14 marzo, 2012

Las reservas del Comandante o la cueva de Alí Babá

Juan Gonzalez Febles
Cuba actualidad, Lawton, La Habana, (PD) Durante largos años, décadas o toda la vida para muchos, entre los que me cuento, en Cuba existió algo supra sagrado y poli secrético.
El lugar, para agregarle un punto de sazón que lo hiciera mágico y misterioso, lo administraba un chino. El chino, que por supuesto fue hasta general, podría quedar para la historia como uno de los diez justos (si hubiera otros nueve) impolutos de máculas sobre apropiaciones y otras cosas propias de pretorianos. Ciertamente el general Moisés Sio Wong, fue un hombre honrado que vivió honrado y murió como tal, a pesar de tener en sus asiáticas manos el ‘ábrete sésamo’ de la reserva sin fin del Comandante.


Me voy a referir a la o a las reservas del Comandante en jefe. Estas reservas estuvieron compuestas por todo lo humano y lo divino. Y por supuesto, se nutrieron con todo lo que apareció durante largas y aburridas décadas de ayuda generosa y desinteresada de la URSS.
Ilustres pretorianos del pasado agregaron lustre a sus nombres, a partir de las riquezas con que consiguieron engrosar tales reservas.
Está documentado con los testimonios de ilustres ex pretorianos, que se las agenciaron para salirse del alcance de su César, como podrían ser los señores Massetti, Benigno, Aspillaga Lombard, etc., que en tal reserva hay dinero robado de, o extraído con: pistola, dinamita de la post modernidad (C4) en una variopinta gama de heroicas operaciones encubiertas revolucionarias.
Las fuentes de extracción fueron sólidas y prestigiosas casas bancarias, camiones blindados, etc., de Norte, Sur y Centro América, Medio Oriente y otras exóticas regiones del planeta azul. Hay además, complicadas y elaboradas operaciones financieras, el fruto de sofisticadas estafas, narco boberías, secuestros y por supuesto, la flor sangrienta aportada por el valor temerario y el aliento inspirado de románticas víctimas de la operación Cóndor. ¿Qué dirían sobre esto la señora Roussef y el señor presidente de Uruguay?
La reserva del Comandante ha estado fuera siempre de cualquier control. Ni contralores ni contra nadas y mucho menos contra revolucionarios, disidentes o ciudadanos empeñados en su derecho a reafirmarse como tales. De ella han salido y aún salen desde casas, automóviles, becas en el extranjero para benjamines aventajados de la élite, viajes para escribidores, premios y toda una caja pandórica de maravillas usadas por el Comandante para agasajar, en el caso de tratos con zanahorias para aquellos en que la conveniencia así lo demanda.
La prestigiosa revista Forbes hace algunos años publicó informaciones vinculadas a caudales secretos del Comandante. La reacción oficial desde Cuba fue todo lo virulenta que cabría esperarse. La información igualaba al Comandante con gobernantes de naciones del tercer mundo, específicamente en el continente africano que a partir de esa discutible condición de revolucionarios profesionales en el poder, son los gobernantes más acaudalados de los países más pobres y miserables del orbe.
De ellos, puede decirse que fueron y son personas sin oficio o beneficio reconocido que nunca trabajaron ni crearon riqueza alguna mientras no accedieron al poder y que de forma inmediata a que se convirtieron en dictadores, reconocidos por la ONU, con escudo protector de soberanía nacional incluido, accedieron a Forbes.
Fuera de todo alcance humano o divino, la reserva del Comandante en jefe quedará para la historia contemporánea de la Isla como otra de las muchas cosas, que nunca jamás nos permitiremos como nación y que así sea.

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