Por Murray N. Rothbard.
Al contrario que Gran Bretaña, los
países de habla alemana eran, como era de esperar, altamente resistentes a la
extensión de las opiniones smithianas. Habían sido gobernados, desde finales
del siglo XVI por el cameralismo. Los cameralistas, que recibieron el nombre de
la cámara del tesoro real alemana, la Kammer,
defendían una forma extrema de mercantilismo, concentrándose aún más que sus
iguales occidentales en construir un poder estatal y en subordinar todas las
partes de la economía y la política al estado y su burocracia. Mientras que los
escritores mercantilistas eran por lo general escritores de panfletos dedicados
a algún tipo particular de ventaja del estado, los cameralistas eran o bien
burócratas en uno de los 360 tiránicos estados alemanes o profesores
universitarios que aconsejaban a los príncipes y a su burocracia sobre cómo
maximizar sus ingresos y poder. Como decía Albion Small: para los cameralistas
el objeto de toda teoría social era
mostrar cómo podría asegurarse el bienestar del estado. Veían en el bienestar
del estado la fuente de todos los demás bienestares. Su clave del bienestar del
estado era ingresas para proveer las necesidades del estado. Toda la teoría
social derivaba de la tarea central de proporcionar al estado los medios ya
dispuestos.[1]
Como profesores, los cameralistas
escribieron grandes tomos catalogando distintas partes de la economía y los
planes que debería hacer el gobierno para cada una de estas partes. Los
cameralistas alababan prácticamente todas las formas de intervención pública, a
veces hasta el punto de un estado colectivista de bienestar y guerra. Apenas
puede llamárseles “economistas”, ya que no tenían ninguna idea de una ley
económica regular que pudiera ir más allá o anular los planes del poder del
estado.
El primer
gran cameralista fue Georg von Obrecht (1547–1612), hijo del alcalde de
Estrasburgo, que iba a ser un famoso profesor de derecho en la universidad de
esa ciudad. Sus lecciones se publicaron póstumamente (en 1617) por su hijo. En
la siguiente generación, un importante cameralista fue Christoph Besold
(1577–1638), nacido en Tubinga y posteriormente profesor de derecho enormemente
influyente en la Universidad de Tubinga. Besold escribió más de 90 libros,
todos en latín, de los cuales la Synopsis
politicae doctrinae (1623) fue el más relevante en economía. Otro
cameralista influyente de principios del siglo XVII fue Jakob Bornitz
(1570–1630), un sajón que fue el primer sistematizador de la política fiscal y
que pedía una mayor supervisión de la industria por el estado. Otro
contemporáneo, que, sin embargo, escribió más tarde, a medados del siglo XVII,
fue Kasper Klock (1584–1655), que estudió derecho en Marburgo y Colonia y
posteriormente fue funcionario en Brema, Minden y finalmente en Stolberg. En
1651, Klock publicó la obra más famosa del cameralismo hasta ese momento, el Tractus juridico-politico-polemico-historicus
de aerario.
La figura más destacada del
cameralismo alemán llegó poco después. Veit Ludwig von Seckendorf (1626–92), al
que se ha llamado el padre del cameralismo, nació en Erlangen y estudió en la
Universidad de Estrasburgo. Llegó a ser un alto funcionario en varios estados
alemanes, empezando en Gotha, donde escribió Der Teutscher Furstenstaat (1656). Este libro, una compleja
apología del absolutismo alemán del momento, tuvo ocho ediciones y continuó
siendo leído en las universidades alemanas durante más de un siglo. Seckendorf
acabó sus días como canciller de la Universidad de Halle.
A finales del siglo XVII, el
cameralismo se asentó firmemente en Austria. Johann Joachim Becher (1635–82),
nacido en Espira y alquimista y médico de la corte en Maguncia, se convirtió
pronto en consejero económico del emperador Leopoldo I de Austria y en director
de varias empresas propiedad del estado. Becher, que influyó fuertemente en la
política económica austriaca, reclamaba compañías comerciales reguladas por el
estado para el comercio exterior y un consejo estatal de comercio para
supervisar todos los asuntos económicos nacionales. Pre-keynesiano, estaba
profundamente impresionado por la idea del “flujo de ingresos” de que el gasto
de un hombre es por definición la renta de otro y reclamaba medidas
inflacionistas para estimular la demanda de consumo. Su obra más conocida es Politischer Discurs (1668). Schumpeter
describía a Becher como “desbordante de planes y proyectos”, pero algunos de
esos planes no dieron resultado, ya que Becher acabó huyendo de la ira de sus
acreedores. Por lo que se ve, su propia “demanda de consumo” se había
estimulado en exceso.[2]
El cuñado de Becher, Philipp
Wilhelm von Hornigk (1638–1712), era otro natural de Maguncia que se convirtió
en influyente en Austria. Estudió en Ingolstadt, ejerció el derecho en Viena y
luego entró en el gobierno, haciéndole muy popular su chauvinista tratado
austriaco Österreich über Alles, wann es
nur will (Austria sobre todo, siempre
que quiera) (1684). El asunto central de von Hornigk era la importancia de
hacer de Austria autosuficiente, eliminando todas las formas de comercio.
Un tercer cameralista alemán
contemporáneo en Austria fue Wilhelm Freiherr von Schroder (1640–88). Nacido en
Könisberg y estudiante de derecho en la Universidad de Jena, Schroder también
se hizo influyente como consejero del emperador Leopoldo I de Austria. Schroder
dirigió una fábrica estatal, fue consejero financiero de la corte de Hungría y
expresó sus opiniones en su Fürstliche
Schatz und Rentkammer (1686). Schroder era un defensor extremo del derecho
divino de los príncipes. Su cameralismo destacaba la importancia de acelerar la
circulación del dinero y de tener un sistema bancario que pudiera expandir la
oferta de billetes y depósitos.
El sistema del cameralismo se
estableció en concreto en Alemania en la obra de mediados del siglo XVIII de Johann
Heinrich Gottlieb von Justi (1717–71). Justi era un turingio que estudió
derecho en varias universidades y luego enseñó en Viena y en la Universidad de
Gotinga. Fue luego a Prusia para convertirse en director de minas,
superintendente de fábricas y finalmente en administrador de minas en Berlín.
La obra de Justi fue la culminación
del cameralismo, incluyendo e incorporando todas sus tendencias pasadas y
destacando la importancia de una planificación completa de un estado del
bienestar. Característicamente, Justi destacaba la importancia vital de la
“libertad”, pero la libertad resultaba ser únicamente la posibilidad de
obedecer los edictos de la burocracia. Justi también destacaba la supuesta
“alienación” del trabajador en un sistema de fábricas y una división avanzado
del trabajo. Entre sus numerosas obras, las más importantes fueron Staatswirthschaft (1755), el System des Finanzwesens (1766) y su obra
en dos tomos Die Grundfeste zu der Macht
und Glückseeligkeit der Staaten (1760–61). Sin embargo, Justi se dio un
porrazo con su propio bienestar en el estado de bienestar y respecto de su
falta de voluntad de obedecer las leyes del reino. A causa de irregularidades
en sus cuentas como administrador de las minas prusianas, Justi fue enviado a
la cárcel, donde murió.
La otra figura cumbre del
cameralismo alemán del siglo XVIII fue un seguidor de Justi, el barón Joseph
von Sonnenfels (1732–1817). Nacido en Moravia, hijo de un rabino, Sonnenfels
emigró a Viena donde se convirtió en el primer profesor de finanzas y
cameralismo y en un importante consejero de tres emperadores austrohúngaros
sucesivos. Absolutista, mercantilista y defensor del estado de bienestar, las
opiniones de Sonnenfels se exponían en su Grundsätze
der Polizei, Handlung, und Finanzwissenschaft (1765–67). Es notable que su
libro permaneciera como libro de texto oficial de la monarquía austrohúngara
hasta 1848
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