Por Daniel Salinas Basave
Hace un par de
meses escribí en El Informador una columna titulada Tres libros y un copete,
en donde reflexiono sobre la rampante ignorancia del candidato presidencial
priista Enrique Peña. Desde entonces a la fecha he recibido más de un
centenar de correos de lectores, la mayoría de ellos manifestando su
coincidencia con lo ahí expresado, aunque otros tantos reclamándome e incluso
insultándome por mis puntos de vista. Llevo más de dos años publicando esta
columna todos los jueves, donde tradicionalmente hablo de Historia, y la
verdad nunca antes lo aquí escrito había generado semejante reacción. Me han
echado en cara por igual ser amlista o anti amlista (no cabe duda que cada
quien interpreta un escrito como quiere) me han dicho panista y me han
acusado de perseguir oscuros intereses. Así las cosas, considero pertinente
aclarar algunos puntos.
Sobre los intereses que persigo al expresar mis ideas, les diré que se reduce
a uno solo: poner mi sencillo granito de arena para que Enrique Peña Nieto no
gane las elecciones. Tan simple como eso. ¿A quién apoyo? A quien tenga más
posibilidades de derrotarlo. Josefina o AMLO me dan igual. Ninguno de ellos
me gusta demasiado para ser honesto, pero le regalaré mi voto al que antes de
la jornada electoral esté en mejores posibilidades de derrotar al priista.
Ahora que si se trata de escribir la historia de lo que pudo haber sido y
recurrir al mágico e iluso hubiera, diré que me habría encantado que Marcelo
Ebrard estuviera en la lista. Sin conocerlo personalmente me parece por mucho
la mejor de las cartas que había en el devaluado escenario nacional, el menos
flaco en un corral de escuálidos caballos.
No me gusta el entorno, pero considero que la abstención es el peor de los
caminos, así que si aun no decido por quién votar, por lo menos ya estoy
seguro de por quién no voy a votar. Al menos una certeza tengo en esta vida.
¿Por qué me siento tan seguro? Es lo que intentaré explicar. De entrada,
podría apostar doble contra sencillo a que Enrique Peña Nieto es el candidato
con el cociente intelectual más bajo que ha tenido el PRI en toda su
historia. Su estatura intelectual es francamente miserable. Vaya, frente a un
José López Portillo, un Carlos Salinas de Gortari y ya no digamos un Ernesto
Zedillo (del Poli), Peña es un enano mental. Me refiero
exclusivamente a capacidad intelectual y por favor no interpreten esto como
una apología de corruptos consumados como López Portillo y Salinas de
Gortari. Ladrones, cierto, pero inteligentes y capaces de seducir con su
intelecto y no solo con una carita maquillada. Zedillo es punto y aparte y
siempre merecerá todo mi respeto (y el mío, es del Poli).
A lo que voy con la comparación, es que imagino perfectamente a estos tres ex
presidentes hablando y sorprendiendo en un foro de la ONU o en Harvard
(Zedillo de hecho es mente maestra por esos lares)
(estudió en el Poli) pero con toda franqueza no imagino el ridículo
que haría un bobo consumado como Peña Nieto en un foro internacional de jefes
de estado. Vaya, un personaje cuyos valores y conceptos lo hacen más parecido
a Paris Hilton que al jefe de una nación en vías de desarrollo, no puede
aportar conceptos más profundos que las respuestas para una revista
socialité. Francamente nunca había escuchado un discurso de candidato
presidencial tan artificial, tan hueco, tan insustancial, tan lleno de
lugares comunes. Ideal para el twitter y el teleprompter. No cabe duda que
una sociedad deprimida y sumida con el hartazgo como la mexicana es propensa
a comprar espejitos. El problema es que la bisutería de Peña es realmente
baratísima y a leguas se nota que vende un producto falso. Pero si como
candidato me parece hueco y carente de conceptos e ideas, como ser humano me
parece una verdadera basura, una persona desechable. Vanidoso, ególatra e
hipócrita.
Falso por cada costado
de su ser. Un personaje así, enamorado de sí mismo, obsesionado por su
arreglo personal y por su figura en el espejo, no puede traer nada bueno para
México. Me sorprende que entre sus potenciales votantes haya tantas mujeres
enamoradas de su imagen de muñequito de feria.
Las mexicanas votarán por un tipejo hipócrita capaz de engañar a su esposa y
desentenderse de los hijos que ha tenido fuera del matrimonio. El perfecto
irresponsable generador de madres solteras. Que no me vengan algún día las
votantes de Peña con discursos de equidad de género y liberación femenina,
porque al apoyar a ese monumento a la falsedad, solamente están demostrando
su bajísima autoestima. También me sorprende un país que se pretende
democrático donde seguimos viendo humillantes acarreos y expresiones de
bajísimo servilismo y pleitesía como las observadas durante su mitin en
Mexicali. El peor México posible es el México de Peña Nieto, el México de tv
y novelas, el México de los millones de viviendas miserables donde no habrá
nunca un solo libro y sí en cambio una antenita de televisión. El México
patriotero de camiseta tricolor en el Mundial y fervor religioso en visita
papal. El México que tiene la autoestima por el suelo. El México de la
cultura de la simulación y la hipocresía que prefiere pactar con el crimen
organizado a enfrentarlo.Me disculpan, pero yo siento verdadero asco por un
país así y por eso mi voto es contra Enrique Peña Nieto.
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1 comentario:
me puede indicar la fecha de tu publicación en el informador?
o mejor compartir el vinculo del artículo,
saludos
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