Mariano
Rajoy designó ministro de Economía a Luis de Guindos, ex director
general de Lehman Brothers en España, consejero de Endesa y de la
editora de El Mundo.
El
busto del que fuera presidente de la II República, Manuel Azaña,
derrocado por el sangriento golpe de Estado de Franco, ya no está más en
el vestíbulo principal del Congreso de los Diputados. La derecha
gobierna desde el jueves de nuevo en España tras casi ocho años en la
oposición y ha puesto rápidamente su sello.
Mariano
Rajoy, líder del conservador Partido Popular (PP), ex vicepresidente y
ministro de José María Aznar y nuevo jefe del Ejecutivo español, también
se apresuró a hacer un guiño “a los mercados” y a los amos de Europa,
Angela Merkel y Nicolas Sarkozy.
Siguiendo
la moda neoliberal imperante en Europa, Rajoy nombró como ministro de
Economía a un “tecnócrata” –léase, hombre de confianza de los mercados–
al estilo de quienes presiden ahora Grecia, Italia y el Banco Central
Europeo.
Y
es que Luis de Guindos, no sólo formó parte del equipo económico de
José María Aznar en sus dos mandatos –1996-2004–, sino que tras la
derrota del PP ese año se pasó a la empresa privada. De Guindos dirigió
nada menos que la filial en España de Lehman Brothers y formó parte del
comité ejecutivo mundial de ese otrora poderoso holding de inversión
estadounidense que, al derrumbarse en septiembre de 2008, desencadenó en
un efecto dominó la crisis financiera que padecemos aún hoy día.
Tras
la quiebra de Lehman Brothers, De Guindos consiguió rápidamente acomodo
en la empresa que se ocupó de liquidarlo en España, Price Waterhouse.
Allí se mantenía hasta ahora, compatibilizando ese alto cargo con el de
consejero de varias empresas, del Banco Mare Nostrum; de la energética
española Endesa y también de Unedisa, la editora del diario El Mundo y
otros medios de comunicación.
Merkel
se apresuró a dar la enhorabuena a Rajoy y sin rodeos le dijo a través
de su portavoz: “El gobierno federal confía en la pronta implementación
de las medidas para el refuerzo de la competitividad de España”. Vamos,
que espera que empiece rápido con la “flexibilidad laboral” y los
“tijeretazos”.
Rajoy
ha dividido la gestión económica en dos ministerios, nombrando al hasta
ahora portavoz económico del PP, Cristóbal Montoro, como ministro de
Hacienda, puesto que ya ocupó con Aznar. Montoro es un hombre
estrechamente ligado a la Ceoe, la gran patronal.
De
vender misiles y bombas de racimo a ministro de Defensa. Y para no
cambiar de estilo, el flamante presidente nombró como ministro de
Defensa a otro “tecnócrata”, a Pedro Morenés, hasta ahora director
general de Mbda, una multinacional dedicada a la fabricación y venta de
misiles, bombas de racimo y otras “delicatessen”.
Morenés
es también presidente del Círculo de Empresarios. La presencia de
mujeres en el nuevo Ejecutivo, cuatro de un total de 13 ministros
(28,5%), es muy inferior al del saliente (52,9%). A pesar de ello, el
cargo más poderoso después del de Rajoy es el de una mujer, Soraya Sáenz
de Santamaría, de 40 años, abogada, su mano derecha desde hace años,
quien pasa a ser ministra de Presidencia, vicepresidenta y portavoz del
gobierno.
Ella
será a su vez la máxima responsable del CNI –los servicios de
Inteligencia–, que hasta ahora dependían del ministro de Defensa.
El
nuevo presidente no ha hecho concesiones a la hora de elegir a su
equipo. Se ha quedado con sus ultra fieles, dejando de lado a aquellos
que lo enfrentaron internamente en el PP, como la presidenta regional de
la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, representante de la
corriente más derechista.
El
líder del PP ha premiado en cambio al eterno rival de esta, al alcalde
de Madrid capital, Alberto Ruiz Gallardón, un hombre ambicioso del que
no se descarta que aspire a la Presidencia en el futuro.
Rajoy
confía que con sus nombramientos los mercados “se calmarán” y elude
concretar cuáles serán sus recetas económicas, laborales y sociales para
enfrentar la crisis.
Varios
analistas aseguran que mantendrá su ambigüedad hasta después de las
elecciones regionales en Andalucía, para no ahuyentar con sus recortes a
muchos de sus electores en esa comunidad autónoma.
Y,
paralelamente, en el seno del partido de Zapatero, el Psoe, empieza a
haber movimientos. La ya ex ministra de Defensa, Carme Chacón, y una
treintena de cargos socialistas, han firmado un documento, Mucho Psoe
por hacer, muy autocrítico con la gestión del Ejecutivo saliente, en el
que urgen a que el congreso partidario de febrero dé un cambio de rumbo
drástico para poder recuperar a los millones de electores perdidos.
Como
réplica, veinte subsecretarios de Estado socialistas sacaron otro
manifiesto, “Sí, estuvimos ahí”, en el que hacen una defensa a ultranza
de la gestión de Zapatero.
El
Psoe no realizó primarias para elegir a su candidato presidencial ante
las últimas elecciones y Carme Chacón retiró su candidatura cuando
Zapatero se pronunció a favor del vicepresidente Adolfo Pérez Rubalcaba.
Tras
la derrota de éste y el abandono de la arena política por parte de
Zapatero, se inicia la batalla por la “refundación” y nuevo liderazgo de
los socialistas españoles.
Roberto Montoya
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