18 enero, 2012

Los talibanes claman victoria

Por: | 18 de enero de 2012
Entre tantos enemigos capturados por EE UU hay uno que sigue huido desde los aciagos días de septiembre de 2001. Se trata del Mulá Omar, líder talibán, que, sin que nadie se diera cuenta, ha tenido un momento George W. Bush y ha proclamado la victoria de los insurgentes sobre el enemigo norteamericano, sin esperar ni siquiera a que acabe la guerra. Lo ha hecho en la página web oficial del grupo, con el inglés roto al que nos tienen acostumbrados los talibanes.
“Hoy, en algún lugar del mundo, el nombre del Emirato Islámico queda tallado y una bandera con ‘Kalma tayyebaa’ (la palabra sagrada de testimonio de credo) ondea en lo alto; es en realidad la proclamación formal del éxito de la resistencia contra la incursión.”
Para los talibanes, refugiados en su mayoría en Pakistán, uno de los mayores indicadores de éxito es la próxima apertura de una oficina política en Catar. EE UU ha dado su consentimiento para ello, después de más de tres meses de conversaciones secretas. Lo contempla como una opción necesaria para ponerle fin a una guerra que ya dura diez años. Como ya comprobaron los soviéticos, la resistencia afgana es dura de roer. La única salida para EE UU parece ser la negociación, después de tantos muertos.
Mulá OmarEl Mulá Omar / FOTO: AFP
 
Para sentarse a la mesa de negociación, los talibanes han impuesto una condición: que EE UU libere a presos afganos de Guantánamo. En el centro de detención de la base naval en Cuba hay dos tipos de detenidos: los de alto valor para EE UU, como Khlaed Sheikh Mohammed, ideólogo de los ataques del 11-S, o Abd al-Rahim al-Nashiri, que perpetró el atentado contra el USS Cole en Yemen, y los de escaso valor, la gran mayoría de los 169 detenidos, que en realidad aguardan ser transferidos a otros países. Son a estos últimos a los que Washington podría transferir a Afganistán.
El asunto es veneno político en plena campaña de primarias. Mitt Romney, líder en el campo republicano, y uno de los candidatos más moderados, criticó duramente a la Casa Blanca por ello en el debate celebrado en Carolina del Sur el pasado lunes:
“El camino adecuado para América no es reconocer a los talibanes mientras los talibanes matan a nuestros soldados… El camino adecuado es reconocer que son el enemigo de EE UU. El propio vicepresidente dijo que eran enemigos de EE UU. Y ahora el presidente se equivoca. Son el enemigo”.
La referencia a Joe Biden obedece a que, en periodo navideño, y casi como pasando de puntillas sobre el asunto, el vicepresidente dijo en una entrevista a Newsweek que los talibanes no son el enemigo de Washington. Parece que Biden cambiara toda una década de postura oficial de la Casa Blanca. Al fin y al cabo, la guerra de Afganistán se inició para apartar a los talibanes del poder. Pero Biden se refería específicamente al gobierno de Barack Obama:
“Es algo crítico. No hay un solo comunicado que haya hecho el presidente en ninguna de nuestras afirmaciones políticas que diga que los talibanes son nuestros enemigos porque amenazan los intereses de EE UU.”
George W. BushBush a bordo del USS Lincoln proclamando victoria en Irak en 2003 / FOTO: REUTERS

Olvidaba Biden el célebre discurso de Bush del siete de octubre de 2001, en el que anunciaba el inicio formal de los ataques contra los talibanes en Afganistán:
“EE UU es un amigo del pueblo afgano, y nosotros somos los amigos de los casi mil millones de personas de todo el mundo que practican la fe islámica. EE UU es un enemigo de aquellos que ayudan a los terroristas y de los criminales bárbaros que profanan una gran religión al cometer asesinatos en su nombre”.
Pero claro, desde entonces han pasado 10 años. Han muerto 1.850 soldados de EE UU en aquel frente de batalla. El gobierno de Hamid Karzai, apoyado por Washington, carece de la aceptación mayoritaria en el país. Los talibanes han convertido Kabul, la capital, en un objetivo prioritario de sus ataques. Los talibanes siguen siendo fuertes en la zona fronteriza de Pakistán. Ante semejante panorama, los propios talibanes se han apresurado a proclamar victoria. Y eso sí que es algo que la Casa Blanca no esperaba.

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