El primitivismo intelectual latinoamericano
El Diario de Hoy
Yo tengo mucha fe en que las nuevas
generaciones se liberarán de la mentalidad tercermundista que está en la
raíz de nuestro atraso y logren desarrollar a este país. Estas
generaciones están menos inclinadas a la polarización política y son más
propensas al pragmatismo, que las generaciones anteriores. Hay un
aspecto, sin embargo, que me sorprende cuando lo veo en muchos jóvenes:
su vulnerabilidad a fantasiosas teorías de conspiración, promovidas por
caracteres como el millonario productor de cine Michael Moore, el
lingüista Noam Chomsky y Eduardo Galeano, autor de "Las venas abiertas
de la América Latina".
Estos y similares caracteres mantienen
que el mundo es un lugar controlado por unos cuantos capitalistas, que
conspiran continuamente para que nadie progrese. De acuerdo a ellos,
cualquier cosa que pasa en el mundo es atribuible a esa gigantesca
conspiración. Desde el calentamiento global hasta la gran crisis
económica que vive el mundo, son atribuibles no a errores colectivos
sino a decisiones explícitas de estos plutócratas que controlan el mundo
y que dicen, "hoy calentémoslo" o "ahora causemos una gran crisis
económica", para extraerles la riqueza a los pobres del mundo. Es como
un cuento de Batman.
A pesar del barniz moderno de Moore y
Chomsky, su visión del mundo no es nueva ni moderna. Corresponde a las
visiones de las tribus primitivas, que recurrían a dioses para explicar
todo lo que ellos veían. Si caían rayos, era porque uno de estos dioses
los tiraba; si había guerras, o plagas, o buenas o malas cosechas, era
porque ellos conspiraban para causarlas. Tuvieron que pasar muchos
siglos para que la ciencia se desarrollara y explicara lo que son los
rayos y cómo se generan, no como consecuencia de conspiraciones sino de
fenómenos naturales.
Esta manera de pensar en conspiraciones
de seres sobrenaturales (porque sobrenaturales tienen que ser los que
controlan todo en el mundo hasta el último detalle), ha sido
característica de la región y de sus así llamados "intelectuales", que
han mantenido por generaciones que no nos desarrollamos porque estos
dioses no nos dejan hacerlo. Además de primitiva, esta visión es muy
nociva, porque llena de impotencia al individuo y le provee una excusa
para no esforzarse en su propio desarrollo. Vuelve a la gente ignorante y
cínica.
Esta visión nos ha mantenido a la zaga
mientras todos los demás se desarrollan. Cuando nos independizamos las
dos revoluciones que formaron el mundo moderno estaban apenas
comenzando: la democracia liberal y la revolución industrial. La primera
generó los derechos individuales, el imperio de la ley y la libertad
personal que es la base de toda creatividad. La segunda abrió el mundo a
un proceso exponencial de desarrollo sin precedentes en la historia.
Europa, Estados Unidos, Japón y los dominios británicos de ultramar
(Canadá, Australia y Nueva Zelanda) se integraron a estas grandes
corrientes en el primer siglo de nuestra independencia. Nosotros no.
En nuestro segundo siglo se
industrializaron Singapur, Taiwan, Corea y Hong Kong. Nosotros seguimos
estancados. Ahora lo están haciendo China e India. Y mientras todo el
mundo se desarrolla, Latinoamérica no lo hace e insiste en que es
imposible hacerlo porque sus gnomos inventados no lo permiten.
Intelectualmente, la historia es
deprimente también. Es irónico que los "intelectuales" consideren que
esas ideas les dan superioridad intelectual. No hay ni una sola
universidad de habla castellana entre las 180 mejores del mundo. No hay
grandes descubrimientos matemáticos o científicos atribuibles a la
ciencia latinoamericana. Es en este campo donde podríamos demostrar que
tenemos potencia intelectual, no creyendo en cuentos chinos de
conspiraciones, que tratan de demostrar que es imposible desarrollarse
mientras todos los que no creen en ellos se desarrollan y derrotan a la
pobreza. Ojalá que los jóvenes se liberen de ese complejo de
inferioridad que los hace creer que hay dioses que no dejan crecer al
país.
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