19 marzo, 2012

Roger Noriega: Venezuela: Una Transición Tóxica



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De acuerdo con mis fuentes y contrario a las declaraciones del caudillo venezolano Hugo Chávez, el tumor canceroso que le  fue descubierto en el colon el mes pasado no ha sido extraído. Siguiendo el consejo controversial de los médicos cubanos, Chávez ha rechazado la cirugía para que pueda volver a sus funciones públicas tan pronto como sea posible y así reforzar la estrategia de sucesión dentro del régimen.


Especialistas médicos internacionales han insistido, contra la opinión medica cubana, en que el tumor debe ser removido antes de retomar los tratamientos de quimioterapia y radiación. Ellos creen que la decisión de Chávez de rechazar la cirugía va a acelerar su muerte. Sin embargo, los hermanos Castro lo necesitan de vuelta en la arena política de Venezuela y no en una cama de hospital. Miembros de la familia de Chávez y algunos amigos cercanos están furiosos de que los cubanos estén manipulando la megalomanía de Chávez para convencerlo de que el sustento de su “revolución” es más importante que prolongar su vida. Mientras tanto, en Caracas, los líderes corruptos militares están tratando de consolidar sus posiciones y orquestando su supervivencia política como si Chávez ya hubiera muerto.
Líderes despiadados de  La Habana están obsesionados con la transición en Caracas para poder garantizar el abastecimiento de petróleo y la ayuda económica que recibe la isla caribeña. Existe una mala relación entre los hermanos Castro y el cuadro militar que se está haciendo cargo en Caracas. El nuevo presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, sabe que Fidel Castro convenció a Chávez de marginarlo desde hace varios años. El nuevo ministro de Defensa, Henry Rangel Silva, está convencido de que Castro lo entregará a él y a otros narco-militares con el fin de apaciguar a los EE.UU. y evitar cualquier escrutinio. En efecto, el régimen de Castro está preocupado de que estos jefes militares híper-corruptos se conviertan en la imagen principal de la sucesión chavista, por lo que parecen inclinarse hacia un régimen dirigido por civiles que aplaque a la comunidad internacional y que sea sumisa a La Habana.
De acuerdo con fuentes del círculo más cercano de Chávez, tanto Cabello y Rangel Silva están acostumbrados a ejercer el poder con libre albedrio. Ellos tienen la autorización de los elementos más corruptos de las fuerzas armadas para llevar a cabo cualquier acción que prolongue la vida del régimen. Ellos no dependen de Chávez y no tienen ningún motivo para preservar los círculos civiles dentro del régimen. A pesar de que Cabello y sus seguidores creen que pueden orquestar una victoria para Chávez, están preocupados de que si su jefe enfermo aparece débil y frágil en la campaña electoral, las oportunidades del candidato opositor, Henrique Capriles Radonski, pudieran ser peligrosas.
Si Chávez muere antes de las elecciones del 7 de octubre, los narco-generales creen que promover una candidatura alterna pudiera ser un riesgo innecesario. Esta evaluación los pone en un camino difícil con Chávez y sus colaboradores más cercanos. El famoso operador político brasileño Joao Santana, y que en su momento asesoro al expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ya  ha comenzado a asesorar a Nicolás Maduro para sustituir a Chávez. Sin embargo, después de la muerte de Chávez, será extraordinariamente difícil para Maduro el poder convencer a Cabello y a los narco-generales que lo dejen competir en las elecciones de otoño y que tome las riendas de la transición.
Por ahora, los chavistas quieren ponderar su unidad a toda costa, pero los actores clave están conspirando unos contra otros para posicionarse como herederos naturales de Chávez. Debido a que ninguno de ellos cree que cualquier sucesor  puede igualar el carisma de Chávez, Cabello y su grupo harán hincapié en su eficiencia para controlar y mantener el poder y minar el atractivo electoral de Maduro. Sin duda, los cubanos y los iraníes, que dependen del cobijo de Venezuela,  apoyaran la represión del pueblo a la Siria en las calles de Caracas con tal de mantener el poder. Por otra parte, estas tácticas violentas podrían marginar a los oficiales y soldados menos radicales.
Debido a la indiferencia de Washington y de la comunidad interamericana, los narco-generales creen que sus posibilidades de mantener una sucesión chavista han mejorado. Chávez y Cabello han calculado que los Estados Unidos está demasiado distraído por la crisis iraní y el aumento en los precios de la gasolina como para interferir con las maquinaciones antidemocráticas en Venezuela. La oposición también ha evitado cualquier acercamiento con los Estados Unidos, lo que hace que una alternativa democrática sea prácticamente invisible para la administración de Obama.
En esta hora crítica, los lideres rusos y chinos están dudando sobre la viabilidad de seguir contribuyendo con miles de millones de dólares a la campaña de un hombre moribundo. No obstante, ellos están nerviosos por la posible pérdida de sus acuerdos preferenciales si el régimen de Chávez muriera con él. A menos que ellos perciban que sus inversiones estarán a salvo bajo un régimen democrático, es muy probable que ellos opten por continuar apoyando a los chavistas con tal y que sus negocios corruptos sean respetados.
Un grupo bipartidista en el Congreso de EE.UU. está prestando mucha atención a las intenciones de Irán en Venezuela y pudiera movilizarse rápidamente para rechazar tácticas de mano dura por parte de los chavistas. Si una ofensiva violenta surge de este narco-estado tan cerca de las fronteras de Estados Unidos, la Casa Blanca ya no será

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