banco central que ahora es apropiada otra
dosis de expansionismo monetario, ya sea en la forma de recortes de las
tasas de interés o una reducción de los requisitos de reservas a los
bancos.
Esto probablemente tendrá buenos resultados en impulsar aún más las
perspectivas de crecimiento mundiales y reducir incluso más el modo
defensivo en el que han estado muchos inversionistas internacionales en
los últimos meses.
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