El decano 2012-03-20
Juan Velarde
Francia
elegirá en mayo un presidente por defecto que recibirá en un bumerang
el golpe y los costes de su demagogia, inmerso en las tenazas de las
promesas que los electores exigirán ver mantenidas y lo que exigen los
socios europeos y los mercados
En los doce meses que concluyen en enero de 2012, Francia presentaba un
déficit por cuenta corriente en su balanza exterior de 63.200 millones
de dólares; su presupuesto presentará un déficit alto, el 4’7% del PIB
según la estimación, siempre bastante acertada, de la Economist
Intelligence Unit; el desempleo alcanzaba una tasa del 10’0% en enero de
2012, y en enero de 2012, frente a un año antes, la producción
industrial descendía un 1’5%. Las diversas candidaturas a la presidencia
de la República, para las elecciones que se celebrarán en el próximo
mayo 2012, van desde Hollande –el candidato socialista cuyos
planteamientos fiscales acaban de ser aplastados por el Instituto
Montaigne‑, a un giro hacia el proteccionismo por parte de Bayrou
explícitamente, y de modo más solapado, pero bastante claro, por
Sarkozy, mientras Marine Le Pen plantea, lisa y llanamente, la salida
del euro. El programa del resto de los pretendientes no merece la pena,
porque sus posibilidades, incluso remotas, no existen.
De ahí el interés que tiene para España, tan ligada económicamente a Francia, pues no en balde es el principal cliente de nuestras exportaciones, lo que un buen economista, Nicolas Baverez, escribe en Le Point de 15 de marzo de 2012 bajo el título de "L’ombre de 1981" –sombra de 1981–, en la que con un programa realmente sin fundamento económico –léase el primer tomo del Verbatim (Fayard, 1993) de Jacques Attali– triunfaba Mitterrand y a los dos años tenía que rectificar radicalmente.
Ahora Baverez escribe que Francia "elegirá en mayo un presidente por defecto; defecto de la candidatura de Dominique Strauss-Khan, defecto de adhesión, defecto de proyecto. Y este presidente por defecto recibirá en un bumerang el golpe y los costes de su demagogia, pero inmerso en las tenazas de las promesas que los electores exigirán ver mantenidas, por una parte, y por otra lo que exigen los socios europeos y los mercados. La baja de los gastos públicos será imposible porque ninguno de los candidatos tendrá el valor de explicar su necesidad y de detallar su contenido. Por el contrario, la ráfaga de la subida de impuestos que ha destruido ya el flujo económico, conduciendo el crecimiento potencial a una cifra del 1%, destruirá... el patrimonio, empobreciendo un poco más a los ciudadanos de una nación cuya renta por habitante es ya inferior a la media de 27 Estados de la Unión norteamericana".
Se trata de una profecía muy atinada, de un buen economista independiente. Golpeará, por supuesto a Francia, pero también a toda la Zona del euro, y en ella, a España. La crisis europea, a su vez, tendrá consecuencias que se propagarán a todo el orbe, comenzando por Iberoamérica.
De ahí el interés que tiene para España, tan ligada económicamente a Francia, pues no en balde es el principal cliente de nuestras exportaciones, lo que un buen economista, Nicolas Baverez, escribe en Le Point de 15 de marzo de 2012 bajo el título de "L’ombre de 1981" –sombra de 1981–, en la que con un programa realmente sin fundamento económico –léase el primer tomo del Verbatim (Fayard, 1993) de Jacques Attali– triunfaba Mitterrand y a los dos años tenía que rectificar radicalmente.
Ahora Baverez escribe que Francia "elegirá en mayo un presidente por defecto; defecto de la candidatura de Dominique Strauss-Khan, defecto de adhesión, defecto de proyecto. Y este presidente por defecto recibirá en un bumerang el golpe y los costes de su demagogia, pero inmerso en las tenazas de las promesas que los electores exigirán ver mantenidas, por una parte, y por otra lo que exigen los socios europeos y los mercados. La baja de los gastos públicos será imposible porque ninguno de los candidatos tendrá el valor de explicar su necesidad y de detallar su contenido. Por el contrario, la ráfaga de la subida de impuestos que ha destruido ya el flujo económico, conduciendo el crecimiento potencial a una cifra del 1%, destruirá... el patrimonio, empobreciendo un poco más a los ciudadanos de una nación cuya renta por habitante es ya inferior a la media de 27 Estados de la Unión norteamericana".
Se trata de una profecía muy atinada, de un buen economista independiente. Golpeará, por supuesto a Francia, pero también a toda la Zona del euro, y en ella, a España. La crisis europea, a su vez, tendrá consecuencias que se propagarán a todo el orbe, comenzando por Iberoamérica.
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