18 enero, 2012

Patrones contra trabajadores del hogar

Por: | 18 de enero de 2012

Sacal
Parte del vídeo donde se ve al empresario mexicano Miguel Sacal golpear
a un empleado del condominio donde vive


La semana pasada comenzó a llegar la justicia para Hugo Enrique Vera, de 37 años que se dedica a acomodar autos en edificios de zonas residenciales de la ciudad de México. Un vídeo, de nuevo un vídeo, circuló en internet hace ocho días y  en él se veía como este empleado de un lujoso condominio en la capital mexicana era golpeado e insultado por un condómino que no estuvo de acuerdo con que el trabajador no le ayudara a cambiar un neumático (labor que estaba fuera de su obligación y, más aún, si hubiera accedido habría descuidado sus tareas). El condómino se llama Miguel Sacal (rebautizado en las redes sociales, sarcásticamente, como El Gentleman de las Lomas). Cuando ocurrieron los hechos en julio pasado fue demandado por daños --le fracturó varios dientes a Hugo Enrique Vera--, pero el empresario se negó a pagar aduciendo que se había tratado de una riña, no de una agresión. Sacal, que en el video grita que paga al condominio 30 mil pesos (poco más de dos mil dólares) para que le sirvan, solo accedió a pagar cuando el vídeo de la golpiza circuló en internet y lo convirtió en México en sinónimo de abuso, prepotencia y clasismo.
El caso Sacal es sin duda un extremo a la hora de hablar de la complejidad de las relaciones entre empleados del hogar y sus patrones. Será un extremo, pero el incidente Sacal no se entiende aislado de una serie de expresiones de desconfianza, y abuso, que recientemente se han presentado en distintos países de América Latina, particularmente este año en Chile y Argentina, y en 2011 en México. En esos tres lugares en los últimos meses se presentaron iniciativas de los patrones para "controlar" a sus empleados. Estas polémicas iniciativas lo mismo buscan "empadronar" a nanas, jardineros y albañiles --y solo permitirles andar por las calles del fraccionamiento si portan una identificación-- o incluso impedirles que caminen por las veredas, obligándolos a que hagan en furgoneta los traslados dentro del condominio, pues no vaya a ser que, como dijo el vecino de Chicureo, exclusivo suburbio de la capital chilena, "podría existir la posibilidad de que uno (de los colaboradores) venga cansado de trabajar y decir 'qué preciosa la niña de 10 años', en la calle. Puede ser un pedófilo en potencia. Entonces se quiere evitar esos riesgos. Por eso la gente opta por esas normas: porque siempre hay una posibilidad de que pase cualquier cosa" (Esto aparece en este reportaje publicado por el diario La segunda).
Chicureo ya había sido escenario de una polémica de este tipo el mes pasado, cuando el club de golf Las Brisas de esa localidad puso en su reglamento que las nanas debían portar uniforme cuando asistieran a las instalaciones de ese local. El hecho levantó una polémica que hizo al club comprometerse a revisar su normatividad. (Esta es una carta que fue muy comentada cuando surgió la controversia). Pero el tema de la polémica no saldría de Chicureo. Una ordenanza del condominio El Algarrobal 2 volvió a poner a esa localidad en el foco de la polémica. Los vecinos de ese fraccionamiento quieren que se prohiba a los trabajadores entrar a "pie al recinto para que no roben o dateen (alerten) a otros ladrones", según publicó The Clinic, que incluso habla de "apartheid". Se trata, le dijo a The Clinic el abogado de la ONG Justa Causa, Nicolás Pavez Cuevas, de "una medida ilegal y arbitraria, que atenta gravemente con la presuncion de inocencia que le asiste a toda persona”.
Entre las damnificadas por ese reglamento estaba una trabajadora de nombre Felicita Pinto. Su caso se volvió emblemático porque su patrón se opuso a lo que pretendían los vecinos, y para proteger a su empleada le cedió parte de su propuedad, convirtiéndola en inquilina y de paso protegiéndola de la ordenanza que le limitaba el caminar en la calle. La televisión chilena da cuenta en este reporte del giro que ha dado la vida de Felicita Pinto.
Cruzando la frontera, en una población de Córdoba, Argentina, este mismo año se presentó una idea similar. El diario Página 12: reporta que una "fuerte polémica se desató en Córdoba cuando vecinos de un barrio acomodado decidieron 'registrar' a quienes vayan a hacer trabajos en el barrio –albañiles, jardineros, incluso custodios– a fin de prevenir delitos".
Adriana Domínguez, del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, citada por ese diario argentino "advirtió que 'si un chico escucha en su casa que los albañiles son peligrosos, cuando vea a niños humildes reaccionará con la misma actitud discriminatoria' y afirmó que 'hoy discriminan a los albañiles, los agentes de seguridad, el personal doméstico: mañana discriminarán a la obesidad, a la diversidad sexual o a todo lo que no sea como ellos creen que se debe ser'”.
Estas dos iniciativas en el Cono Sur llegan meses después de que un caso similar se diera en San Pedro Garza García, considerado el municipio con el mayor índice de desarrollo humano de México, lanzara en abril el programa "De ti y por ti", con el que pretende empadronar a los trabajadores que prestan sus servicios en esa zona que forma parte del área metropolitana de Monterrey, capital de Nuevo León. El programa fue criticado incluso por Sampetrinos, como se les llama a los que ahí residen. Pero el alcalde, Mauricio Fernández, un personaje acostumbrado a la polémica, defendió con vehemencia su iniciativa.
El edil, como en su momento publicó el diario Milenio, llamó “malandros” y “estúpidos” a los que criticaban la iniciativa: “Cualquier cosa que hagas, siempre habrá malandros que tratan de desvirtuarla, despretigiarla o desacreditarla; pero yo nunca trabajo con ese tipo de gente y me valen gorro, nosotros estamos echados para adelante. Es un proyecto muy noble, de gran beneficio para el empleado doméstico y vamos a seguir trabajando (...) Hay gente que hace comentarios de ‘cómo, qué barbaridad’, o sea no puedes traer una credencial de elector porque ya te registraron, así de estúpidos; pero, como te digo, yo con estúpidos no me meto”.
Hace unos días, alguien escribía sobre la paradoja de aquellos que para estar seguros construyen una jaula para meterse en ella. En su intento por enfatizar las diferencias, algunos antes que salvarse es posible que estén aumentando los riesgos. La polémica, seguramente, seguirá.

No hay comentarios.: