21 marzo, 2012

Hay 4 cabos sueltos en el caso de Los Zodiaco

Víctimas de secuestro han mencionado con insistencia a cuatro presuntos integrantes de la banda, pero se desconoce su paradero

Andrés Becerril
CIUDAD DE MÉXICO, 21 de marzo.- La banda de Los Zodiacos se multiplicó por tres cuando Florence Cassez e Israel Vallarta fueron capturados, en diciembre de 2005. Los Palafox, Los Japos y Los Tablajeros han sido desmantelados prácticamente. Pero hay cuatro hombres de una misma familia ligados a estos secuestradores que se esfumaron aunque fueron mencionados insistentemente por al menos tres víctimas de plagio.


En junio del año pasado fue arrestado Dhither Camarillo Palafox, conocido como Tauro y considerado como el último de Los Zodiaco en libertad. Pero desde que la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) comenzó a seguirle los pasos a Cassez y Vallarta, en las declaraciones ministeriales saltaron cuatro nombres de supuestos integrantes de Los Zodiaco, de quienes nada se sabe públicamente.
Se trata de los hermanos Marco Antonio y José Fernando Rueda Cacho y sus primos Édgar y José Luis Rueda Parra.
De acuerdo con el testimonio de Andrés Figueroa Torres, hermano de Abel, un comerciante de la Central de Abasto, plagiado y asesinado en abril de 2005, asentado en el expediente del caso Cassez, José Fernando a quien conoció en la prepa, le dijo que conocía a un alto mando de la AFI y que lo buscaría para que interviniera en el caso de Abel, aunque Andrés no le mencionó que su hermano había sido secuestrado.
La primera persona que mencionó a Marco Antonio y José Fernando Rueda fue Valeria. El 31 de agosto de 2005, cuando Valeria fue secuestrada tenía 18 años. La joven regresó a casa sana seis días después y luego que su mamá pagó 180 mil pesos, que arrojó junto a un puesto de tacos en calzada de Tlalpan.
Valeria fue quien le puso el cascabel a Vallarta. Después de que por días ella y los agentes de la AFI se pararon en el mismo sitio en busca de algún indicio del secuestro, la joven un día vio un auto marca Volvo, como en el que fue levantada y secuestrada que era manejado por el entonces novio de Cassez.
Los policías lo siguieron. Así fue como supieron que vivía en un rancho conocido como Las Chinitas, en el kilómetro 29 de la carretera federal México-Cuernavaca.
Durante los días que los agentes le siguieron los pasos a Vallarta conocieron los lugares en Iztapalapa, Xochimilco y Narvarte a los que llegaba; también documentaron los rostros de las personas con las que Vallarta se reunía en esos sitios.
Seis días antes de la captura de Cassez y Vallarta, el 3 de diciembre de 2005, Valeria vio las fotografías que lograron los policías en sus investigaciones. En el tambache de fotos, además de la cara de Vallarta, a quien Valeria reconoció como una de las personas que participó en su secuestro, la chica recordó a dos hermanos, que eran amigos de un muchacho que ella conocía y que había ido a su fiesta de cumpleaños. Ellos eran Marco Antonio y José Fernando Rueda Cacho.
Otro que recorrió las fotos que la policía le mostró a Valeria fue Andrés Figueroa. Entre ellas pudo ver la cara de los hermanos Rueda Cacho, y dejó asentado en actas que eran “Marco Antonio y José Fernando Rueda Cacho”.
Andrés y José Fernando Rueda  eran viejos conocidos. Estudiaron juntos la prepa; sus vidas habían tomado distintos caminos, pero en 2003 se volvieron a cruzar. En el expediente del caso Cassez se lee que José Fernando “me invitaba a peleas de gallos, a cantinas, salíamos con muchas personas, entre éstas un primo suyo llamado Édgar que era muy hablador, muy echador, y que hablaba de José Fernando como si fuera su ídolo, diciendo que su primo era muy chingón hasta para el secuestro”.
Andrés también le dijo a la autoridad que a veces Marco Antonio Rueda Cacho salía con él y con José Fernando; que los dos andaban armados y que sus gastos en una parranda eran de entre 10 y 15 mil pesos. A los días que Andrés dejó de frecuentar a los hermanos Rueda Cacho, su hermano Abel Figueroa Torres fue secuestrado.
En los documentos del caso Cassez, que este miércoles será analizado en la primera sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Figueroa declaró que los asesores de la AFI le dijeron que no hablara con nadie de lo sucedido con su hermano Abel. Pero a los tres días, sin que Andrés hubiera dicho algo, José Fernando le llamó por teléfono y le dijo a Andrés que lamentaba lo que qué había pasado. “Le pregunté quién le había dicho lo de mi hermano y contestó que lo había escuchado como rumor en la Central de Abasto. Pero en la Central nadie supo nada hasta como al mes”.
Aunque Andrés le dijo a José Fernando que su familia estaba viendo el caso, Rueda Cacho le mencionó que conocía a un directivo de la AFI y le ofreció presentárselo. Durante semanas, José Fernando estuvo al pendiente de lo que hacía Andrés, lo llamaba por teléfono y le preguntaba si “ya habíamos avisado a la policía”. Cuando Abel apareció muerto José Fernando no le llamó más a su ex compañero de prepa.
Aún de luto, José Francisco le dijo a Andrés que salieran. Al cabo de una copas, Andrés se quebró por la muerte de Abel y José Fernando lo consoló, diciéndole que no se preocupara que mientras anduviera con él no le iba a pasar nada, “que el metería las manos por mí, pero que en lo de mi hermano no podía ayudarme porque se metía en problemas”, dijo a la policía Andrés.
Días antes de la captura de Cassez y Vallarta, Andrés fue a una fiesta que lo había invitado José Fernando, a su casa. Andrés llevó a dos amigos que en realidad eran policías de la AFI. Los agentes policiacos no dejaron detalle sin registrar, incluyendo un Volvo blanco.
Figueroa informó a la AFI, que después de la captura de Cassez y Vallarta, vio a los Rueda Cacho en un restaurante. José Fernando y Marco Antonio le dijeron a Andrés que se iban de vacaciones a Estados Unidos.
Cristina Ríos Valladares y Christian su hijo que en 2005 tenía 12 años, son las personas que la AFI rescató del rancho Las Chinitas, el 9 de diciembre de ese año y que todo mundo vio por televisión en vivo. Ambos habían sido secuestrados el 19 de octubre anterior.
Según Christian, al cabo de tanto escuchar la voz de los secuestradores ya tenía identificadas las de siete hombres. Una de ellas era la de Hilario, que actuaba como el mero mero de la pandilla; a los otros que identificó el niño fue a Ramiro, Ángel, Margarito, Miguel y Gabriel.
El tono de voz del hombre número siete identificado por Christian, dijo, se parecía a la de uno de sus primos. “Tenía expresiones como las de mi primo Édgar”, dijo el niño a las autoridades. Y para fortalecer su dicho contó que un día de los que pasaron secuestrados él y su mamá, ella pidió unas aspirinas, y uno de los secuestradores le dijo a otro: “trae unas aspirinas para tu tía”. Y que al darse cuenta que la había regado el secuestrador se lamentó con un clásico “¡Chin!”
Édgar Rueda Parra es el nombre del primo al que Christian habría reconocido por la voz entre los secuestradores. La periodista francesa Anne Vigna comprobó en la investigación para su libro Fábrica de Culpables, que Édgar, además de ser familiar de Christian, era primo de Marco Antonio y José Fernando Rueda Cacho.
En los documentos ministeriales Christian dejó asentado que antes de su secuestro y el de su mamá, su primo Édgar lo interrogaba sobre las horas en las que entraba y salía de la escuela. Édgar era el mismo al que Andrés Figueroa se refirió en su declaración ministerial y que dijo era “muy hablador, muy echador, que hablaba de José Fernando como si fuera su ídolo, diciendo que su primo era muy chingón hasta para el secuestro”.
En el expediente está registrado que José Luis Rueda Parra, hermano de Édgar trabajaba en la empresa del padre de Christian, y que un día antes del plagio de Cristina y Christian le avisó al papá del niño que había visto gente sospechosa en los alrededores.
De los hermanos Édgar y José Luis Rueda Parra así como de Marco Antonio y José Fernando Rueda Cacho no se supo más de lo que hay en el expediente del caso de Los Zodiaco, a pesar de que todos los integrantes de la banda y sus ramificaciones ya fueron arrestados.
constelación criminal
La banda de secuestradores Los Zodiaco comenzó a operar desde 2001 en la Ciudad de México, Estado de México y Morelos.
De acuerdo con información policial, esta organización había hecho del secuestro un negocio familiar.
Su actividad ilícita abarca un periodo de ocho años, en los cuales se realizaron 27 detenciones de personas probablemente relacionadas con veinte casos de secuestro.
Tras la captura de Florance Cassez e Israel Vallarta, se forman tres células de secuestradores, Los Japos, Los Palafox y Los Tablajeros.
Sus integrantes fueron detenidos entre 2006 y 2009. El último de Los Zodiaco fue detenido en 2011, en Cancún.

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