Obama durante un discurso en la Casa Blanca. Foto: EFE
Con otro presidente en la Casa Blanca, Estados Unidos probablemente estaría ya en guerra con Irán, o al menos habría intentado el bombardeo de sus instalaciones nucleares.
Pese a la advertencia hecha a las autoridades iraníes de que Estados Unidos no dudaría en utilizar la fuerza para mantener abierto el estrecho de Ormuz, Obama está conduciendo esta crisis con enorme tacto y con una combinación calculada de presión política y económica para forzar al régimen islámico a negociar sobre su programa nuclear.Nada garantiza que un accidente o una acción aislada de determinados elementos radicales dentro del régimen iraní no pueda acabar desencandenando un enfrentamiento armado, pero la estrategia de la Casa Blanca es la de evitarlo a toda costa.
"Nuestro siguiente paso estará pensado con el propósito de asegurarnos de que el Gobierno iraní siga teniendo espacio para tomar un camino diferente. No entendemos la presión como un fin en sí mismo", ha declarado a la agencia Reuters el viceconsejero nacional de seguridad de la presidencia norteamericana Ben Rhodes.
Obama pretende que la crisis iraní sea un ejemplo de su doctrina sobre el uso prudente de la fuerza y la solución multilateral de los conflictos internacionales. Quiere llegar a las elecciones de noviembre con el éxito de haber contenido a Irán sin involucrar a Estados Unidos en una guerra; esa será la mejor manera de recalcar la diferencia entre su política exterior y la que ofrecen los candidatos republicanos.
No será fácil. El régimen iraní ha frustrado hasta ahora todos los esfuerzos de acercamiento de Obama, quien llegó a la presidencia con una rama de olivo para los ayatolás. En sus primeras semanas en la Casa Blanca, Obama envió una carta al Líder Supremo de Irán, Alí Jamenei, invitándole a la negociación, y posteriormente pronunció un discurso de año nuevo destinado a la República Islámica, a la que aludió con ese nombre como prueba de buena voluntad.
Irán respondió con la aceleración de su programa nuclear, y Obama no tuvo más alternativa que recurrir a las sanciones económicas, lo que hizo desde el principio en la ONU y en cooperación con los aliados europeos.
El conflicto ha llegado a un punto límite. Irán está ya cerca de poder construir una bomba atómica, según la Agencia Internacional de Energía Atómica, y no queda mucho tiempo para impedirlo de forma pacífica. Pero aún existe algún margen. Irán está empezando a sentir el efecto de las sanciones económicas y se ve crecientemente aislado. Rusia y China comienzan a desentenderse. La caída del régimen de Siria, el gran aliado de Irán, podría tener efectos demoledores en Teherán. Arruinado y aislado, el peligro de protestas dentro de Irán aumentaría considerablemente.
El Gobierno iraní, podría estar interesado en mantener su programa nuclear para usos exclusivamente pacíficos, renunciando a la bomba atómica a cambio del levantamiento de sanciones. Obama aceptaría ese acuerdo de buen grado. E Israel tendría que aceptarlo también.
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