18 marzo, 2012

¿Por qué legalizar ahora?

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De repente, el mundo se alborota con discusiones acerca de legalizar la marihuana y otras drogas. Candidatos, políticos, antiguos presidentes, grupos de interés e incluso la Comisión Global sobre Política de Drogas están pidiendo una reforma de la política de drogas. Dado que estamos en una crisis económica y fiscal en todo el mundo, ¿por qué les interesa a todos la política de drogas? ¿Hemos recuperado repentinamente la sensatez y nos hemos dado cuenta de que la prohibición es irracional?


No, la razón más importante para el interés en este asunto es la sensatez económica. La prohibición de las drogas es una carga para los contribuyentes. Es una carga para los presupuestos públicos. Es una carga para el sistema de justicia penal. Es una carga para el sistema sanitario. La crisis económica ha intensificados el dolor de todas estas cargas. La legalización reduce o elimina todas estas cargas. No debería sorprender que la prohibición del alcohol fuera abolida en lo más profundo de la Gran Depresión.
Dos candidatos presidenciales republicanos, el antiguo gobernador Gary Johnson y el congresista Ron Paul, apoyan la legalización. Ron Paul y Barney Frank han presentado legislación que permitiría a los estados legalizar la marihuana sin interferencia federal. El antiguo presidente Jimmy Carter publicó recientemente un editorial en el New York Times pidiendo el final de la guerra global contra las drogas, una postura que ha mantenido desde que era presidente.
La organización LEAP, Law Enforcement Against Prohibition, ha publicado recientemente un informe titulado “Acabar la guerra contra la drogas: Un sueño aplazado” en el 40 aniversario de la Guerra contra la drogas. Critican la guerra y apuntan que el Presidente Obama está en realidad poniendo peor las cosas. Finalmente, y tal vez lo más importante, la Comisión Global sobre Política de Drogas ha emitido un informe que declara a la guerra contra las drogas un fracaso y ofrece recomendaciones para una reforma.
La crisis económica está acelerando la comprensión de que la guerra de las drogas ha fracasado y no puede ganarse. Los contribuyentes han estado lentos en entender la carga económica de la prohibición de las drogas. Se les ha dicho durante décadas que sólo necesitaban gastar un poco más y eliminar una pocas protecciones constitucionales más a nuestros derechos para ganar la guerra contra las drogas. Tras décadas de promesas rotas, presupuestos rotos con agujeros de billones de dólares y una tambaleante economía en crisis, cada vez más gente está diciendo no a la guerra contra las drogas.
La prohibición de las drogas es la mayor partida individual en el presupuesto de la justicia penal. Es asimismo una gran carga para más de una docena de presupuestos y es una carga creciente en presupuestos estatales y locales. El encarcelamiento de cientos de miles de delincuentes relacionados con las drogas lleva a menudo a la ruptura de familias y a la pérdida de quienes sostienen las familias, suponiendo cargas adicionales para los servicios sociales.
El sistema de justicia penal está saturado y las prisiones llenas mucho más allá de su capacidad. Como consecuencia, los criminales violentos están recibiendo rebajas en sus sentencias. Otras mediciones del delito y la violencia son asimismo perturbadoras. Las bandas callejeras utilizan los negocios de droga ilegal para financiar y extender sus actividades. Se ha estimado que hoy en Estados Unidos hay casi 800.000 miembros de bandas. El crimen organizado continúa aumentando en número y sofisticación (así como en nivel de violencia). El ejército mexicano ha reemplazado a la policía local a lo largo de la frontera para restaurar el orden y reducir los más de 10.000 asesinatos relacionados con la prohibición del pasado año. De Afganistán a Zimbabue, la guerra contra las drogas está socavando la civilización.
También la gente se está dando cuenta de que la lucha en la guerra contra las drogas (es decir, la prohibición) sólo empeora los problemas sociales. El número de ingresos en urgencias relacionados con drogas en Estados Unidos excede ahora mismo de los 2 millones al año por drogas ilegales y uso no médico de medicinas con receta. El aumento en el uso de drogas, de la marihuana a la cocaína, heroína y metanfetaminas es claramente negativo para la salud, y ese aumento se ve cada vez más y más correctamente como consecuencia de la prohibición, no de la adicción.
Como demostré, el fracaso de la Proposición 19 de California legalizando la marihuana no debería verse como una señal descorazonadora. Más bien debería verse como una señal del porvenir. En todo el mundo, la prohibición de las drogas y su derogación o reforma es ahora asunto de debate. En muchas áreas del mundo, la guerra contra las drogas se ha vuelto atrás.
Portugal es un buen ejemplo. No estaban ganando la guerra: la estaban perdiendo. También estaban perdiendo la guerra más general de la prosperidad. En su desesperación legalizaron de hecho todas las drogas. El resultado no fue un abuso desenfrenado y extendido de las drogas. En realidad, el uso y la adicción a las drogas realmente disminuyeron, igual que la violencia y las enfermedades.
Cinco años después, el número de sobredosis de drogas en la calle cayó de alrededor de 400 a 290 anuales y el número de nuevo casos de SIDA causados por uso de jeringuillas sucias para inyectarse heroína, cocaína y otras sustancias ilegales cayó drásticamente de cerca de 1.400 en 2000 a 400 en 2006, de acuerdo con un informe publicado recientemente por el Instituto Cato, un think tank libertario de Washington DC.
Se ha dicho a la mayoría de los estadounidenses que el Franklin Delano Roosevelt fue un gran presidente y uno de los más populares de todos los tiempos. Sin embargo, la mayoría de la gente (incluso la mayoría de los historiadores) no sabe que la razón de su popularidad fue la abolición de la Ley Seca. Obtuvo la nominación demócrata a la presidencia en la convención de 1932, al cambiar de ser Seco a ser Mojado (es decir, alineándose con la abolición). La abolición de la Ley Seca fue la propuesta más popular en el programa del Partido Demócrata y el asunto y promesa de campaña número uno de FDR. Hizo de él su prioridad número uno cuando estuvo en el cargo. (También recortó la nómina del trabajador federal en un 25%).
Los resultados de la abolición fueron al tiempo inmediatos y asombrosos. Se abrieron de nuevo tabernas, restaurantes, cervecerías, destilerías y bodegas. Hubo trabajo repentina y notablemente por primera vez en años. La tasa de desempleo cayó desde su máximo histórico del 25%. El crimen y la corrupción se hundieron, con la tasa de asesinatos cayendo a su nivel anterior a la Ley Seca en cosa de unos pocos años. Para políticos y funcionarios, la abolición supuso una nueva fuente de ingresos fiscales y el final de los recortes presupuestarios. Las revueltas fiscales, que se habían extendido por el país en oposición al gobierno se esfumaron tristemente. La gente se felicitaba porque “Los días felices están aquí de nuevo”.
Aparece una posibilidad similar en nuestro futuro a medida que la crisis económica continúa ampliándose y empeorando. Necesitamos continuar aprendiendo y enseñando las lecciones reales de la prohibición, algunas de las cuales pueden encontrarse en este libro gratuito. Para desenmascarar la verdadera naturaleza del control público y demostrar la superioridad del individualismo dentro de un entorno liberal clásico, debemos hacer de acabar la guerra contra las drogas una prioridad.

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