Adios, amigos
El otro día tuve un sueño extraño. La
inmigración, la cual se encuentra en una espiral descendente en los
Estados Unidos, sigue cayendo de manera dramática. En un momento
determinado el debate gira hacia la desesperada necesidad de atraer a
los extranjeros. Con el tiempo, titulares como “un millón de visas de
inmigrante serán otorgadas por orden de llegada hasta agotar
disponibilidad en todas partes” o “los inmigrantes serán exentos del
impuesto sobre la renta durante diez años” aparecerán en los periódicos.
Sin embargo, los inmigrantes rechazan la convocatoria. En algún
momento, los nativos deciden que las condiciones locales son
irreversiblemente malas. Comienzan los titulares alarmantes—“México
adoptará medidas contra el cruce ilegal de la frontera por parte de
ciudadanos estadounidenses”.
Eventualmente, uno de los partidos
políticos de México decide contrarrestar la caída en la tasa de
fecundidad, que se ha reducido en un tercio desde la década de 1960, con
trabajadores extranjeros. Cientos de miles de estadounidenses
atraviesan en masa la frontera. Finalmente otro partido mexicano incita
un sentimiento xenófobo al anunciar que apoyará a los grupos de
vigilantes en lugares claves de la frontera. La mayoría de los mexicanos
apoya. Este partido llega al poder y hace cumplir las draconianas
medidas anti-inmigración, pero los números no varían. Los
estadounidenses siguen llegando masivamente—hasta que una severa
recesión azota al país, momento en el que la tendencia se revierte.
Entonces alguien postea una entrada en un blog mexicano titulada “Adiós,
amigos”.
En mi sueño, el mercado es la verdadera
fuerza detrás de la inmigración, corriendo un par de pasos por delante
de los responsables políticos. Siempre ha sido así también en la vida
real aunque pocos políticos se percaten de ello. Ahora que las próximas
elecciones presidenciales han levado al presidente Obama a decidir permitir oficialmente
quedarse a 1,4 millones de inmigrantes ilegales que ingresaron siendo
niños, es un buen momento para reflexionar sobre lo que ha ocurrido con
la inmigración en los EE.UU. y Europa. En esencia, el mercado ha estado
haciendo su trabajo. Así como los inmigrantes fueron atraídos a los
países desarrollados cuando existía una demanda por lo que fuese que
tenían para ofrecer, ellos han estado marchándose en tropel o dejando de
llegar desde que comenzó la Gran Recesión. La
http://www.pewhispanic.org/2012/04/23/net-migration-from-mexico-falls-to-zero-and-perhaps-less/inmigración
neta de los mexicanos en los EE.UU. se ha detenido y en realidad podría
haberse revertido. Los asiáticos han superado a los hispanosen general, como el grupo más grande de ingreso.
Algo igualmente espectacular ha tenido
lugar al otro lado del charco. ¡Más personas están saliendo de España
que las que ingresan! Poco más de medio millón de personas salieron el
año pasado, de las cuales el 10 por ciento eran españoles. Y estos no
eran ricos inversores—actualmente usted encuentra camareros y peluqueros
españoles en las capitales de América Latina. ¡El número de entradas
ilegales por barco desde Africa se ha reducido un 80 por ciento en una
década! Mientras tanto, en el Reino Unido—según el International
Passenger Service— el número de personas que ingresó cayó casi un 10 por
ciento el año pasado, una tendencia que se verá reforzada este año.
¿Hemos de creer que las agencias de
aplicación de la ley de repente se han tornado sobrehumanamente
eficientes en todo el mundo y logrado hacer lo que eran impotentes de
lograr en las décadas anteriores? Esto, al menos, es lo que los halcones
anti-inmigración siguen sosteniendo. E incluso si estuviesen acertados,
¿no afirmaban muchos de ellos en los últimos años que considerarían
apoyar un camino a la legalización para los inmigrantes que ya se
encuentren en los EE.UU. si las fronteras estuviesen bajo control? ¿Por
qué no están presionando a favor de alguna forma de legalización ahora
que la inmigración mexicana neta ha cesado?
¿Son las autoridades competentes
verdaderamente responsables de lo que está ocurriendo? Si lo fueran,
¡cómo es que a pesar del aumento en el número de agentes de la patrulla
fronteriza la aprehensión de mexicanos tratando de ingresar se ha
desplomado en dos tercios en media década! ¿Hemos de creer que los
inmigrantes, que en el pasado nunca evidenciaron signo alguno de ser
intimidados por las autoridades, de repente se han atemorizado?
¿Entonces por qué es que en los primeros años después de que los
controles fronterizos fueran enormemente reforzados la inmigración en
realidad aumentó, mientras que comenzó a caer tras el inicio de la
recesión?
Entre 2006 y 2007, un año después de que
el presidente George W. Bush mejorase la seguridad en la frontera, los
diez principales estados en términos de extranjeros indocumentados
vieron incrementarse en 470.000 el número de inmigrantes ilegales. Los
números realmente comenzaron a caer tan pronto como empezó la recesión.
En California, la proporción de extranjeros indocumentados se redujo un
8,4 por ciento entre 2007 y 2009; en Florida, donde el estallido de la
burbuja inmobiliaria fue catastrófico, la caída ascendió a tanto como el
25 por ciento. La inmigración anual neta se redujo en un 16 por ciento en el período 2007-2008 en comparación con 2000-2007.
La explicación es mucho más simple.
Tiene que ver con la oferta y la demanda. La burbuja inmobiliaria había
sido la Navidad para los inmigrantes—construyeron, renovaron, pintaron y
ajardinaron los millones de casas y patios que eran compradas y
vendidas. Una vez que el mercado de la vivienda colapsó, los puestos de
trabajo desaparecieron al igual que el factor de “atracción”. Al mismo
tiempo, otras fuerzas estaban conteniendo la oferta inmigratoria, entre
ellas la caída en la tasa de fecundidad de México y el crecimiento de la
clase media de ese país. Y aquí es donde mi sueño comienza. . .
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