15 febrero, 2012

Como crear una depresión. Martin Feldstein


CAMBRIDGE.– Es posible que los líderes políticos europeos estén a punto de acordar un plan fiscal que, de implementarse, podría empujar a Europa hacia una seria depresión. Para entender el por qué, es útil comparar cómo respondieron los países europeos a las caídas en la demanda antes y después de adoptar el euro.

La resiliencia del Sur. Paulo M. Levy


RÍO DE JANEIRO – La resiliencia demostrada por América Latina después de la crisis financiera de 2008 es digna de destacar, especialmente si se la compara con el desempeño de la región en los ochenta y los noventa. Pero ahora que la economía mundial se enfrenta otra vez a la incertidumbre, la región debe encontrar nuevas estrategias para reducir los efectos que puedan derivarse de la volatilidad de los mercados financieros y de un estancamiento prolongado en las economías más ricas del mundo.

El futuro global de la crisis europea. Kemal Derviş


WASHINGTON, DC – Ya es evidente que la crisis de la eurozona se prolongará hasta bien entrado 2012, a pesar de la recuperación de los mercados de valores de principios de febrero. Aunque las negociaciones entre Grecia y los bancos respecto de los títulos de deuda soberana griegos lleguen a término, todavía hay bastantes dudas respecto de si habrá una participación suficientemente amplia de los bancos en el acuerdo. Mientras tanto, el Fondo Monetario Internacional planteó la cuestión de una reducción de la deuda con los organismos públicos (incluido tal vez el Banco Central Europeo), lo que envía el mensaje de que un “recorte” en las acreencias de los bonistas privados no bastará para que Grecia recupere la sostenibilidad financiera.

From Argentina to Athens?. Mohamed A. El-Erian



NEWPORT BEACH – Let me set the scene: an increasingly discredited economic policy approach gives rise to growing domestic social and political opposition, street protests and violence, disagreements among official creditors, and mounting concerns among private creditors about a disorderly default. In the midst of all of this, national leaders commit to more of the same harsh austerity measures that they have been unable to implement for two years. Official creditors express skepticism, in private and public, but hold their collective nose and get ready to disburse yet another tranche of money into what they fear is a bottomless pit.

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