19 enero, 2012

Salen a la luz escalofriantes detalles del naufragio

Associated Press

Un padre italiano y su hijita de 5 años. Un matrimonio estadounidense jubilado que se estaba dando un gusto tras pagar los estudios universitarios de sus cuatro hijos. Un músico húngaro que ayudó a niños llorosos a ponerse los chalecos salvavidas y desapareció mientras trataba de sacar su amado violín de su camarote.
A medida que emergían detalles el miércoles sobre los desaparecidos y los muertos al encallar el Costa Concordia, se informó que el capitán había dicho que él había tropezado y se había caído al agua de la embarcación escorada, y que nunca había sido su intención abandonar a los pasajeros.



La búsqueda de las 21 personas desaparecidas en el área del desastre fue detenida bruscamente el miércoles luego que el crucero volvió a moverse en la roca en la que está encallado junto a la isla toscana de Giglio, poniendo en peligro las vidas de los buzos. Se pronosticó marejadas para los días siguientes.
El mal tiempo hizo además posponer el comienzo de la operación, que llevaría una semana, de extraer el medio millón de galones de combustible a bordo de la embarcación, mientras el ministro del Medioambiente de Italia advertía al Parlamento de las implicaciones ecológicas del posible hundimiento del barco.
El Costa Concordia, de $450 millones, transportaba a más de 4,200 pasajeros y tripulantes cuando chocó con un arrecife y se escoró el viernes, después de que el capitán se desviara sin autorización de su ruta programada y se adentró en esas peligrosas aguas.
El capitán Francesco Schettino, quien fue encarcelado tras abandonar el barco antes de que los pasajeros fueran evacuados, fue puesto el martes bajo arresto domiciliario y enfrenta posibles cargos de homicidio involuntario, causar un naufragio y abandonar su barco.
La compañía operadora del barco, Crociere Costa SpA, ha acusado a Schettino de causar el naufragio por desviarse sin autorización, y el capitán ha admitido haber llevado a cabo lo que llamó una “navegación turística” que acercó la nave a Giglio. Costa ha dicho que semejante “desvío” de navegación se había hecho antes una vez, entre el 9 y 10 de agosto del año pasado, después de recibir la aprobación de la compañía y las autoridades del puerto de Giglio.
No obstante, Lloyd’s List Intelligence, una importante publicación marítima, dijo el miércoles que la ruta del barco que hizo el recorrido en agosto trajo al Concordia algo más cerca de Giglio que el curso que causó el desastre del viernes.
“Este no es un caso en blanco y negro”, dijo en un comunicado Richard Meade, director de Lloyd’s List.
“Nuestros datos sugieren que ambas rutas trajeron a los barcos a una distancia de menos de 200 metros y que la ruta autorizada estuvo en realidad más cerca de la costa”.
Nuevas grabaciones de audio de las comunicaciones de Schettino con los guardacostas salieron a relucir el miércoles, con el capitán afirmando que él había acabado en una balsa salvavidas después de tropezar y caer al agua.
“Yo no abandoné un barco con 100 personas a bordo, el barco se escoró de pronto y nos lanzó al agua”, dijo Schettino, de acuerdo con una transcripción publicada el miércoles en el diario Corriere della Sera.
Grabaciones de audio de las conversaciones de Schettino salieron en los titulares del martes, mostrando a un oficial de guardacostas ordenando a Schettino, con exasperación, que regresara a bordo del barco para dirigir la evacuación, y la resistencia del capitán, que decía que estaba demasiado oscuro y el barco amenazaba con volcarse.
La orden del oficial: “Regresa a bordo, ¡(improperio)!”, ha entrado al léxico italiano, convirtiéndose en un hashtag de Twitter y adornando camisetas.
Hasta el momento se ha confirmado la muerte de 11 personas, y 21 continúan desaparecidas. Funcionarios italianos solamente han dado a conocer hasta el momento 27 nombres, incluyendo dos estadounidenses, 12 alemanes, seis italianos, cuatro franceses, un húngaro, un indio y un peruano.
La víctima húngara fue identificada el miércoles como Sandor Feher, de 38 años, quien había estado trabajando como músico en el crucero. Su cadáver fue encontrado dentro de los restos del naufragio, y fue identificado por su madre, quien había viajado a la ciudad italiana de Grosseto, según el ministro de Relaciones Exteriores de Hungría.
Jozsef Balog, un pianista que trabajaba con Feher en el barco, dijo al periódico Blikk que Feher llevaba puesto un chaleco salvavidas cuando decidió regresar a su camarote en busca de su violín. Feher fue visto por última vez en el puente camino al área donde se suponía que abordara un bote salvavidas.
Según Balog, Feher ayudó a poner chalecos salvavidas a varios niños llorosos antes de volver a su camarote.
Entre los desaparecidos también está Dayana Arlotti, de 5 años, y su padre William Arlotti, quienes viajaban en el crucero con la novia del padre. Los padres de la niña se habían separado hace tres años.
La madre de la niña, Susy Albertini, afirmó que había estado llamando desesperadamente a la policía, los funcionarios del puerto y la compañía de cruceros durante días en busca de noticias de su hija y su ex esposo.
“La última vez que supe de ellos fue el jueves”, cuando les dijo adiós en la escuela, declaró Albertini, de 28 años, al periódico La Voce di Romagna.
“Lo absurdo es que nadie me sabe decir nada, y lo poco que sé es lo que veo en los periódicos”, dijo. “A veces ellos me hacen preguntas absurdas, como por ejemplo si mi hija sabe nadar. ¿No se dan cuenta de que ella tiene 5 años? ¿Qué pregunta es esa?”
William Arlotti, de 36 años, salió del crucero con su novia Michela Marconcelli, quien sobrevivió. Ella reportó haber visto caer al agua a Dayana, quien llevaba un chaleco salvavidas, cuando el barco se sacudió, pero dijo que alguien ayudó a sacarla, reportó el periódico.
Marconcelli señaló que la habían empujado a la balsa salvavidas y perdió de vista a su compañero y su hijita.
Entre los desaparecidos están además Jerry y Barbara Heil, vecinos de White Bear Lake, Minnesota.
Sarah Heil, su hija, dijo a la estación de radio WBBM en Chicago que sus padres habían esperado con impaciencia el crucero de 16 días tras haber criado a cuatro hijos y haberles pagado los estudios universitarios.
“Ellos nunca tuvieron dinero para ellos”, indicó. “De modo que, cuando se retiraron, empezaron a viajar. Y esto iba a ser algo grande, un viaje de 16 días. Estaban muy contentos”.

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