por Jagadeesh Gokhale
Jagadeesh Gokhale es Académico Titular del Cato Institute..
El crecimiento en el empleo de los últimos meses
supera las expectativas, y está aumentando la confianza en que la
economía podría robustecerse este año. Sin embargo, aún existen retos
importantes, especialmente en el presupuesto federal, que probablemente
limiten esta recuperación.
Para incentivar a los inversionistas a tomar
más riesgos, a las empresas a contratar a más empleados y a los
consumidores a gastar más dinero, los legisladores deben resolver el
impasse sobre el presupuesto lo más pronto posible, y de la manera
correcta. Eso debería incluir la privatización de los programas sociales
como Medicare y el seguro social.
Los bruscos aumentos en las tasas de interés en la deuda pública europea han obligado a Grecia, España, Italia y otras naciones a adoptar políticas de austeridad que involucran profundos cortes en sus programas sociales.
Esto debe servir como una advertencia para los legisladores de EE.UU.,
especialmente aquellos de tendencia socialdemócrata: si continúan
haciendo demandas extravagantes por más ingresos, y se mantiene el
impasse político hasta que empiecen a caer las perspectivas de la deuda estadounidense,
será muy tarde para evitar un destino similar al de las naciones
europeas que se han visto forzadas a adoptar políticas de austeridad.
¿Por qué EE.UU. simplemente no aumenta los impuestos para cubrir los déficit
que se derivan principalmente de los programas sociales? En primer
lugar, incluso los europeos enfatizan en el recorte de gastos. Por otro
lado, sería contraproducente financiar los gastos de EE.UU. por medio
del aumento de impuestos, porque requeriría duplicar inmediata y permanentemente los impuestos sobre la nómina.
Un análisis reciente del Fondo Monetario Internacional
muestra que cerrar el déficit a través del aumento de impuestos tiende a
causar una recesión más profunda y un crecimiento más lento. Es mucho
mejor seguir el ejemplo de las reformas de mediados de los noventa en Canadá,
que involucraron solamente $1 en aumentos de impuestos por cada $7 en
recortes, lo que se tradujo en un buen desempeño económico a lo largo de
la siguiente década.
Enfatizar en aumentos de impuestos también fomentaría altos niveles de prestaciones sociales,
lo que disminuiría los incentivos individuales para adquirir destrezas,
trabajar, ahorrar e invertir. En una importante sentencia de la Corte
Suprema de EE.UU. en 1937 que discute la constitucionalidad de la seguridad social, el magistrado Benjamin Cardozo
parafraseó a quienes se oponían al programa diciendo que “la ayuda de
un Estado paternalista puede agotar nuestras fuertes virtudes y crear
una raza de débiles”.
El crecimiento de la productividad de EE.UU. se debilitó durante la
década de los setenta justo después de que se establecieran los
beneficios de salud y se protegieran de la inflación a
las prestaciones de la seguridad social. Más recientemente, el breve
auge productivo de las tecnologías de la información durante la década
de los noventa ha venido a menos. EE.UU. padece de una pobre adquisición
de destrezas, con una importante caída en la calidad de la educación en
las últimas dos décadas; de una reducida ética laboral, donde el
promedio de horas laborales semanales cayó de 39 horas a mediados de los
sesenta a 34 actualmente; y de tasas de ahorro e inversión que han
caído desde finales de los setenta. El temor sobre nuestras "fuertes
virtudes" prueba ser cierto.
Reforzar el gasto social a través de impuestos
aumentaría las probabilidades de que, al igual que los europeos,
descubramos que dicho gasto no puede ser financiado por una economía de
"débiles". Eso eventualmente forzaría medidas de austeridad
que llevarían a una privatización de improviso de los programas
sociales. Significaría también que los estadounidenses no tendrían más
opción que aumentar el ahorro, trabajar por más tiempo o reducir su
nivel de vida en la jubilación.
Lamentablemente es poco probable que este año se de un acuerdo a largo plazo para reducir el déficit. El fracaso del congreso y del presidente Obama
hasta la fecha en alcanzar un acuerdo es un arma de doble filo. Por un
lado, señala la voluntad de los Republicanos de rechazar firmemente
aumentos de impuestos destructivos. Por el otro, nos acerca a una
indeseada privatización a través de la austeridad forzada, como en el
caso de los europeos.
¿Acaso no es tiempo de pensar en privatizar nuestros programas
sociales para hacerlos sostenibles mientras aún podemos decidir quién va
a asumir el costo?
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