La falsa austeridad europea
Por Michael D. Tanner
El Heraldo, Tegucigalpa
El
movimiento contra la austeridad se encuentra en pleno apogeo luego de
las elecciones en Francia y Grecia. Mientras tanto, en EE.UU., los
defensores de más gasto público insisten en que la debacle europea
demuestra que se deben revertir los esfuerzos por reducir la deuda y el
déficit. Después de todo, escribió Paul Krugman en el New York Times,
“el argumento de que recortar el gasto público estimularía a los
consumidores y a las empresas a gastar más ha sido ampliamente refutado
por la experiencia de los dos últimos años”.
Ante
el persistente bajo crecimiento de Europa, Krugman podría tener razón —
tan solo si en verdad hubiera habido austeridad en Europa en los dos
últimos años. Es cierto que Europa no ha practicado el mismo tipo de
gasto keynesiano que caracterizó, por ejemplo, al paquete de estímulo de
Obama. Aunque eso no es del todo cierto.
Portugal
sí intentó su propia versión de estímulo fiscal: En 2009 inyectó más de
€2,200 millones a la economía, equivalente a 1.25% de su PIB. El
resultado fue que el crecimiento económico se mantuvo negativo, mientras
que el desempleo aumentó del 9.4% ese año al 14.4% actual.
Hace poco el ministro de Finanzas de Portugal le dijo al New York Times que luego del estímulo, “las cosas no cambiaron, solo empeoraron”.
Mientras tanto, no es cierto que el resto de Europa haya “desmantelado” el Estado de Bienestar, como dijera Eugene Robinson del Washington Post.
Desde
luego, ya que el Estado promedio de la Unión Europea consume más de la
mitad del PIB nacional, cierto recorte podría ser más que necesario.
Pero hasta ahora los gobiernos europeos ni siquiera han estado
dispuestos a pinchar el Estado de Bienestar, mucho menos lo han
desmantelado.
En
Francia, por ejemplo, la llamada austeridad consistió en gran medida en
aumentos de impuestos. Se introdujo un impuesto complementario del 3%
sobre los ingresos mayores a €500,000, se aumentó en un punto porcentual
la tasa máxima de renta (de 40% a 41%), y se puso fin a la indexación
automática de las bandas impositivas en los tributos a la herencia,
riqueza y renta. También hubo un aumento del 5% en el impuesto sobre la
renta corporativa para las empresas con ingresos superiores a €250
millones, así como un aumento en el tributo a las ganancias de capital, y
el cierre de varias exenciones en el impuesto de renta corporativo.
Y
a pesar de que la mayoría de estos aumentos impositivos estaban
dirigidos a los ricos, la clase media también salió afectada. Hubo un
aumento en el impuesto al valor agregado e impuestos especiales sobre el
tabaco y el alcohol. Esta agenda debería alegrar a cualquier defensor
de más impuestos — como por ejemplo Paul Krugman.
Es
cierto que hubo ciertas reformas a los programas sociales y reducción
de gastos. Pero estos aún no han entrado en efecto. Por ejemplo, Francia
aumentará su edad de retiro de 60 a 62 años, pero hasta 2017. También
se implementará un límite al gasto gubernamental en salud, a partir del
próximo año.
Por
lo tanto, es un poco difícil discernir si recortes presupuestarios que
podrían o no darse en el futuro o aumentos de impuestos que ya han
entrado en efecto, son los culpables de que el crecimiento económico
francés se haya desacelerado. Veamos también el ejemplo del Reino Unido,
donde la coalición conservadora-liberal sufrió recientemente una
derrota en las elecciones municipales, en parte como reacción a las
llamadas medidas de austeridad.
Recordemos
que un mes antes de perder las elecciones parlamentarias en mayo de
2010, el laborista Gordon Brown aumentó el impuesto de renta personal al
50% para las personas con ingresos superiores a £150.000 anuales.
Esa
medida de hecho logró disminuir los ingresos generados por dicho
tributo en £509 millones. El gobierno británico disminuyó su planilla e
hizo ciertos recortes en algunos programas, pero su gasto todavía
consume casi el 50% del PIB nacional. El gasto público registró un
aumento de £59,200 millones de 2009 a 2011.
Otros
países europeos han seguido el mismo enfoque: aumento de impuestos hoy
(especialmente) a los ricos, y promesas de pequeños recortes en el
futuro distante. España impuso un “impuesto sobre el patrimonio” a los
ciudadanos con más de €700.000 en activos, y decretó un aumento del 7%
en el impuesto de renta para los que ganan más de €300.000 anuales;
también aumentó los impuestos sobre las ganancias de capital. Italia
impuso un “impuesto solidario” del 3% a todos los contribuyentes con
ingresos mayores a €300.000. Grecia aumentó sus impuestos en casi el
doble de lo que redujo el gasto, incluyendo un impuesto complementario
del 5% a los ricos.
Los
impuestos al valor agregado aumentaron por doquier. Y el combustible,
el alcohol y el tabaco fueron también objeto de aumentos tributarios.
No
debería ser ninguna sorpresa que todos estos nuevos impuestos,
combinados con una falta de moderación en los gastos, amenacen con
llevar a Europa a una nueva recesión. ¿Hay alguna duda de por qué los
votantes franceses, griegos y británicos estaban ansiosos por castigar a
sus políticos?
2 comentarios:
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